Pareja acoge una semifinal de 'Guadalajara busca torero'

Redacción
-

En la que torearon Álvaro Serrano, de la Escuela Taurina de Madrid -una oreja-, el mejicano, de Reinosa, Kevin Loyo, que se fue sin tocar pelo por un mal manejo de los aceros pese a sus dos buenas actuaciones, y Campano -una oreja-.

Una de las imágenes de la faena. - Foto: Ayto. de Pareja

Con unas gotas de lluvia, pasajera, comenzaba la tarde de toros en Pareja, pasadas, por poco, las seis de la tarde. Calor y humedad en el ambiente, en la Plaza del Palacio, que acogió una de las semifinales del certamen 'Guadalajara busca torero'.  El albero, impecable para el paseíllo, con tres cuartos largos de entrada.

Se lidiaron seis erales, tres de Juan Barriopedro y otros tres de Guerrero Carpintero, en desafío ganaderías.  Presidió el festejo el alcalde de Pareja, Javier del Río.

Abrió plaza, Álvaro Serrano, novillero de la Escuela Taurina de Madrid. Voluntarioso toda la tarde, estuvo bien con el capote, en sana competencia con Kevin Loyo, que le hizo el quite. El de Navas del Rey se mostró además como un atlético banderillero. Su novillo, Ostentoso, de la ganadería de Juan Barriopedro, pasaba mejor por el lado derecho, y así lo entendió el novillero. «En el capote lo he intentado cuajar, lo he toreado como a mí me gusta torear. Con la muleta, el novillo lo quería todo por abajo. Y así he intentado hacerlo. Al final, creo que me he acoplado a él, aunque se ha terminado rajando. He fallado con la espada. De otra manera, le hubiera cortado las orejas», comentaba al término de su primera actuación. Serrano tenía, además palabras de agradecimiento para la iniciativa 'Guadalajara busca torero'. «Es un certamen importante para nosotros, que nos promociona y nos ayuda a avanzar en nuestro sueño de ser figura del toreo», añadía.

Su segundo, Comilón, de Guerrero y Carpintero,  fue el mejor novillo de la tarde, extraordinario por ambos pitones. Álvaro se llevó una oreja, concedida por la presidencia a una faena larga, con alguna tanda sobresaliente por el lado izquierdo. Por ese pitón, el novillo se ralentizaba, dándole la oportunidad a  Serrano de cuajar unos naturales lentos, de mucha calidad.  De nuevo falló con la espada, lo que le impidió redondear su triunfo. Comilón dio una justísima y aplaudida vuelta al ruedo. «He podido cuajar el toreo como de verdad lo siento, como lo entreno de salón. Pero he vuelto a fallar con la espada. La última estocada, tenía que haber sido la primera», lamentaba al terminar su actuación.

El primer novillo, Caminero, de Guerrero y Carpintero, para Kevin Loyo marcó cosas muy buenas de inicio, pese a tener poca fuerza. Por el pitón izquierdo le costaba más embestir, metiéndose por dentro. El novillero, que entrena en el CITAR, estuvo siempre con ganas. Las puso de manifiesto haciendo un inicio y un final toreando de rodillas y encandilando a los parejanos. Lo mejor de su faena, unos derechazos finales, antes de coger la espada. El de Reinosa, Méjico, tampoco estuvo certero con el acero. Lo pinchó una vez, y, a la segunda sí acertó. Sin embargo, el novillo se tragó la espada, pareciendo no sentirla, y lo tuvo que descabellar. «El novillo tenía calidad y ritmo, lástima que tendía un poco a irse de la muleta. Intenté, por mi parte, hacer que todo fuera para arriba, pero no me fue bien con la espada… Y el descabello, también hay que aprender a usarlo», afirmaba el chaval, que tiene muy claro que quiere ser torero. «Las sensaciones que nos da el toreo, no las he vivido con ninguna otra cosa en mi vida», zanjaba.

En su segundo, Grajo, de Juan Barriopedro, Kevin Loyo mostró sus progresos con la técnica ante un eral que nunca se entregó, y que tenía cierto peligro, con algunas embestidas por dentro.  El mejicano se sobrepuso al novillo, pese a llevarse algún susto, haciendo gala de ganas y actitud. La espada volvió a jugarle una mala pasada. Después de pinchar una vez, la segunda, casi entera, no resultó efectiva, así que le tocó volver a usar el descabello. «Ha sido una tarde para aprender. El segundo ha sido un novillo complicado, pero bravo. Tendía a tirarse a tablas, pero tenía transmisión. Quizá me faltó entenderlo mejor. Al final, con la voltereta, sentí el calor del público. Me voy de Pareja con buenas sensaciones toreando, pero malas con la espada. A mejorar», terminaba.

Campano, también alumno del CITAR, empezó la faena a su primer eral, Saltacercas de Juan Barriopedro, con tres faroles de rodillas. Con mucha actitud, de ahí se fue a los medios, donde regaló al público de Pareja unas buenas verónicas rematadas con una media. También derrochó actitud cubriendo el tercio de banderillas. Con la muleta, estuvo bien, solventando el poco gusto por las cercanías de su enemigo. Finalmente, le sacó unos buenos pases a Saltacercas, de uno en uno, por el pitón izquierdo, y alguno menos por el derecho. «El novillo ha tenido mucha calidad, pero había que dejarle la muleta puesta adelante», contaba el chaval en Pareja. Además, también se sintió seguro con su propio progreso como novillero. «Esta es la cuarta novillada sin caballos que toreo. Me ha dado mucha confianza el apoyo del público, pero hay que matar los toros. La espada lleva varios días quitándome el triunfo. Es lo que más nos cuesta a los novilleros. Hay que corregirlo, y no darse por vencido», señalaba. Su afición de viene de lejos. El bisabuelo del chaval, de Torres de La Alameda, su abuelo, su padre y su tío han sido matadores de toros. «Solo quedaba yo, y ahora aspiro a serlo», contaba en El Palacio.

El segundo eral de Campano, de nombre Vicario, también fue extraordinario, un novillo con mucha transmisión y obediente al que Campano cuajó una faena  larga y de calidad. Las grandes expectativas de cuajar un triunfo redondo en Pareja se vinieron abajo completamente con la espada, un calvario para el de Torres de la Alameda, que salió llorando, contrariado por el aviso que tuvo que escuchar, después de muchos intentos fallidos. Sin embargo, el público de Pareja estuvo cariñoso con él, lo animó en todo momento a superarse, y aplaudió su actuación, que se quedó, lógicamente, sin el premio que los parejanos sentían que merecía.

Al terminar el festejo, Luis Miguel Encabo, director de lidia del CITAR, daba las gracias al pueblo de Pareja.  «Nos vamos, un año más, muy contentos por la acogida de la gente, que nos ha recibido con mucho cariño», señalaba.  A cambio, «los novilleros estuvieron voluntariosos, con estupendos detalles y novillos interesantes». Encabo lamentaba que el manejo de los aceros impidiera  que los tres «se hubieran ido los tres a hombros de esta plaza».

«Buena entrada y buena afición taurina la de Pareja, concentrada en nuestra coqueta plaza de toros del Palacio, en una novillada bien dirigida por Luis Miguel Encabo, a quien pudimos disfrutar en este mismo ruedo como alumno novillero de la Escuela de Madrid», terminaba el alcalde de Pareja y presidente del festejo, Javier del Río.