«Se puede vivir de la danza, pero fuera de tu país»

Antonio Díaz
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María de los Llanos Igualada Fernández, 22 años, no es una promesa de la danza española, es una realidad. La bailarina albacetense trabaja en el Ballet de la Ópera de Varna, en Bulgaria

«Se puede vivir de la danza, pero fuera de tu país» - Foto: Rubén Serrallé

María de los Llanos Igualada Fernández, 22 años, no es una promesa de la danza española, es una realidad. La bailarina albacetense trabaja en el Ballet de la Ópera de Varna, en Bulgaria. Otro talento que sale de nuestro país para hacer realidad su sueño. En estos días que pasa de vacaciones en su tierra, comentó a La Tribuna cómo se inició en el mundo de la danza y sus  proyectos. 

¿Cuándo empezó en el mundo de la danza?

Lo típico, cuando era pequeña, seis, siete años, quería hacer gimnasia rítmica, natación, y mi madre, María José, me dijo que hiciese ballet. Nada, me apuntó a la Escuela de Charo de Lara y ahí estuve haciendo danza española y ballet clásico. Desde muy pequeña, decidí que el ballet era lo mío. No me podía estar quieta, pero en clase de ballet, con la disciplina que requiere, no tenía problemas, estaba en mi salsa.  

«Se puede vivir de la danza, pero fuera de tu país»«Se puede vivir de la danza, pero fuera de tu país» - Foto: Rubén Serrallé

¿Se dio cuenta inmediatamente de que ese era su mundo? 

Sí, creo que ya que con nueve años sabía que el ballet era mi mundo. Me llevaron a ver un ballet, El lago de los Cisnes, en el Teatro Circo y al ver a las chicas en puntas, me dije que quería hacer eso. Estuve en la Escuela hasta los 12 años y me ayudaron a presentarme al Conservatorio José Antonio Ruiz. Ingresé con 12 años y elegí la rama de danza clásica. Además de las prácticas, teníamos anatomía, historia, pedagogía de la danza o música, entre otras. La gente piensa que solo es bailar, pero no, tenemos muchas asignaturas.  

¿Terminó?

«Se puede vivir de la danza, pero fuera de tu país»«Se puede vivir de la danza, pero fuera de tu país» - Foto: Rubén Serrallé

 

Sí, hice seis años y ahora mismo, es equivalente a un grado medio, por así decirlo. Terminé mis estudios en la especialidad de Danza Clásica a los 18 años.  

¿Costó mucho hacer compatibles esos estudios de Danza con el Bachiller, por ejemplo?

Sí. Me explico, en el instituto, los dos primeros años no demasiado. Tienes muchas horas y es llevadero. Después es verdad que muchos profesores el instituto no entendían que la a vez de ESO, estudiaba mi carrera, no era un hobby. No te lo ponían muy fácil y cuando necesitas un poco de ánimo, se hace duro. Seguí mis estudios en Santo Ángel y me cambié y terminé el Bachiller en Universidad Laboral. 

Continuó con la decisión de dedicarse a la danza. 

Lo tienes que tener muy claro desde el principio y desde que hice las pruebas para entrar en la academia, sabía que quería hacer danza, con 12 años, porque son muchas horas  de práctica y estudios. Diría ya con esa edad sabía lo que quería ser cuando fuese mayor. 

Siguió en Madrid. 

Cierto. Los últimos años estuve con una profesora, Elena Navarrete, que fue alumna de Carmen Ocaña y me mandó a la Escuela de Carmen Ocaña y Pablo Savoye. Nada, terminé ese año de cumplir 18 años y dos meses antes me trasladé a Madrid. Justo una amiga había terminado también el Conservatorio y marchamos las dos. La verdad es que el primer año estaba un poco más dispersa, es difícil centrarse, pero lo conseguí y en la Escuela iba de lunes a sábado, por la mañana y a alguna clase más por la tarde, para perfeccionar técnicas y aprender algunos trucos muy útiles en el escenario. Se trata de formar un bailarín, siempre danza clásica, aunque también tuve la oportunidad de estudiar danza contemporánea, porque en el Conservatorio es solo una asignatura y me metí en el mundo de la danza contemporánea. Así que estuve en Madrid hasta 2022, con el Covid de por medio, claro. Además tuve una lesión que me hizo parar todo un año.  

¿Una lesión muy importante?

Sí, el astrágalo, en la zona del tobillos, se me fisuró el cartílago y entró líquido en la articulación. Eso era tiempo para que soldara, y fui a ver a muchos médicos. Me hablaron de operación, pero la verdad es que yo no me quería operar, porque creo que eso me iba a acortar mi vida como bailarina. Al final fue un año entero con este tema. 

¿Totalmente recuperada?

Sí, según las épocas, y con mucha carga de trabajo, tengo algún dolor, pero es llevadero.  

Terminó el año pasado sus estudios y ganó una beca. 

Así es, me dieron una beca para ir a trabajar a Nueva York, donde estuve  con una compañía un mes, en Ajkun Ballet Theatre. Llegué a finales de julio y la verdad es que fue una experiencia extraordinaria. Yo vivía enamorada de la ciudad de Nueva York, de lo que es el ballet allí, porque hay muchos estereotipos sobre bailarinas europeas, norteamericanas o rusas. El perfil norteamericano es más fuerte, más rápido, me llamó la atención. Fue una extraordinaria experiencia porque además coincidí con gente de otros países  y el trabajo fue estupendo. Me hubiera gustado continuar en Nueva York,  es verdad que hay muchas compañías, pero la mayoría semiprofesionales y te pagan por actuación, así que como la vida es tan cara, es complicado, tendría que haber buscado un segundo trabajo para complementar cuando no tuviese funciones. Vivir de la danza, que es lo que yo quería, no podía ser.  

¿Volvió a Madrid?

Cierto, volví a Madrid y justo seguí perfeccionando en distintas escuelas, porque el ballet es subjetivo y es bueno tomar clases con mucha gente, cuando ya tienes la técnica. Al poco tiempo de empezar en Factory Ballet, mande vídeo a Bulgaria, a Varna, y me llamaron para que fuese a Sofia a una audición, a finales de septiembre de 2022. 

¿Por qué a Bulgaria?

Porque tenía conocidos allí, en Varna. Es una compañía pequeña en la que es verdad que te abre el mundo, porque ha estado en Corea, Reino Unido y Norteamérica. Mi grupo en concreto fue a México. Así que para coger experiencia y después ir a una compañía más grande, es estupenda. Así me fui al ballet de  la Ópera Estatal de Varna. 

Por fin hizo realidad ese sueño de vivir de la danza.

Sí, mi pasión por la danza es un sueño hecho realidad. Desde muy pequeña lo tenía claro y he podido hacer realidad mi sueño, bailar, con el apoyo de mi familia, de mis profesores. Se puede vivir de la danza, pero fuera de tu país, aunque tienes que sacrificar muchas cosas y, desde luego, si tuviera aquí  trabajo, me quedaría. 

¿Cómo fue la adaptación en Varna?

Fue llegar en octubre y empezar a trabajar. Me dijeron que iban a hacer Cascanueces durante dos meses en México. Montamos en un mes la coreografía, con ensayos, y el 6 de noviembre, nos fuimos a México durante dos meses. La adaptación fue muy bien, porque hay españoles e italianos en la compañía.Pensé que sería complicado por el idioma, pero al final en la compañía se habla inglés y no fue tan duro. Obviamente hay rachas en las que piensas que necesitas descansar, pero es una experiencia nueva y vas con las pilas cargadas a tope. Luego, me gustó muchísimo la experiencia de México, donde bailé mucho, desde danza árabe al vals final, pasando por todo el ballet. 

¿Qué  hizo en temporada?

Tras las vacaciones, un par de semanas, volví a Albacete donde pasé los Reyes y para el 15 de enero me volví a incorporar y preparamos Cenicienta, para estrenar en Varna y después llevarla a Grecia, ya con un papel solista. Así que seguimos porque cerramos la temporada el 8 de agosto, con Romeo y Julieta, después de regresar de Italia donde estuvimos con El lago de los cisnes, con las coreografías son del director, Sergey Bobrov. Creo que he hecho Cascanueces, Cenicienta, dos versiones de El lago de los cisnes y Romeo y Julieta.

¿Regresa en septiembre?

Seguro, volveré el 25 de septiembre a Varna y viene el trabajo duro porque, de entrada, me voy tres meses a Reino Unido, con tres ballet distintos, en gira. Así, que toca montar todo, creo que serán El lago de los cisnes, Cascanueces y La bella durmiente, todos con Sergey Bobrov.  Cuando termine, seguiré la temporada. 

¿Tienen orquesta?

Es una suerte, porque muchas compañías no tienen su propia orquesta, bailar así, es muy chulo, aunque  tienes que estar muy atenta. 

¿Qué es lo que más le gusta de esta experiencia en Varna?

En general, en Varna somos bailarines muy jóvenes, con muchas ganas de trabajar y bailar. Hay muy buen ambiente y estoy muy contenta. 

¿Qué planes tiene?

Estoy muy bien en Varna, pero sí que me gustaría aspirar a trabajar en una compañía de Europa central, por ejemplo Alemania. El prototipo de bailarina que se busca en Bulgaria es muy de estilo ruso y tengo la suerte de que puedo ajustarme.  

¿Es complicada la vuelta a España?

España tiene una compañía que es la Compañía Nacional de Danza y creo que es una de las que es más difícil para entrar.  En España hay mucho talento y muchos españoles se han tenido que ir porque aquí no han encontrado trabajo. 

¿Qué nos falta?

Estoy en Bulgaria, en una pequeña ciudad, con teatro propio. Aquí  no hay muchas compañías como tal. La Compañía Nacional de Danza se financia con dinero del Estado, pero es sólo una compañía para todo el territorio español, es muy poco. Hace falta empezar desde la base, acercar a los jóvenes, que tengan la costumbre de ver ballet. Donde estoy, la ópera, el ballet, se llena todos los días, da igual lo que se programe y no es caro. Aquí, seguramente, por la calle, paras a una persona, le preguntas y es muy posible que  nunca haya ido a ver un ballet o una ópera. Hay que educar y cuanto más gente vaya, seguro que el Estado dedicará más recursos a la danza, la ópera o la música, y tendremos más facilidades.  

¿Compañías por comunidades?

Claro, eso es muy difícil, pero sería ideal, estaría bien, pero para eso hace falta demanda y, si la gente no va, da igual tener 20 compañías, no van a tener trabajo.