A estas alturas del pasado curso, la sonrisa de Vinícius Júnior era la del campeón de Europa, la del muchacho que a sus 23 años había conquistado el planeta y se había erigido en el tipo más desequilibrante del fútbol moderno. Después de superar dos lesiones de gravedad relativa (en el músculo flexor izquierdo y en el fémur, que le llevaron a perderse 15 partidos de la 23/24), la irrupción de 'Vini' en 2024 fue estelar: determinante en la consecución del título de Liga, aún más en el de la 15ª Copa de Europa, indiscutible y máxima estrella del Real Madrid... y volando hacia el Balón de Oro.
A pesar de recuperar un pedazo de sonrisa ayer con su selección (marcó el gol del triunfo sobre Paraguay y metió a Brasil en el Mundial), prácticamente todo lo sucedido en la 24/25 ha supuesto uno de los grandes frenazos individuales del curso. Desde el mismísimo mercado de verano en el que Mbappé finalmente estamparía su firma como jugador blanco. El extremo ya no era el único gallo del corral. El empecinamiento merengue de lograr al genio francés como fuese de repente se estampó contra una realidad táctica irresoluble: disponía de los dos mejores futbolistas del planeta en el mismo puesto. Carlo Ancelotti fue incapaz de resolver el rompecabezas durante toda la temporada (y habrá que ver cómo lo afronta Xabi Alonso la campaña próxima).
Vinícius mantuvo su aura intacta hasta finales de octubre. La adaptación del delantero galo tardaba y el brasileño mantenía su condición de referente, hecho que alcanzó su cenit el 23 de aquel mes, cuando enganchó al equipo de la solapa y lo hizo reaccionar en lo que parecía una derrota segura ante el Dortmund: su exhibición, con un 'hat-trick' incluido, se produjo solo seis días antes de la gala del Balón de Oro, el punto de inflexión de su curso.
Sin premio
El gatillazo de París fue mayúsculo. El mundo coronó a Rodrigo (el 'MVP' de la Eurocopa prevaleció sobre el 'MVP' de la Champions) y 'Vini' se hundió. El Real Madrid, extrañamente, acompañó a su figura en la rabieta y se negó a viajar al Theatre du Chatelet… y el ambiente se enturbió a la misma velocidad que su juego. Apareció entonces una versión más errática del futbolista, más insegura y nerviosa, hasta el punto de que concluyó la temporada con 15 tarjetas amarillas y una roja directa.
El combinado de Chamartín vivía 'enganchado' a LaLiga gracias a la crisis del Barcelona entre noviembre y diciembre (después de haber encajado una goleada a manos de los azulgrana en el Bernabéu), pero el 'puño de hierro' de la 23/24 había desaparecido. 'Vini' había desaparecido. Fue Mbappé quien asumió el liderazgo ofensivo del equipo en enero… y ya no lo soltó hasta el final de la campaña, hasta proclamarse Pichichi y Bota de Oro del fútbol europeo.
Mientras tanto, los rumores (interesados o ciertos) sobre una posible salida de Vinícius rumbo a Arabia Saudí aparecían en el entorno del Real Madrid. Y las críticas al jugador, con más polémicas a su alrededor que buen juego, arreciaban en esa parcela del fútbol moderno -la presión en campo ajeno, el esfuerzo defensivo de todo atacante- que Ancelotti no supo inculcar en la plantilla.
Pactó hace unas semanas su ampliación de contrato con el club (hasta junio de 2030, convirtiéndose en el jugador mejor pagado de la plantilla: 20 millones de euros, por encima de los 15 de Mbappé -aunque el francés se llevó una suculenta prima de fichaje por llegar libre-), pero ni los partidos con Brasil (a pesar de su gol) ni su salida del podio de los futbolistas más cotizados de la Liga (Lamine Yamal, Mbappé y Bellingham son los tres más caros para Transfermarkt) ayudan a cerrar con buen sabor de boca un año de frenazo y reflexión. El Mundial de Clubes resurge como una oportunidad para cambiar el gesto.