Editorial

Detrás del «viaje de cooperación, paz y amistad» de Xi Jinping a Rusia

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La guerra de Ucrania parece estancada en un punto muerto mientras los combates suman víctimas mortales cada día. Por un lado, Rusia se mantiene firme en que un posible acuerdo de paz pasa por que controle la franje este y sur de Ucrania, algo que ya hace parcialmente desde su invasión. Por otro, Zelenski se niega en rotundo a intercambiar un sólo centímetro cuadrado de territorio ucraniano a cambio de un tratado de paz. Con esta situación, recién elegido presidente chino, Xi Jinping, inició ayer un viaje a Rusia calificado de «amistad, cooperación y paz», según el  propio portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Wang Wenbi.

Debajo del brazo, Xi Jinping lleva un acuerdo de 12 puntos para intentar lograr la paz y erigirse como mediador internacional. No en vano, llega después de conseguir que los íntimos enemigos Irán y Arabia Saudí reestablezcan sus relaciones diplomáticas. En el primer encuentro, Vladimir Putin declaró que respeta la proposición de Pekín, pero nada más. Sin embargo, el dirigente ruso mostró su envidia ante el crecimiento económico del gigante asiático en las últimas décadas. Y es que ahí puede estar el gran objetivo de Xi Jinping en este viaje: estrechar lazos económicos, pero sobre todo energéticos, con Rusia y evitar la dependencia del mercado europeo, plagado de sanciones a Rusia.

La Unión Europea cerró las puertas a los productos rusos y Putin tiene que buscar nuevos mercados y China puede significar la salida ansiada a sus productos, sobre todo, energéticos. De esta forma, aunque con negociaciones más duras que con occidente, Rusia sacaría sus producciones y estrecharía su relación con el régimen de Pekín. Sería una operación en la que la globalización quedaría en entredicho en favor de nuevos mercados regionales a nivel mundial.

El viaje de Xi Jinping es visto desde Estados Unidos y Europa como un intento de lavado de cara internacional del líder asiático, pero con ese trasfondo económico que aseguraría el suministro de materias primas para sus producciones. No hay que olvidar que China tiene sobre sí la sospecha de que armará a Rusia para continuar con la invasión de Ucrania, un hecho no probado y desmentido por el Gobierno de Pekín en varias ocasiones. De todas formas, a Putin, que tiene desde el viernes una orden de detención por parte del Tribunal Penal Internacional por la deportación de niños ucranianos a Rusia, tiene que buscar aliados políticos y económicos fuera de sus fronteras y parece que Xi Jinping se prestó a ayudarle. Sin embargo, todo tiene su precio y Putin tendrá que plegarse a las peticiones chinas, si no quiere llevar a la quiebra a su país. Esperemos que esas solicitudes pasen por un acuerdo para terminar con la guerra en Ucrania.