Espíritu ganador

Antonio Herraiz
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Es una de las embajadoras del Día del Deporte que se va a celebrar el 7 de junio, coincidiendo con el Tour Universo Mujer 2025. Acumula más de un centenar de medallas y reconocimientos y su gran aspiración es competir en los Juegos Paralímpicos

Espíritu ganador - Foto: Javier Pozo

Para contar todas las medallas y reconocimientos que ha ganado Marta Martínez Agustín (Guadalajara, 1987) hay que echar un buen rato. Son más de 100 metales, entre oro, plata y bronce, con un palmarés que muy pocos deportistas pueden exhibir. En cada competición a la que acude, lo habitual es que pulverice sus propias marcas, que son de récord en su categoría. En el Campeonato de España celebrado en marzo en Las Palmas, consiguió el primer puesto en siete disciplinas diferentes, batiendo el récord nacional en 50 metros braza. En 2024, en Málaga, fueron ocho victorias. Va siempre «a por todas» y no se cansa de ganar. En casa ya no les queda espacio para tanta medalla, pero eso no es ningún problema: «Ya buscaremos hueco».   

Marta es una nadadora con síndrome de Down. La primera vez que saltó a la piscina apenas tenía tres años y no fue un amor a primera vista. A más de uno nos ha pasado. «Mis padres me apuntaron a un cursillo con mi hermano Rafa. Al principio no me gustaba mucho. Lloraba porque me daba miedo. Pero me fui soltando y, poco a poco, me fue gustando». Hasta que la relación con el agua de la piscina se hizo permanente e imprescindible en su vida. La primera gran competición fue un campeonato regional. Marta tenía doce años y todavía no había una categoría específica para personas con síndrome de Down. «Nos tocaba competir entre personas con cualquier tipo de discapacidad intelectual. En su primera final, le daba vértigo saltar del trampolín de salida. Cuando el resto de compañeras ya estaban en el agua, ella no se había tirado todavía y seguía en la plataforma de salida. Le animamos desde la grada, se lanzó al agua y quedó segunda en braza», me cuenta su padre, Rafael.  

Fue el lanzamiento de una carrera deportiva que, casi 25 años después, sigue sin tocar techo. Un paso de gigante para ella y el resto de sus compañeros fue el reconocimiento de la categoría Down. «Ahí nos dimos cuenta de que podíamos competir de igual a igual y luchar por las medallas en todas las competiciones a las que íbamos». Y llegó la posibilidad de acudir a un mundial. Fue en Australia, en Brisbane. «En el anterior que se celebró en México decidimos no acudir y, a este, llegaba fuerte, pero me lesioné en medio de la competición». Rotura de fibras, algo que habría hundido a cualquiera. Su espíritu de superación, incluso lesionada, no le impidió alcanzar la medalla de bronce en la prueba de 100 metros braza en S15, la categoría de Síndrome de Down. Después han llegado más campeonatos de España, europeos, y otros mundiales, como el de Turquía, en el que consiguió la plata en 400 estilos con récord de España y el bronce en 50 braza. Su compromiso inmediato es el mundial de Tailandia y mantiene un reto que se le resiste en los despachos, no en la piscina. Los Juegos Olímpicos son la máxima competición en la que aún no está reconocida la categoría Down. Desde Atlanta 96, existe una categoría para personas con discapacidad intelectual, pero no una específica para Down. En la práctica, esta situación les cierra la puerta a los Juegos Paralímpicos: no compiten en igualdad de condiciones y alcanzar las mínimas es misión casi imposible. Aun así, Marta no se rinde. «Entreno cada día, por la mañana y por la tarde. Y ojalá autoricen esa categoría Down para poder participar en unos Juegos Paralímpicos». La próxima cita es en Los Ángeles 2028 y ella está dispuesta a seguir compitiendo, al menos, hasta esa fecha. 

Marta se desenvuelve con soltura durante la entrevista. «Estoy acostumbrada. Me han entrevistado ya muchas veces, también en radio y en televisión». En su pueblo, Moranchel, es una estrella. «Toda la gente me quiere», admite con una sonrisa que mantiene durante el resto de la conversación. Es una persona autónoma. Acude sola a trabajar y a entrenar y es capaz de cocinar platos sencillos. «Tengo que cuidarme, así que todo a la plancha. Nada de grasa, ni bollos ni chucherías». Después de estudiar en el colegio Ocejón y en el instituto Castilla, completó su formación en el Diocesano con un módulo de Administrativo. «He estado trabajando en el Patronato de Deportes, en la biblioteca y en el Archivo Histórico y ahora llevo ya diez años en una notaría. Estoy encantada con mis compañeras». Me habla del apoyo incondicional de sus padres, de su entrenadora Marga, de su novio Álvaro, de Adrián, el primer profesor que le enseñó los conceptos fundamentales de la natación, y de su hermano Rafa, con quien mantiene un nexo especial. «Entrenamos juntos. Me da mucha caña, pero sé que lo hace por mi bien. Rafa es especial para mí». Fuera de la piscina, le gusta bailar y cantar. «En la asociación Mi voz por tu sonrisa, de Nati Baldominos, estoy aprendiendo a tocar el piano y la guitarra". Y es también parte del alma de la Asociación para el síndrome de Down de Guadalajara.

No es habitual que una deportista que acaba de cumplir 38 años siga en la élite. Y, por eso, una de las preguntas que más le repiten es hasta cuándo va a seguir compitiendo. «Hasta que se me acabe el motor». De momento, le sobra gasolina para seguir alimentándolo.