El mercado de deuda pública española vive un cambio de ciclo. Tras el fuerte interés de los pequeños inversores en 2023 y parte de 2024, la bajada de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) ha provocado un descenso significativo en las rentabilidades ofrecidas por las Letras del Tesoro, reduciendo así su atractivo como vehículo de protección del ahorro frente a la inflación.
Durante 2023, el precio del dinero alcanzó el 4,5% ante la política monetaria del BCE, lo que llevó a las Letras a ofrecer rentabilidades que superaron el 3,7%, con algunas subastas que, incluso, rozaron el 4%. Este lucrativo interés atrajo de forma masiva a los pequeños ahorradores, que encontraron en el papel del Estado una alternativa segura y líquida frente a productos bancarios con bajos beneficios. Así, la inversión de los hogares en el Tesoro tocó en agosto de 2024 su máximo hasta los 27.446 millones.
Desde entonces, el mercado financiero ha cambiado y ha ocasionado modificaciones muy importantes en las carteras de los inversores ante una caída de tipos que a día de hoy están en el 2,25%.
Los economistas no descartan que el guardián del euro apruebe hasta cuatro recortes adicionales que dejarían los intereses en el 1,25%, según el Bank of America.
Ante esta política a la baja del precio del dinero, la rentabilidad del Tesoro se ha quebrado. Así, según el Banco de España, en el mes de mayo en curso, las Letras a nueve meses apenas alcanzan el 2%, y las de 12 meses se sitúan ligeramente por encima del 2,1%, lo que ha producido un desplome por parte en las inversiones de las familias de un 13,8% en solo siete meses, hasta los 23.652 millones, su nivel más bajo desde noviembre de 2023. Solo el pasado marzo se produjo un desplome del 2,9%.
Este retroceso también se refleja en la participación en las subastas. Las peticiones no competitivas que indican el interés minorista han caído drásticamente. Por ejemplo, en la subasta de Letras a nueve meses celebrada en mayo, los particulares solo realizaron órdenes por casi 69 millones, una cifra muy inferior a los más de 1.000 millones que se registraban por referencia cuando las rentabilidades se situaban en máximos.
Además, la fiscalidad no juega a favor del pequeño ahorrador. Las Letras del Tesoro no tienen retención en origen, pero sí tributan como rendimiento del capital mobiliario, con tipos del 19% al 28%.
El descenso de los beneficios en estas inversiones está motivando que muchos ahorradores opten en sus carteras por alargar plazos y buscar oportunidades en la deuda pública a medio y largo plazo.
Bono verde
Otro de los productos que está ganando peso es el bono verde emitido por el Gobierno para financiar proyectos que tienen un impacto positivo en el medio ambiente. Se trata de un producto que ilustra el cambio estructural en el perfil del inversor en deuda pública: mientras las familias retroceden, los inversores institucionales y extranjeros ganan protagonismo. A cierre de mayo, los extranjeros ya son los principales tenedores de Letras, con 25.810 millones en su poder. Esta sustitución de perfiles refleja un cambio de lógica: la deuda pública española sigue siendo valorada en los mercados internacionales, pero ha dejado de ser una opción inmediata y rentable para los pequeños ahorradores nacionales.
Pese al hundimiento de la rentabilidad, el Tesoro Público español sigue contando con un alto nivel de confianza entre los inversores que ven que la economía creció un 3,2% en 2024 con una previsión del 2,6% para este curso.
En este sentido, el Tesoro a largo plazo sigue siendo muy atractivo y, de hecho, colocó el pasado miércoles 13.000 millones en una emisión de un bono sindicado a 10 años con una demanda de más de 120.000 millones.