Con la túnica en el escenario se convierte en Superman

Belén Monge Ranz
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El cantante de 'La Banda del Capitán Inhumano' graba el último videoclip de su álbum en Guadalajara, provincia con la que sigue vinculado al haber residido bastantes años en Azuqueca de Henares

Santi Sánchez, el cantante de 'La Banda del Capitán Inhumano'. - Foto: Javier Pozo

Adora los bares, detesta el reguetón y con su túnica se siente superman sobre el escenario. Un atuendo que simboliza los inicios de su carrera profesional, cuando apenas era un joven con ganas de comerse el mundo. «Cuando me pongo la túnica soy gamberro, sinvergüenza y vuelvo a tener 20 años y pasármelo como un enano», afirma Santi Sánchez, el cantante de La Banda del Capitán Inhumano, muy vinculado a Azuqueca de Henares, donde ha vivido los mejores años de su carrera profesional y donde llegó a tener un conocido pub que daría nombre a una de sus canciones, el Duba Duba. 

Arrancó una trayectoria musical meteórica hace ya 36 años con Los Inhumanos. Por diferentes razones dejaría el grupo y pasaría a formar parte de la Banda del Capitán Canalla,  un proyecto que también tuvo fecha de caducidad. Hoy es el carismático cantante de La Banda del Capitán Inhumano. Acaban de sacar nuevo álbum: Evolucionando a peor. Todo parece indicar que será el último en CD, un formato que, en todo caso, Santi -conocido en sus inicios como Mantril- enterrará con cariño. Actualmente se encuentra de promoción por toda España y tiene muy claro que la canción cuyo curioso título es Se te ve el cartón,  «se quedará durante muchos años» entre el público y será uno de los éxitos del verano porque «es enérgica, terapéutica, desenfadada y registra un giro sinvergüenza», señala entre risas a La Tribuna de Guadalajara.
Se te ve el cartón surgió una noche de risas y de humor. Una canción que habla de cómo con la edad una de las cosas que se pierden es el pelo, algo que también hay que asumir y reírse de ello. «No hay nada como cantarle a lo cotidiano para que se quede», afirma mientras apunta que su único objetivo cuando sale al escenario es que la gente «salga más feliz de lo que entró». 

En su show  hay música divertida, como él mismo dice: «música para alegrar el alma». Hoy ya no pelea por conseguir que le escuchen los chavales de 19 años, aunque también pueda llegar a ellos, sino que el mensaje de sus espectáculos es muy nítido: «divertirse sin acomplejarse», y en el público de mediana edad encuentra su lingote de oro. 

Santi Sánchez, el cantante de 'La Banda del Capitán Inhumano'.Santi Sánchez, el cantante de 'La Banda del Capitán Inhumano'. - Foto: Javier Pozo

No reside ya en Azuqueca de Henares pero en su corazoncito siempre habrá un hueco para Guadalajara, donde precisamente ha grabado este último videoclip. Tuvo un discobar en la calle Tejar, el Duba Duba, que daría título a una de sus canciones. El caballero de la túnica recaló en el municipio azudense de casualidad. Estaba en Los Inhumanos y fueron a dar un concierto. Un bulo en el que se le vinculaba directamente con la apertura de un bar fue lo que le llevaría a abrirlo poco después. «Monté un bar en Azuqueca por la publicidad que generó un bulo», declara a La Tribuna de Guadalajara entre risas. 

Un pub por el que pasaron celebridades como Alejandro Sanz, Modestia Aparte. Duncan Dhu o Los Toreros Muertos. Seis años lo tuvo abierto, hasta que se cansó y cerró, aunque siguió viviendo allí hasta hace apenas unos años. Ahora tiene su residencia en Santander, donde curiosamente compró la vivienda en la que residió algún tiempo Carmen Martínez-Bordiú. Lo cierto es que su vinculación con el municipio azudense sigue viva porque mantiene amigos y porque alguno de los integrantes de la banda mantiene aquí su residencia. 
Santi Sánchez amó la música desde que tuvo uso de razón. Es hijo de hosteleros y siempre le tiraron mucho los bares y la noche. Empezó con un grupo que pasó sin pena ni gloria: Flor de Lis, y tras dar muchas vueltas, con apenas 19 años arrancaría su trayectoria musical con Los Inhumanos. Se atreve a afirmar que de esta época mantiene los mejores recuerdos de su vida. Fueron unos años «maravillosos» en los que se mezclaba «la popularidad del grupo, el poderío de tener un local de moda y la sensación de inmortalidad que te dan los algo más de veinte años de ese momento». «Tenía bienestar social, reconocimiento artístico y un local que me llenaba y le divertía», relata en tono serio, un tono que no es común en él. 

Los «excesos» en el grupo y algunos problemas surgidos en un momento determinado podrían fin a esta etapa para surgir la Banda del Capitán Canalla. La túnica le empezaba a estorbar, pero el desparrame económico seguía siendo el mismo. Tras darse cuenta que echaba de menos esa túnica que era «su traje protector», volvió a dar un nuevo giro a su vida y ahí surgió la Banda del Capitán Inhumano, donde ahora confluyen las dos mejores etapas de los grupos previos, según sus propias palabras.  

En sus espectáculos musicales siguen primando las «exageraciones, falsas verdades y mentiras completas», con un toque de humor, pero sin improvisación.  «Antes era desparrame y cachondeo sin control en el escenario y ahora está todo guionizado», precisa admitiendo que también hoy sería inconcebible  «coger a una chica como un saco de patatas, como se hacía antes -en un espectáculo de los ochenta- porque no nos sentimos cómodos».  

Aún se pregunta si estaba preparado tan joven para la montaña rusa que le tocó vivir. Y es que, tras años muy urbanitas en los que disfrutaba mucho de salir, de los compañeros y de la vida nocturna, así como de estar en la cumbre, salir con los jugadores del Madrid y tener novia entre las azafatas del Un, Dos, Tres, pasó a que le dijeran que si no tenía carné de socio no podía entrar en un determinado lugar. Aunque en su momento le inquietó, ahora admite sin reparos que «fue una escuela de aprendizaje maravillosa que  supo encajar. Estos son los altibajos que tiene este mundo», señala durante la entrevista.

Santi Sánchez sigue aprendiendo de sus errores. Hoy es la voz solista de un grupo que cuenta con bajo, guitarra, batería y teclado. La Banda del Capitán Inhumano supone una evolución acorde a la sociedad actual. Va por 36 años de carrera, y aunque en la etapa actual sigue «vendiendo espectáculo, show y diversión, no es desparrame descontrolado», abunda con esa doble visión de artista y promotor que fue en su momento. 

Tiene claro que no renuncia a esa primera etapa de su vida que le dio todo pero tampoco se quiere anclar a ella. Prefiere mirar al futuro. En sus conciertos siempre hay una parte teatral muy importante y humor desde un prisma de mucha más calidad.  Y le sigue dando rabia que el género cómico se considere de segunda división «cuando realmente es mucho más difícil hacer reír que llorar». Para Santi, «hoy en día es más necesario que nunca reír» y eso es lo que tratan de hacer desde la Banda del Capitán Inhumano en las fiestas de pueblo, que son sus escenarios más comunes. «Nos alimentamos de la energía de la gente», declara.  

Ha pasado por escenarios grandes y pequeños, y si bien no niega que si tuviera capacidad para llenar siempre grandes plazas de toros, haría muchas más, asume que no es bueno alejarse de la realidad.  «En este mundillo es malo destacar. O destacas a lo bestia, de tal forma que la gente quiera estar a tu lado porque les beneficia, o si eres sustituible, también te conviertes en una pieza a batir», remarca. 

La pandemia le mantuvo casi dos años parado.  Pensó en retirarse pero realmente le sirvió para empezar a pensar en lo importante e incluso creo alguna canción que, aunque no forma parte del repertorio de la banda, tal vez un día si lo sea de Santi Sánchez a nivel individual.
Le gustaría creer que surgirá un nuevo formato para la música o que el vinilo volverá a coger fuerza, pero percibe que ya no interesa tanto comprar música ni escuchar canciones con calidad.

No duda de que tanto los cantantes como los músicos de hoy salen mejor formados y preparados técnicamente, pero «no veo creatividad ni variedad», y deja claro que «odia a muerte» el reguetón. «Destacar por no hacer nada es más fácil que nunca», concluye sin más.