Evitar un divorcio traumático

Olivia Alonso (EFE)
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Aunque parezca un oxímoron, las rupturas sentimentales se pueden -y se deben- llevar desde el amor y poniendo a los hijos por encima de la rabia, la frustración y el miedo

Evitar un divorcio traumático - Foto: Imagen de Freepik

La separación es siempre dolorosa, pero hay que evitar que sea traumática y termine en guerra, principalmente cuando hay hijos, a los que hay que poner siempre por delante de las emociones difíciles que se experimentan en un divorcio.

Bajo esta premisa, la educadora Eva Bach y la psicóloga Cecilia Martí han publicado El divorcio que nos une, un libro descatalogado, editado por primera vez en 2007, y que las autoras han decidido revisar porque «lo seguía pidiendo mucha gente».

Bach reconoce que aunque cada vez hay más casos en los que las parejas se separan con «madurez», «el divorcio tiene todavía mucho de asignatura pendiente». Pese a reconocer que «parece un oxímoron», aboga por una separación amorosa en el sentido de poner el amor por los hijos por encima del dolor, la rabia, la frustración, el miedo, la preocupación o la angustia que conlleva una ruptura.

Pero también reconoce que es difícil una buena separación donde no ha habido buena convivencia. Bach es tajante al asegurar que «alguno de los problemas que enfrentamos es que los requisitos para un buen divorcio no los cumplen a veces ni las parejas que están juntas». Por ello, la psicóloga y la educadora dedican este manual tanto a las parejas que se despiden como a las que se encuentran, para que empiecen a hacer cosas que eviten la ruptura.

«Es difícil una buena separación donde no ha habido una buena convivencia. Esta requiere un cuidado, una comunicación afectiva, una escucha, una delicadeza, un respeto, una exquisitez en lo que hacemos y unas expectativas realistas», resume Eva Bach.

En este sentido, resalta que en la fase del enamoramiento parece que la pareja nos los va a resolver todo y nos va a colmar con lo que no tenemos. De esta manera, «empezamos con una expectativa totalmente desmesurada e ilusoria, una fantasía pura». Así, al volver a la realidad, empieza el desengaño y el desencanto. «Y sepárate de esa persona si no has construido un buen puerto para acoger el naufragio», enfatiza.

Poner límites

Uno de los errores que cometen los padres durante un divorcio es no poner límites y ceder a todos los caprichos de sus hijos, lo que termina con una pérdida de autoridad.

Sucede cuando aparece el sentimiento de culpa por haberles causado un dolor traumático con la separación, que se trata de compensar consintiendo, porque «ya te he dañado tanto que no te voy a hacer más daño», advierte Eva Bach.

En ocasiones, los peores enemigos en un divorcio son quienes deberían ser una gran ayuda. Entre ellos, destaca Bach, el abogado que te dice «le vamos a sacar todo lo que podamos», que alimenta la guerra, o al psicólogo que toma parte, en lugar de ayudar, o la familia «cuando reacciona que parece que la peor parte se la llevan ellos».

Por no hablar de los amigos, resalta la educadora emocional, que toman partido de una forma también muy beligerante a veces.

Miedos, rabias y tristezas

«Es inevitable sentir rabia y dolor, o -si te han dejado- pensar que has sufrido una traición, o una deslealtad», por lo que es necesario tener «contextos protegidos emocionalmente» para expresar las emociones y recibir consuelo.

Sin embargo, la experta aconseja poner límites a esa rabia y dolor, porque «no sería ni natural ni sano ni maduro ni recomendable quedarse ahí. Y, por supuesto, cero amoroso».

Siempre hay que comunicar a los hijos la ruptura, independientemente de la edad, y, en la medida de lo posible, de forma conjunta, y eligiendo un momento tranquilo.

Martí y Bach recomiendan usar la primera persona del plural -«hemos decidido, hemos tomado»- y huir del «me deja tu madre porque se larga», o «mira lo que me ha hecho tu padre», recalcando siempre que la labor de padres conjunta se mantiene.

«El vínculo con los hijos es imborrable», subraya la educadora, porque «la madre de mis hijos puede irse de casa y de mi cama, pero no de mi vida».

Rehacer la vida

Cree Bach que no hay que precipitarse en presentar nuevas parejas; tanto porque es necesario un tiempo para que las cosas se vuelvan a situar, como para que los hijos traten de respetar a esa persona, y por supuesto, el recién llegado a ellos.

«Vamos a presentar a una persona cuando haya un proyecto serio o cuando no causemos ningún daño», aconseja Bach, a la vez que apuesta por no tardar mucho ni negar su existencia, ya que es contraproducente iniciar una nueva relación con una mentira.

Las personas cambian y evolucionan. Por eso, Eva Bach insiste en que hay que mirar a la expareja con ojos nuevos, evitar las comparaciones y entender que se comportó de determinada manera por la forma en qué se construyó la relación.

«Cada persona que aparece en nuestra vida nos aporta cosas que hacen que salgan partes de nosotros que no habían podido salir en la etapa interior», por lo que hay que evitar pensar que si la expareja no se comportó de determinada manera era porque «me quiso mal o me quería dañar».

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