Lorenzo Arrazola y García

Plácido Ballesteros
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Presidente del Gobierno de España en 1864 y seis veces ministro de gracia y justicia entre 1838 y 1867

Lorenzo Arrazola y García

«El día 1 de marzo de 1873, La Ilustración Española y Americana dio la noticia del fallecimiento de don Lorenzo Arrazola y García. El suceso, ocurrido unos días antes, tuvo tanto impacto en los ambientes políticos de la época, que la revista ilustrada llevó a su portada el retrato de nuestro personaje de hoy, acompañado en páginas interiores de la siguiente reseña biográfica, firmada por el destacado periodista Eusebio Martínez de Velasco:

«A las nueve de la noche del 23 de febrero último falleció en esta corte el Excmo. Sr. D. Lorenzo Arrazola —cuyo retrato aparece en la página primera de este número— con la resignación de un justo y la fe y esperanza de un piadoso cristiano.

¿Cómo bosquejar siquiera, en los breves límites de un suelto, la biografía del Sr. de Arrazola? Sería preciso, para hacerlo, trazar al mismo tiempo la historia de la España moderna desde los primeros días del segundo período constitucional hasta que cayó, derribado por la revolución de 1868, el trono secular de la dinastía borbónica.

Ocho veces fue Arrazola ministro de Dª Isabel II, y algunas en circunstancias políticas bien excepcionales, habiendo desempeñado además otros altos cargos en la gobernación del Estado.

Cristiano virtuoso, hombre honrado, político leal y eminente jurisconsulto, su muerte ha sido deplorada por los hombres sensatos de todos los partidos».

Como se ve, se trata de un «suelto de alcance», con información suficiente para los lectores de 1873, ya que para ellos la trayectoria pública de quien había sido ocho veces ministro y, en una ocasión, presidente del Gobierno, sería de sobra conocida. Pero a nosotros, estas notas tan concisas, nos obligan a recordar algunos detalles más para completar en estas páginas la biografía de nuestro paisano. Una trayectoria que, aunque no estuvo directamente vinculada a la historia política local de la provincia, sí fue trascendental en la historia general de España. 

Para ello contamos con numerosísimas fuentes de información, como puso de manifiesto el catedrático y académico don Juan Manuel Cuenca Toribio al realizar su biografía en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia (consultable en línea:  http://dbe.rah.es/biografias/8029/lorenzo-arrazola-y-garcia), en la que recoge numerosas monografías sobre el siglo XIX en las que se estudia y analiza la acción política de Arrazola. Entre ellas no se puede dejar de destacar las que abordan directamente su biografía, caso de la de Braulio Díaz Sampedro Lorenzo Arrazola: semblanza de un gran político y gran jurista (2004); y la de Antonio Martínez Mansilla Lorenzo Arrazola o el Estado Liberalcatólico (2007). Tampoco faltan artículos de divulgación en la prensa local de Guadalajara, entre los que cabe citar los publicados recientemente por Antonio Herrera Casado, Cronista provincial, y los señores Gismera Velasco y Orea Sánchez.

Había nacido don Lorenzo Arrazola y García en la localidad de Checa en 1795; pero marchó pronto junto a su tío materno José García Huarte, que era corregidor de Benavente, para estudiar. Completó sus estudios de Filosofía y Humanidades y comenzó los de Derecho en el Seminario de Valderas, destacando en el dominio de la lengua latina, en la que llegó a escribir a lo largo de su vida varias obras. Muy joven, durante el periodo del Trienio Liberal (1820-1823) desempeñó ya la Cátedra de Derecho Constitucional en dicho centro de enseñanza.

Cuando se produjo la invasión de los llamados Cien mil hijos de San Luis, el fuerte contingente del ejército francés, solicitado por el rey Fernando VII, que, con anuencia del resto de las potencias europeas absolutistas, entró en España en 1823 para acabar con el Régimen Liberal y restaurar el absolutismo borbónico, Arrazola se enroló como voluntario en el Ejército de Galicia para oponerse a las tropas invasoras. Ello le conllevó, tras el triunfo del absolutismo, dificultades para reincorporarse a su brillante carrera académica.

No obstante, su valía intelectual le permitió en las décadas siguientes obtener por oposición sucesivamente las cátedras de Instituciones Filosóficas, Oratoria, Historia y Literatura y, finalmente, la de Derecho Internacional Comparado en la Universidad de Valladolid. Ciudad en la que se instaló, compaginando su actividad académica con su despacho profesional de abogado.

Siendo un destacado miembro de la sociedad vallisoletana, asistió al final del absolutismo y al comienzo de la nueva etapa constitucional a la muerte de Fernando VII. Cuando el liberalismo español se escindió definitivamente entre progresistas y moderados, don Lorenzo se incorporó al Partido Moderado, siendo elegido Diputado por Valladolid a las Cortes de 1837, que elaboraron la Constitución que puso fin definitivamente al Estatuto Real.

En aquel contexto, en el que las circunstancias políticas del Reino, en plena primera guerra carlista, obligaron a la formación de un gobierno de concentración entre todas las tendencias liberales, presidido por Evaristo Pérez de Castro, que duró del 9 de diciembre de 1838 al 20 de julio de 1840, Lorenzo Arrazola fue nombrado ministro de Gracia y Justicia, en el que, como veremos más tarde, desempeñó una función clave para el futuro del constitucionalismo español. 

Su posterior trayectoria pública se enmarca en los vaivenes que caracterizaron la vida política del reinado de Isabel II. Así, tras ser perseguido durante la Regencia del general Espartero (1840-1843) de carácter ultra progresista; tuvo un importante protagonismo durante otras dos de las etapas en las que se suele dividir el reinado: la denominada “Década moderada” (1844-1854) y el periodo de crisis final del reinado (1863-1868).

En aquellos periodos fue cinco veces titular de uno de los ministerios claves, el de Gracia y Justicia (1846, 1847-1849, 1849-1851, 1864-1865, 1865-1866 y 1866-1867); una vez Presidente del Gobierno (del 17 de enero al 1 de marzo de 1864) y Presidente del Tribunal Supremo entre 1851 y 1853). 

Evidentemente son unos datos importantes en sí mismos, pero si, además, los ponemos en relación con la evolución de los sucesivos gobiernos de los que formó parte y su acción política nos permiten llegar a la conclusión de que Lorenzo Arrazola fue uno de los personajes claves de todo el reinado de Isabel II. Los especialistas en el periodo señalan el papel de Arrazola como hombre de confianza del general Ramón María Narváez, líder indiscutible del Partido Moderado y principal defensor del sistema isabelino frente a los movimientos revolucionarios. 

En este sentido destaca la estabilidad de Arrazola como miembro de los sucesivos gobiernos de Narváez, que además de la cartera de Gracia y Justicia le llegó a asignar interinamente las de Estado y Ultramar en alguna ocasión; mientras que los restantes miembros de los sucesivos gabinetes cambiaron en numerosas ocasiones. Además cabe destacar entre toda la acción gubernativa las medidas promovidas desde Gracia y Justicia, entre ellas el sobreseimiento de las causas abiertas por delitos de imprenta. 

Otra prueba más de su valentía personal y compromiso político con el moderantismo la dio en 1872, ya de edad muy avanzada, cuando decidió presentarse a las elecciones al Senado de dicha legislatura por la provincia de Burgos, cargo para el que fue elegido. A todos llamó la atención la decisión, pues don Lorenzo había obtenido la condición de senador vitalicio en 1848 y había desempeñado el cargo en todas las legislaturas siguientes, desde la de 1849-1850 hasta la de 1867-1868.

No podemos acabar esta breve semblanza de nuestro personaje de hoy sin hacer mención, aunque sea brevemente, a su trayectoria intelectual. Catedrático de la Universidad de Valladolid y posteriormente de la Universidad Central de Madrid, Arrazola fue el impulsor de uno de los grandes proyectos editoriales sobre Jurisprudencia y Derecho que verían la luz a lo largo del siglo XIX, La Enciclopedia del Derecho y Administración, de la que aparecieron 12 volúmenes entre 1850 y 1870. 

Como es obvio, ilustramos esta breve semblanza con el retrato de Arrazola que La Ilustración … publicó en portada. Es obra del grabador Bernardo Rico y Ortega (1824-1894), realizado a partir de un dibujo del pintor e ilustrador Alfredo Perea y Rojas (1839-1895), preparado sobre una fotografía de Eusebio Juliá (1826-1895), cuyo fondo fotográfico fue adquirido hace años por la Biblioteca Nacional de España.