Todos conocen lo que es una colmena, la miel, la cera y lo que representan las abejas. Son imprescindibles para la polinización en el medio natural y agrícola, y  más en nuestra tierra.Aquí tenemos la suerte de producir una de las mejores mieles del mundo, la tan nombrada y famosa miel de la Alcarria. Es gracias a la enorme variedad de plantas melíferas que crecen en nuestros campos, peroestos esforzados insectos, además de la miel y el polen recolectan otra sustancia desconocida por la mayoría pero no menos beneficiosa: el propóleo. 

Tiene un color que varía del amarillo al castaño rojizo y al negro. Es usada por las abejas para sellar grietas y fisuras cuando el enjambre está alojado en el hueco de un árbol o entre rocas y necesita tapar algunas partes por donde puede entrar la lluvia o el aire frío si quieren sobrevivir al largo invierno. Este compuesto resinoso solidifica por completo cuando esta frío.

En una colmena moderna todo ajusta perfectamente y se podría pensar que es innecesario, pues a veces taponan lugares que dificultan la ventilación produciéndose humedad, condensándose y llegando a congelarse  en los meses invernales, además de pegar los cuadros de los panales y la tapa dificultando su manejo. Su enorme poder antiséptico y antibiótico supera con creces estas pequeñas dificultades para el apicultor pues a las abejas las libra de bacterias, hongos y parásitos.

Curiosidades apícolas: el propóleoLo suelen obtener mayoritariamente de los brotes del álamo, cerezo, castaño, roble, abedul, sauce y pino, cuando la temperatura hace que tenga cierta elasticidad. No está exento de dificultades al ser pegajoso pues de la gota de esta resina la abeja desprende una pequeña porción en forma de hebra con las mandíbulas. Al ser elástica, y con la ayuda de las patas intermedias es llevada al cestillo de las patas traseras. Cuando ha realizado esta operación varias veces ha ido formando una pequeña bola para ser transportada, como lo hacen con el polen. En ocasiones nos encontramos en la colmena gotas de propóleo en lugares donde aparentemente no tiene ningún sentido, pero seguro que es parte de la estrategia de las abejas para higienizar todo el espacio.

Pero aún queda el trabajo de desprenderse de las bolitas de propóleo de los cestillos de las patas. Es algo difícil de hacer al ser pegajosas por lo que necesitan la ayuda de otras abejas. Las portadoras se tienen que aferrar fuertemente para no ser arrastradas cuando las extraen esta sustancia. Con bastante frecuencia esta operación la suelen hacer en la misma entrada de la colmena sin que lleguen a entrar en ella. Las encargadas de depositarlo en el lugar donde consideren necesario lo llevan en las mandíbulas para aplicarlo.

Al ablandarse con el calor hasta media mañana no suelen extraerlo y puede ocurrir que a última hora de la tarde  a alguna le quede parte de la bola en las patas endureciéndose al bajar la temperatura, por lo que a la mañana siguiente se pondrá al sol en la entrada para ser liberada de la carga. Muchas veces vemos cómo en cuadros vacíos destinados a la cría o a ser rellenados de néctar, o los mismos alambres donde se colocan las planchas de cera son revestidos por una finísima capa de propóleo con el único fin de preservarlos.