«Ya hemos asentado ocho familias en cuatro pueblos»

Inmaculada López Martínez
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El vicepresidente de Pueblos con Futuro explica el origen y la labor que está realizando esta asociación para fijar población en el medio rural

«Ya hemos asentado ocho familias en cuatro pueblos» - Foto: Javier Pozo

Tras una larga trayectoria política vinculada al Partido Popular de Guadalajara, Mario González Somoano decidió aprovechar la llegada de la jubilación para involucrarse en el bonito proyecto de Pueblos con Futuro, una asociación de la que es vicepresidente y donde vuelca su bagaje y profundos conocimientos sobre el medio rural de la provincia. 

¿Cómo surge la idea de crear la asociación Pueblos con Futuro?

Surge a iniciativa de la Fundación Ángeles Urbanos de Madrid, que lleva muchos años ayudando a familias desfavorecidas. Su presidenta, Ángeles Ramos, ha dedicado toda su vida a la caridad. En julio de 2019, tuve la oportunidad de mantener un encuentro con ella y fue ahí cuando nos planteamos la posibilidad de ayudar a familias con necesidad de trabajo y ganas de asentarse en el medio rural. Empezamos a movernos y a tener reuniones con alcaldes de pueblos de Guadalajara para ver las posibilidades que había, concretamos dos o tres zonas de actuación y arrancamos en Pareja porque fue donde se daban las circunstancias más idóneas. Allí asentamos a la primera familia. Cuando dimos este primer paso fue cuando creamos la asociación ya que necesitábamos un soporte legal y el de Ángeles Urbanos no nos servía. En concreto, Pueblos con Futuro nació en enero de 2020.

¿Cuál es su principal cometido?

El principal cometido de Pueblos con Futuro es dar cobertura y ayudar a familias que quieren unir su proyecto de vida al medio rural.

¿Deben cumplir algún requisito?

Hablamos de todo tipo de familias, ya sean españolas o inmigrantes, que quieran realmente irse a vivir y a trabajar a un pueblo. Eso sí, tienen que encajar con las peticiones que nos surgen por parte de los ayuntamientos o en las iniciativas que podrían ponerse en marcha en materia de emprendimiento. Lógicamente, las familias más desfavorecidas tienen una mayor disposición a hacerlo. Aunque la asociación es de ámbito nacional, hemos arrancado en Guadalajara porque conocemos el terreno y porque es el mayor ejemplo de despoblación.

 Hasta el momento, ¿cuántas familias han conseguido asentar?

Por ahora, hemos asentado a 36 personas pertenecientes a ocho familias en cuatro municipios de la provincia: Pareja, Algora, Saelices de la Sal y Fuentelsaz. De ellas, hay 14 trabajando y hay 14 alumnos que van colegios o institutos de la zona.

¿A qué ocupaciones se dedican?

Hay de todo un poco. Tres personas están trabajando para ayuntamientos, otras en el cuidado de familias y mayores, en granjas, en la construcción, algunos regentan una tienda, un bar... El medio rural en Guadalajara tiene muchas posibilidades de trabajo, pero a veces hay que agrupar las ofertas para que una familia pueda tener dos o tres empleos a media jornada.

Entonces, ¿el balance es positivo?.

Sí, es muy positivo. Estamos consiguiendo demostrar que se puede fijar familias y población en los pueblos aprovechando los recursos que ofrece el medio rural.

¿Cómo han sido recibidos estos nuevos pobladores?

La reacción y la aceptación de la gente de todos los pueblos están siendo muy buena y por parte de los ayuntamientos, también. Hay una colaboración muy estrecha. En algunos casos, incluso les han recibido con donaciones anónimas de comida y ropa en la puerta de sus casas. En Pareja, se han incorporado siete niños al colegio y la gente está encantada.

¿Cuál es su perfil?

Hasta ahora, son todos familias inmigrantes, algunas con doble nacionalidad por tener ascendencia española. Mayoritariamente son de Venezuela y también tenemos una familia de Ucrania. Estamos creando una bolsa de familias con perfiles distintos para tratar de encajar o acertar en las vacantes que van surgiendo. Eso es lo más importante. 

¿Cuáles son las principales dificultades que encuentran en su labor?

En general, ha sido más fácil de lo esperado porque Pueblos con Futuro ya es un referente de cara al ayuntamiento. Es decir, no es una familia que llega al pueblo porque ha visto un anuncio y el ayuntamiento tiene que estar pendiente. Nosotros somos los que damos el aval, la cobertura y hacemos un seguimiento de cada caso. Que una familia llegue de la mano de Pueblos con Futuro es una garantía. En todo caso, el mayor problema que nos encontramos en los pueblos es que no hay viviendas disponibles, hay muchas casas vacías pero muy pocas se alquilan.

¿Se han ofrecido muchos ayuntamientos a acoger familias?

Al principio, hicimos un estudio y un recorrido previo de seis meses por varias zonas de la provincia para conocer las posibilidades reales y los recursos que existían y hablamos con algunos ayuntamientos sobre nuestro proyecto. A raíz de ahí, varios nos  han llamado para pedirnos alguna familia y, en otros casos,  nosotros hemos tomado la iniciativa. De todas formas, hasta que no hicimos los primeros asentamientos no quisimos hacer publicidad de la asociación, pero ahora que hemos salido en los medios es cierto que nos conocen y nos tienen más en cuenta.

¿Ha afectado la pandemia a la actividad de la asociación?

Cuando comenzamos a trabajar fue antes de la crisis del Covid y ya había familias con interés de marcharse a vivir a un pueblo. Pero estamos viendo que la pandemia está revalorizando el medio rural y eso contribuye a que haya una mayor disposición a la hora de vivir en un pueblo. Hasta ahora, la tendencia general era irse a la ciudad y, en estos momentos, hay gente que quiere retornar a los pueblos, sobre todo, jubilados nativos que quieren pasar mayores temporadas y familias que pueden teletrabajar. Es una concepción que no hemos conseguir cambiar a nivel cultural ni educativo y, sin embargo, la pandemia sí lo ha conseguido en cierta manera. Ahora, parece que vivir en el medio rural no es algo despectivo sino todo lo contrario.

¿Cuentan con la colaboración de administraciones u otras entidades?

Hasta el momento, la financiación que hemos tenido ha sido gracias a donativos de gente y de algunas empresas. Tuvimos una reunión con representantes de la Diputación Provincial y se han comprometido a firmar un convenio para este año. También hemos tenido llamadas de algún grupo de acción local para analizar estrategias comunes. 

Llevaba muchos años dedicado a la política provincial. ¿Por qué decide colaborar con Pueblos con Futuro?

Es un proyecto al que me vinculo a título personal cuando me jubilo. Lo hago, en primer lugar, porque creo en las posibilidades y oportunidades que ofrece el medio rural y porque considero que, hasta ahora, las administraciones no han acertado con las políticas que han aplicado para fijar población y que haya más dinamismo económico en los pueblos. Lo que no he conseguido en mi actividad profesional, espero poder hacerlo ahora. Creo que mis conocimientos sobre el medio rural de Guadalajara pueden ser útiles en este sentido. Quiero contribuir con la provincia de Guadalajara, una provincia a la que quiero y conozco mucho.

¿En qué nos hemos equivocado para haber creado un desigualdad demográfica tan salvaje entre la ciudad y el medio rural?

Creo que lo que no ha sabido hacerse es defender los valores y la importancia que tiene el medio rural y todas las oportunidades que ofrece.  Tratando de ayudar al medio rural, muchas veces se han hecho críticas que lo que han conseguido es desprestigiarlo. Por ejemplo, se ha dicho muchísimas veces que en el medio rural no hay servicios y no es cierto. Los servicios básicos están, aunque claro que son mejorables. Lo que no podemos tener es una universidad ni un hospital en un pueblo. Otras veces se ha dicho que falta trabajo en los pueblos para que la gente se quede y tampoco es así. Si vamos a Sigüenza, por ejemplo, vemos cómo hay 120 personas que todos los días van y vienen desde Guadalajara a trabajar. Lo mismo ocurre en Trillo con la central nuclear o en Molina de Aragón. Desde las administraciones nunca se han hecho campañas ni se ha promovido una educación en favor del medio rural, remarcando sus aspectos positivos. Es un déficit ha contribuido a fomentar la cultura urbana que hemos tenido hasta hace bien poco. Tampoco se han hecho estudios rigurosos en los territorios para analizar las necesidades educativas de cara a formar a los jóvenes en ocupaciones que les permitan emprender o tener empleos en el medio rural. Además, las tecnologías tendrían que estar al servicio de los ciudadanos de los pueblos y no lo están.

¿Lograremos revertir la situación?

Muy a largo plazo. Lo primero que tenemos que conseguir es que la gente que es originaria de los pueblos pase más tiempo en los pueblos. Eso ya sería un avance. Y luego habría que lograr que las familias que, por ejemplo, tienen la opción de teletrabajar también se vengan a vivir poniendo los medios y las condiciones adecuadas para ello.

¿Qué soluciones concretas podrían plantearse para incentivar el retorno a los pueblos?

Por ejemplo, una buena medida sería la tarifa plana para autónomos y otra los microcréditos. Además, habría que poner a disposición de la gente de los pueblos pequeños espacios para facilitar el acceso a las nuevas tecnologías. 

 En este sentido, ¿cómo analiza el futuro de la Guadalajara rural?

Si las instituciones públicas pasan de las buenas palabras a los hechos con apuestas concretas y sencillas para incorporar población, la mayoría con escaso coste económico, creo que el resultado en poco tiempo sería positivo. Pero no habrá futuro si se sigue en la misma línea demagógica.