La campaña de las disyuntivas

Arantxa Bernarte (EFE)
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El 'comunismo o libertad' de Ayuso se la juega frente a una izquierda que llama a elegir entre 'fascismo o democracia'

Los seis candidatos a la Comunidad solo se han enfrentado en un debate, el organizado por Telemadrid. - Foto: Juanjo Martín

La conjunción o nunca se había repetido tanto en unos comicios en Madrid, pero las de 2021 pasarán por ser las elecciones de la disyuntiva ideológica, las de elegir no entre programas ni promesas, sino entre alternativas que contraponen conceptos como libertad y democracia a corrientes como el comunismo, el fascismo o el socialismo.

Cuando el bipartidismo parecía cosa del pasado, los partidos que aspiran a tomar las riendas en la Puerta del Sol han planteado el 4-M como una nueva disyuntiva, pero no basada en siglas, sino en ideales que retrotraen a hace un siglo.

Porque si el PP arrancó la precampaña con un sonoro socialismo o libertad, que tornó en comunismo o libertad al presentarse candidato el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, es ahora la izquierda la que invita al votante a plantearse la elección en términos absolutos, con su fascismo o democracia.

Pero no solo la campaña ha sido atípica. La legislatura que comienza será solo para dos años, hasta que en 2023 se vuelvan a celebrar elecciones. Al breve periodo legislativo que hay por delante se le suma que serán dos años marcados por la respuesta sanitaria al coronavirus y por la crisis económica.

Dos factores que han contribuido a que los partidos no hayan defendido propuestas en educación o medioambiente, pasando por el deporte, la vivienda o los jóvenes.

Las grandes palabras -democracia, libertad, fascismo, comunismo...- han sonado más que términos como inversión o servicios, e incluso que clásicos como transparencia, corrupción o austeridad.

Seguridad es otra de las palabras que más ha sonado como consecuencia de la cascada de cartas amenazantes recibidas por algunos de los candidatos. Unas misivas que añadieron más tensión a la mostrada por los candidatos, con escenas como la interrupción de un debate a la mitad o mítines con detenidos por arrojar piedras a los oradores y sus simpatizantes, como ocurrió en el de Vox en Vallecas.

Denuncias y vetos

Ha sido una campaña pasada por los tribunales: desde las denuncias entre unos y otros por utilizar medios de los Gobiernos madrileño o central para hacer «electoralismo», hasta la anulación de candidatos en las listas por no cumplir con los requisitos para presentarse (como Toni Cantó con el PP), pasando por denuncias contra carteles electorales polémicos sobre inmigración (Vox).

Pero también ha sido una campaña de vetos: los de quienes ponían condiciones para sentarse a debatir, los de quienes anunciaban con quién sí pactarían y con quién no, los de quienes proponían cordones sanitarios a Vox y los de quienes, antes de saber si estarán o no al frente del Gobierno, se repartían consejerías o vetaban propuestas de sus hipotéticos futuros socios.

Pero es que, además, las elecciones a la Asamblea de Madrid nunca habían llevado tantas veces en sus mítines las palabras Moncloa o España, porque los de 2021 son los comicios madrileños más nacionales que se recuerdan.

La salida de Pablo Iglesias de la Vicepresidencia dio el aviso de la importancia que para todos tienen unos comicios que el PPha planteado como una lucha entre Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez.

Con el cierre ayer de la campaña de las elecciones madrileñas menos madrileñas, los madrileños se levantarán mañana con los mismos problemas que ayer y con la misma necesidad de soluciones, aunque la invitación que reciben para ir a votar mañana parece que se limita a «ideología o ideología».