Coraje para sobrevivir

Inmaculada López Martínez
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Tras casi ocho meses ingresado en el Hospital por la infección de una bacteria, e incluso darle varias veces por muerto, el valdesotero Juan José Blanco recibía el alta emocionado y muy agradecido por la atención recibida de los sanitarios

Coraje para sobrevivir - Foto: Javier Pozo

Una pesadilla milagrosa. Así podría definirse el drama personal que Juan José Blanco Muelas ha padecido en los últimos ocho meses y que ha logrado superar gracias a la alianza perfecta que se forjó entre su admirable coraje y la ciencia médica. A pesar de la dureza de su testimonio, este vecino de Valdesotos ha querido darlo a conocer públicamente como muestra de agradecimiento y homenaje a todos los profesionales sanitarios que durante este tiempo le han cuidado, ayudado, acompañado, mimado y, sobre todo, le han dado ánimos para seguir adelante. «Tengo que agradecer a la sanidad pública todo lo que ha hecho por mí. Nunca antes la había necesitado porque siempre fui una persona muy sana y ahora es cuando me he dado cuenta de su importancia», declara entre lágrimas.

El calvario de Juan José comenzó el pasdo viernes 4 de septiembre. Ese día, su gato Yoyo y el perro de su hijo Jorge tuvieron una pelea de la que el felino salió huyendo a lo alto de una valla. Juan José intentó bajarle, pero el animal seguía asustado y le mordió. Esa dentellada a la que nadie dio importancia y que quedó en una simple anécdota de aquella disputa entre mascotas, fue el origen fortuito de la infección bacteriana que Juan José sufrió y que desembocó en una sepsis fulminante en apenas cuatro días. «El domingo ya nos dijo que tenía una sensación muy rara y empezó a tener fiebre muy alta», relata su nuera, Irene Vicente. «Pensamos que había cogido el Covid, pero el lunes le hicieron un PCR y dio negativo». El malestar de Juan José se fue agudizando. «El martes dejó de sentir los pies y empezó a ponerse morado. Rápidamente, mi marido se lo llevo a urgencias al centro médico de Cogolludo y de allí ya salió sin poder andar en ambulancia para Guadalajara», recuerda la también alcaldesa de Valdesotos.

En ese momento, arrancó un calvario indescriptible para Juan José y toda su familia. «Enseguida nos llamó mi marido para decirnos los malos pronósticos: mi suegro se moría». Por fortuna, no fue así. Juan José resistió un mes en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), superando momentos sumamente críticos. «Varias veces nos dijeron que fuésemos a despedirnos de él, incluso le dieron la Extremaunción un par de veces», asegura Irene.

A pesar de la mejoría física que Juan José fue experimentando gracias a sus enormes ganas de vivir y a la favorable evolución de los tratamientos médicos que iba recibiendo, la terrible infección que había sufrido obligó a amputarle los pies y parte de las manos. Por si esto fuera poco, durante su estancia en la UCI cogió un hongo que le produjo la pérdida de un ojo y ya en planta, donde permaneció el resto de su largo ingreso hospitalario, se contagió del coronavirus, por suerte, de manera asintomática. «Cuando cogió el Covid estuve con él once días sin salir de la habitación para poder ayudarle a darle de comer y a moverse», cuenta Jorge Blanco, el mayor de sus cuatro hijos y esposo de Irene. «Lo hemos pasado muy, muy mal pero ha valido mucho la autoestima tan alta que mi padre tiene», confiesa.

Al principio, los médicos pensaron que Juan José podía tener algún tipo raro de meningococo. Sin embargo, lo descartaron poco después. «Para descubrir cuál había sido el origen de la infección insistieron mucho en que les contásemos qué tipo de vida llevaba mi suegro, si había pasado algo los días previos y cuando les contamos lo de la mordedura del gato y analizaron al animal, que tuvo que estar en cuarentena, comprobaron que ésa había sido la causa», dice Irene. «A mi marido también le mordió el gato y no le pasó nada, pero nos explicaron que a mi suegro le debió pillar bajo de defensas y que la bacteria que le transmitió fue fatal para él». 

El pasado vienes fue un día inolvidable y muy emocionante para Juan José y sus seres queridos. Tras vencer esta sobrecogedora odisea, recibía el alta hospitalaria rodeado de abrazos y gestos de cariño. «Ha sido muy duro y gracias a que tengo cuatro hijos, una nieta y una familia maravillosa», afirma. 

Por supuesto, este valiente valdesotero no se olvida de mencionar a todos y cada uno de los médicos, enfermeros, auxiliares y demás personal sanitario que han estado a su lado a lo largo de este doloroso periplo. «Me acuerdo mucho del auxiliar Juan de la séptima planta, del enfermero David de la octava, de otra enfermera muy cariñosa que se llama Rebeca, de la doctora Asunción Costa de Medicina Interna, de los fisioterapeutas y de tantos otros que me han ayudado y que no han permitido que decayera», afirma. 

Y es que, todos estos profesionales ya son para Juan José como «una nueva familia». «Cumplí los 63 años en el Hospital y me prepararon una sorpresa, me hicieron regalos por Nochevieja, el día de Reyes, han estado siempre muy pendientes de mí» declara agradecido. «Me decían que me he salvado gracias a mi fuerza y ganas de vivir».

Ahora, empieza otra ardua batalla para este hombre osado. Por delante tiene una nueva vida adaptada a sus limitaciones de movilidad que, a medio plazo, espera mejorar con la colocación de prótesis. Por supuesto, la ayuda de la sanidad, el apoyo incondicional de los suyos, y, sobre todo, la fuerza, el optimismo y el buen humor que siempre ha llevado por bandera seguirán siendo sus mejores aliados.