A sus 25 años, Celia Jiménez es un espejo para cientos de niñas: internacional con la Selección Española de Fútbol, tanto de forma absoluta como en categorías inferiores, jugadora del OL Reign de la NWSL, una de las mejores ligas del mundo, y graduada en ingeniería aeroespacial.
Un camino lleno de curvas e imposibles convertidos en realidad, desde que a los 15 años saliera de su Jaén natal para conseguir sus sueños: “Mi vida ha sido una montaña rusa bastante intensa. Si pudiera volver atrás, volvería a subir sin ninguna duda. He tenido que sacrificar mucho. Me fui de casa a una edad muy temprana. Aunque no ha sido fácil, en el camino he conocido amistades que se han convertido en familia, experiencias que me han hecho ser la persona que soy hoy… y no lo cambiaría por nada del mundo”.
Formada académicamente en la Universidad de Alabama, sabe cuáles son los ingredientes necesarios para alcanzar sus objetivos: “Todos tenemos derecho a soñar y a cumplir nuestros sueños, pero hay que poner las medidas y la estructura para que eso se cumpla. El sacrificio, la constancia y la ambición son claves, y con la cabeza puesta en el objetivo, todo es posible”.
La eterna dicotomía, ¿apostar por la formación o por el deporte? No hay que elegir, Celia tiene claro que deben ser complementos la una de la otra, apoyarse para avanzar e ir juntas de la mano para desarrollarse de forma completa: “Lo que aprendes en un ámbito te sirve para el otro. El valor de la constancia: no puedes tener un buen rendimiento sin entrenar de forma constante; igual que no puedes rendir en un examen solo estudiando el día de antes. El valor del sacrificio: no puedes jugar bien si te vas de fiesta la noche de antes; y en el examen si la noche de antes estás viendo una película. Creo que la filosofía es bastante similar y por eso pienso que son perfectamente compatibles. Los últimos meses, en los que me graduaba y no sabía si iba a ser profesional, o si tendría que seguir estudiando… los afronté con paciencia, sabiendo que la única forma de construir un buen futuro era trabajando en el presente. Me agarré a la idea de ir escalón a escalón, dando pasos firmes”.
Afortunada por poder competir con las mejores jugadoras y en las mejores ligas del mundo, de representar a su país y de haber conseguido terminar unos estudios muy exigentes, Celia no quiere ni oír hablar de elegir entre ambas: “El mejor sueño es que mis dos pasiones están al mismo nivel. Me preguntan mucho si prefiero ganar el Mundial o ir a la Luna, y mi sueño son las dos. Si no elegí con 18, ¿por qué debo hacerlo con 25? De verdad pienso que son compatibles. La pasión por el fútbol nació de la pasión por el deporte. Empecé a andar con 7 meses y era porque quería comerme el mundo. Y la pasión por la ciencia y la ingeniería nació al mismo tiempo. Recuerdo hacer coches con la caja de cereales”.
El 11 de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, fecha marcada en rojo en el calendario por su importancia y la visibilidad que requiere: “Es un día para reflexionar acerca del momento que vivimos, pero sobre todo para demandar y compartir el camino y los pasos que nos quedan por dar. Este día me parece oportuno para establecer los pasos que hay que dar y las decisiones que se deben tomar, desde cualquier estamento, para llegar a la realidad en la que los cargos y los espacios profesionales sean independientes al género de quien los ocupe. Nos queda un largo camino por recorrer para que puestos de responsabilidad estén abiertos a cualquier persona. Si le damos oportunidades a las niñas, adolescentes o jóvenes profesionales para que desarrollen su experiencia y su currículum, el cambio seguirá siendo posible”.
Ineludible es la importancia de Iberdrola en el desarrollo del deporte femenino, algo que Celia no quiere pasar por alto y dejar de apuntar: “El valor que tiene Iberdrola es enorme. No solo con el fútbol. Ha puesto en el mapa muchos deportes femeninos que eran desconocidos en España. Está invirtiendo, no solo en crear unas competiciones más profesionales, sino también en los valores que se promueven a través de las deportistas, reflejados en la sociedad. Iberdrola tiene una responsabilidad social muy alta y ha elegido unos mecanismos para mejorarla muy efectivos, como el papel de la mujer en el deporte. Han apostado por el impulso y el desarrollo de una sociedad más igualitaria”.
Celia ha vivido en sus propias carnes la parte más exigente del deporte: “Con 14 años debuté en el Real Jaén. Entrenábamos en un campo compartido con otros equipos, viajábamos de Jaén a Éibar en autobús, llegaba a casa a las 6 de la mañana y a las 8 estaba en el Instituto. Sí que se están dando pasos. Por eso este día es tan importante para reflexionar. Hay que ver hasta dónde hemos llegado, hasta dónde queremos llegar y cómo lo vamos a hacer. La clave está en que la sociedad demanda fútbol femenino. Igual que hay cultura de cantar en los estadios, de invitar a alguien al campo o a casa a ver el fútbol masculino… también se puede desarrollar en el femenino. Eso pasa porque empresas como Iberdrola dan la oportunidad de seguir creciendo. La Primera Iberdrola cada día da pasos más grandes y más seguros. Va en muy buena dirección”.
El deporte y la ciencia avanzan hacia la igualdad, de la mano de los cambios y contextos sociales que vivimos: “El cansancio, el riesgo de lesiones, los desplazamientos, los kilómetros y las horas de entrenamiento son las mismas. Igualmente en el campo de la ciencia. Las horas de trabajo son las mismas, los horarios, la carrera, los exámenes… todo es igual y debemos tener la misma infraestructura para poder llegar a la cima de la pirámide y conseguir las oportunidades para acceder a los puestos en altos cargos”. Celia confía en un futuro mejor de aquí a unos años: “Espero vivir en una sociedad más justa, donde podamos disfrutar de los beneficios de la diversidad y donde las mujeres puedan aportar y mejorar el ambiente laboral… donde los hombres puedan hacer lo mismo en ámbitos que hasta ahora han tenido una connotación femenina. Además de justa, seríamos una sociedad más rica. Ese es el lugar en el que me gustaría verme dentro de 10 años”.
Y un último mensaje para todas aquellas niñas que, como Celia en su momento, sueñan con hacerse un hueco en el mundo de la ciencia: “Me gustaría lanzar un mensaje de ánimo a todas las chicas que quieran entrar en este campo: «Son oportunidades y ámbitos en los que podemos aportar mucho, cambiar la realidad y hacer de nuestro futuro algo mejor".