Guadalajara, en el cuaderno de viaje de Mariano Pedrero

Beatriz Palancar Ruiz
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Uno de los bisnietos del este ilustrador burgalés quiere a dar a conocer la figura de este artista que trabajó en importantes revistas entre finales del siglo XIX y principios del XX

Guadalajara, en el cuaderno de viaje de Mariano Pedrero

Es común que escritores y artistas porten siempre consigo un cuaderno de viaje en el que tomar notas o realizar pequeñas ilustraciones cuando uno visita un destino de paso o con intención de pasar en él unos cuantos días. Da igual que se trate de un viaje de trabajo o de placer. El artista necesita plasmar lo vivido. Es una necesidad vital.

Este sería el caso de las tres acuarelas y tres dibujos a lápiz de color que el ilustrador Mariano Pedrero realizó de Guadalajara ciudad y Sigüenza en septiembre del año 1917, cuando contaba con 52 años y ya tenía una carrera consolidada. En la capital, el artista plasmó la fachada del santuario de la Virgen de la Antigua a lápiz, mismo material que usó para definir la estética de la céntrica calle de San Esteban, mientras que optó por la acuarela para plasmar una estampa eminentemente rural de las que eran las afueras de la ciudad desde la puerta de la muralla que se dirigía a Zaragoza donde puede verse al fondo la concatedral de Santa María.

En el caso de la ciudad de El Doncel, existen dos acuarelas y un dibujo a lápiz que representan el castillo, una calle del casco urbano adornada con un pequeño arquillo y una imagen desde una huerta en la que se ve al fondo la silueta de la catedral seguntina.

Guadalajara, en el cuaderno de viaje de Mariano PedreroGuadalajara, en el cuaderno de viaje de Mariano Pedrero

Todas las ilustraciones tienen un mismo formato, media cuartilla de folio, y las conservan los herederos del artista, sus bisnietos. Uno de ellos, Andrés Pedrero está dedicado a difundir la obra de su bisabuelo para que se conozca su exitosa carrera: “En la familia, tenemos gran cantidad de obra acumulada. Yo el que más porque he ido comprando todo lo que he encontrado. No quiero que se pierda. Quiero que se quede en la memoria para que sea conocido como Sorolla o Picasso. En Burgos, su nombre suena más porque él procede de allí. Y en Madrid también porque las grandes revistas tenían su sede en esta ciudad y él trabajaba en ellas. Quiero recordar al artista y darlo a conocer porque está un poco olvidado. El dibujo está infravalorado. Los dibujantes pasan más desapercibidos en la historia. Él hacía dibujo y acuarela”, explica Andrés Pedrero.

Sobre la presencia de Mariano Pedrero en la provincia de Guadalajara, su bisnieto mantiene que el ilustrador, “cuando viajaba por motivos profesionales y privados, de vacaciones, tomaba apuntes. Tengo cinco cuadernos con dibujos de campo hechos en cuartillas de medio folio. Los de Guadalajara supongo que proceden de un cuaderno de campo porque fuese un viaje para cubrir alguna noticia en Guadalajara o Zaragoza, o bien por motivos privados. Él viajaba mucho por toda la geografía española. En la familia tenemos estas imágenes que forma parte de una colección. No me consta que ninguna de estas imágenes haya sido publicada en ningún medio de los que él trabajó pero es cierto que la obra de Mariano Pedrero es inabarcable”, asegura Andrés, quien destaca que existen otros cuadernos de campo con paisajes de las provincias de Cantabria, Burgos y La Rioja.

Y es que no es extraño que el ilustrador Mariano Pedrero conociese la existencia de Guadalajara porque durante su época como cronista del rey Alfonso XIII para la revista La Ilustración Española y Americana realizó al menos un dibujo en el que aparece el monarca en el Real Aeroclub de Madrid con la presencia de globos aerostáticos que procedían del Parque de la Aerostación que tuvo su sede en la ciudad de Guadalajara.

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Guadalajara, en el cuaderno de viaje de Mariano Pedrero
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Guadalajara, en el cuaderno de viaje de Mariano Pedrero

Y es que Mariano Pedrero, burgalés de nacimiento, es un ilustrador de su época. En sus comienzos destacan los dibujos para carteles de gran formato que realizó para fiestas populares de estilo costumbrista. En 1898, se traslada a Madrid para ser director artístico de la revista Nuevo Mundo. Desde este momento, su obra irá evolucionando hasta el modernismo dando muestra de ello en publicaciones como Blanco y Negro o La Ilustración Española y Americana, así como en los trabajos que realizó para ilustrar libros de la época como el del Ratón Pérez.