Colonización entre Bolarque y la 'Boca del Infierno'

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'

Colonización entre Bolarque y la ‘Boca del Infierno’

A pesar de los esfuerzos de don Santiago M. Palacios para remontar a épocas remotas el origen de Anguix, lo único que en el terreno estricto de la crítica histórica podemos aceptar hoy por hoy sobre el castillo edificado en su más preeminente peña es que fue construido a mediados del siglo XII, en el proceso de repoblación y colonización de estos parajes que los castellanos llevaron a cabo para afianzar su dominio en la comarca frente a los musulmanes, que aún controlaban el territorio contiguo, al otro lado de las cumbres de aquellas estribaciones de Sierra que encajonaban las aguas del Tajo y el Guadiela. A explicar como fue aquel proceso, en el que a la sombra protectora que ofrecía la fortaleza fueron desarrollándose varias aldeas, dedicaremos los párrafos que siguen.

Como es sabido, tras la conquista del reino de Toledo en 1085 por Alfonso VI todo el sector oriental de la antigua taifa musulmana, desde las fuertes posiciones de Zorita y Santaver (hoy despoblado próximo al yacimiento de Ercávica, cercano a Huete) hasta Cuenca y Alarcón quedó confiado a la defensa de Alvar Fáñez. Pero la desastrosa batalla de Uclés en 1108 trajo consigo importantes pérdidas territoriales para los castellanos, con la ocupación por parte de los almorávides de casi todo aquel sector del reino toledano. De manera que la frontera quedó fijada por allí en la Sierra de Altomira y el profundo foso del Tajo alto.

En aquel contexto podemos situar el primer documento en el que aparece mencionado Anguix. En 1124, pasados los momentos más difíciles, los vecinos de Zorita tuvieron que volver a fijar los términos que dependían de aquella fortaleza, tal como eran en «los tiempos de Alvar Fáñez» (muerto en 1114).  El análisis detallado de dicha escritura puede servir para comenzar a hacernos una idea bien aproximada de la situación de semi abandono de aquellas tierras, por entonces fronterizas con los almorávides.

Al fijar los límites desde el norte hacia el oeste se indica que los pueblos más lejanos a la fortaleza eran los situados en los valles que bajaban hacia el río Tajuña, "que dividen los términos de Zorita y Guadalajara», y en el propio valle del Tajuña, «que es la parte de Alcalá». Es decir, se hace clara mención a que sus términos limitaban con la jurisdicción de otros concejos cristianos comarcamos, prueba indudable de una organización político-administrativa ya afianzada en todo el sector.

Por el contrario, al delimitar sus términos por el norte, el sur y todo el flanco este (donde se cita a Anguix), tras nombrar los lugares de referencia más lejanos los sitúan en relación con los accidentes geográficos más significativos de la comarca en cada uno de aquellos extremos, indicando que estaban respectivamente «en la orilla del Tajo», «desde la cueva de Fregeçedena hasta el río Tajo», «desde el lado sur del río Barajas … hasta el monte de Glebe Erria (=sierra de Jabalera, actual Sierra de Altomira), … que se extiende hasta el Guadiela» y «entre el Guadiela y el Tajo». Es decir, esta enumeración profusa de parajes naturales y el hecho de que los habitantes de la comarca no hicieran referencia a jurisdicción alguna con la que limitaban sus alfoces por aquellos flancos, nos obliga a pensar que el antiguo territorio de Santáver, al otro lado de las cumbres de la Sierra, aún estaba bajo la influencia de los musulmanes.

Por ello, pocas décadas después, cuando Alfonso VII, una vez superados los enfrentamientos con el reino de Aragón que exigió toda su atención entre 1118 y 1129, pudo prestar atención a la frontera con los musulmanes, tomó toda una serie de medidas para reforzar a los concejos de la frontera e involucrar a numerosos nobles en la defensa de aquel sector.

Entre las numerosas medidas que el monarca tomó fechadas entre 1133 y 1156, durante el mes de septiembre de 1152, hizo carta de donación a Martín Ordóñez y a su mujer, Sancha Martínez, de la Peña de Aguix, en la ribera del Tajo para pagarles los servicios que el matrimonio le habían prestado «tanto entre los sarracenos como los cristianos». Estaba claro que se trataba de un matrimonio de «fronteros», es decir de nobles a los que se quería interesar en la defensa de aquel territorio, pues en el privilegio Alfonso VII deja clara su intención: «os la doy para que construyáis en ella un castillo y la pobléis2. Los términos adjudicados, descritos en la carta de donación, eran un amplio territorio que se extendía desde la desembocadura del Guadiela en el Tajo, junto a Bolarque, hasta los collados de Valdeconcha y Auñón, y hasta el vado de Durón por el norte.

De la documentación posterior se puede deducir que la familia de fronteros cumplió bien con el encargo del monarca. 

Pasados veinticinco años, el 30 de marzo de 1178, Pedro Martínez, hijo de Martín Ordóñez, junto con sus hermanos y su tío Gotor Ordóñez, vendieron a la Orden de Calatrava la heredad de Auñón con sus términos. Como quiera que el propio castillo de Anguix y la aldea desarrollada a sus pies, así como otro lugar, llamado El Quadrón, surgido a la sombra de un torreón que defendía un paso del Tajo entre Auñón y Anguix dentro del territorio delimitado en la donación de Alfonso VII, aparecen como aldeas de Huete en las décadas siguientes, podemos concluir que la labor de colonización de Martín Ordóñez y sus descendientes fue intenso. 

Y bastante productivo, si atendemos a las 1.000 libras de oro entregadas por el maestre calatravo a los descendientes de Martín Ordoñez a cambio de Auñón.