Cabeza y corazón

Antonio Herraiz
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Pudo haber sido piloto de vuelo y hacer carrera deportiva en el voleibol. Finalmente, se decantó por la medicina y lleva 26 años al frente del servicio de Cardiología del Hospital de Guadalajara. Es el flamante presidente del Colegio de Médicos

Cabeza y corazón - Foto: Javier Pozo

Javier Balaguer (Linares, 1959) quería ser piloto de vuelo. De niño y luego de adolescente le dio la tabarra sin descanso a su padre para que le dejara, al menos, intentarlo. Pinchó en hueso porque el padre tenía miedo a volar y ese paso hubiera creado un conflicto familiar. Gracias a la fobia paterna, la aviación perdió un piloto que, a estas alturas de su vida, tendría muchas horas de vuelo. En cambio, la medicina sumó un gran cardiólogo. Aunque solo fuera por el número de vidas que ha salvado, Guadalajara salió ganando con el cambio. 

Balaguer recaló en la medicina un tanto por casualidad. En su familia, no había ningún antecedente dentro de una carrera que le empezó a cautivar hace más de 40 años. «No creo en la vocación profesional y la prueba es que jamás había pensado ser médico. Me incliné por la cardiología porque conseguí un buen número MIR y me parecía una especialidad atractiva. Sin más. Lo mejor ha venido después, cuando me he enamorado de mi profesión día a día. Hago lo que me gusta y eso no tiene precio. Me siento muy afortunado». 

Lo de estudiar medicina fue su vía de escape para seguir jugando a voleibol. Esta extraña mezcla tiene su explicación. Se matriculó en la Universidad de Granada para jugar en el equipo universitario. Consiguió ascender a la máxima categoría en una época en la que el Real Madrid tenía una sección de vóley. Fuera de su club, llegó a jugar un campeonato del mundo en Brasil con la selección junior y fue preseleccionado con la absoluta. Cuando se acercó al último curso de sus estudios tuvo que decidir y también ganó la medicina. Obtuvo el premio extraordinario fin de carrera. 

Javier Balaguer aterriza en Guadalajara en 1995 tras quedar el número uno en la convocatoria abierta para cubrir la jefatura de sección de Cardiología. Antes, había estado siete años en la Clínica de la Concepción, en la Fundación Jiménez Díaz, donde se especializó en electrofisiología, una prueba que sirve para diagnosticar y examinar las arritmias. Aquí, se convirtió en el jefe de sección más joven de España. «Entonces tenía el pelo negro», bromea. El servicio de cardiología lo formaban 5 cardiólogos. Ahora, son 19. En estos 26 años, bajo su dirección, el departamento ha sido reconocido varios años como uno de los mejores en la convocatoria de los Premios Top 20 de hospitales a nivel nacional, considerados los Óscar de la Sanidad. 

Cuando habla de su departamento, Balaguer nunca lo hace en primera persona y sí como la suma de todos los profesionales que lo integran. “El nivel técnico del servicio de Cardiología está a la misma altura que el de cualquier hospital puntero de Madrid. Eso lo digo sin ningún tipo de remilgo, porque todos los médicos tienen una gran formación”. No se detiene en ninguna intervención especialmente complicada -»es el día a día»-, aunque en más de una ocasión se hayan enfrentado a situaciones muy críticas, con el corazón del paciente roto físicamente tras un infarto agudo de miocardio. «Me produce un orgullo especial la creación del código infarto. Significa que el Hospital de Guadalajara es capaz de tratar todos los infartos agudos de miocardio que ocurren en la provincia en menos de dos horas. Antes, los pacientes tenían que irse a Madrid y ahora podemos atenderles aquí en un espacio muy breve de tiempo y con un nivel de formación igual y, en algunos casos, mayor». 

A su frenética carrera dentro del hospital y en el ámbito de la sanidad privada, el doctor añade ahora una ocupación más: ha sido elegido presidente del Colegio de Médicos de Guadalajara, al que quiere aportar su experiencia clínica y también de gestión al frente de su servicio. «Queremos que el colegio tenga un papel activo y que los médicos lo vean como algo útil». Balaguer es un profesional con cabeza. Y corazón.