Navas de Jadraque

Fernando López Herencia
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La labores de recuperación devolvieron a un azor herido la agilidad para volar

Navas de Jadraque

Las noches aquí son más frescas debido a su altitud y a la influencia de la Sierra del Alto Rey, que se encuentra no muy lejos al norte de este pueblo. Desde antiguo se han dedicado principalmente a la ganadería, pues el terreno y el clima no dan lugar para mucha agricultura, aunque como en tantos otros el ganado ha ido disminuyendo quedando solo una pequeña parte de lo que había hace unas décadas. Prueba de ello son los múltiples corrales y paredes de piedra y pizarra hábilmente construidas por los antiguos pastores, que aún se conservan y que con tanto mimo y esfuerzo se levantaron en su día. Ahora, en ellos además de la hierba vuelven a renacer encinas jaras y otros arbustos sin la presión de las reses que antes pastaban en ellos y por donde tan solo cruza algún corzo y al oscurecer zorro o jabalí.

Paisajes agrestes y casas de piedra típicos de la sierra no exentos de belleza donde el tiempo se detiene entre sus altos cerros, barrancos, como el del Vallejo. También hay arroyos como el Cristóbal, que tiene también categoría de río, llevando sus aguas al Bornoba, como otros del término. Esconde encantadores rincones donde hacer un alto para comer o descansar a la sombra de chopos, sargas y alisos. Es residencia y refugio, además de lugar de anidamiento de muchas pequeñas y medianas aves, sobre todo, insectívoras ya que en este medio tan poco alterado viven muchos insectos que escasean en otros sitios, por lo que resulta de gran interés para los estudiosos de la entomología.

Como en tantos otros lugares de la zona, las aves serán las más agradecidas a la hora de dejarse ver debido a los diferentes entornos. Hay aves de montaña, llanura o de terrenos arbolados, como los ágiles y rápidos azores y gavilanes, capaces de hacer acrobáticos vuelos sorteando las ramas cuando persiguen a sus presas.

Navas de JadraqueNavas de JadraquePaso a describir una historia que tiene relación directa con Navas de Jadraque. En el año 1979 yo trabajaba como cetrero profesional y naturalista en el programa educativo El Mundo de Félix en el Safari El Rincón de Madrid, entre Aldea del Fresno y Villa del Prado, y que recomiendo sin ninguna duda el ser visitado pues quedarán gratamente sorprendidos. A veces nos traían aves y otros animales. Algunos encontrados en el campo, en el nido, por accidentes o simplemente capturados para tenerlos en casa como era costumbre. Por algo el hombre desde la antigüedad siempre ha tenido una especial atracción por las aves de presa.Quedó cautivado por su silueta en vuelo, su velocidad y su fortaleza, lo que dio origen a la cetrería hace más de cinco milenios.

El equipo de los que hacíamos este programa en el que intervenían águilas, buitres, halcones, alimoche, lobos, zorros osos y tejones, entre otros, y en total libertad delante de numeroso público, vivíamos en dos casas a la entrada del Safari. Una mañana en la entrada de estas casas alguien había dejado atado a un asustado azor, nacido ese mismo año. Tenía unos cuatros meses, varias plumas rotas de las alas y casi toda la cola. En esas condiciones no podía volar por lo que me acerqué a la halconera del aeropuerto de Barajas, donde conservamos muchas plumas de las mudas de halcones y azores, principalmente. Lo injertamos para que tuviese el vuelo completo y comenzamos el adiestramiento. El carácter de éste pájaro y la abundancia de conejos de la finca donde está el Safari, además de la dedicación, permitió que hiciéramos de él un ave extraordinariamente hábil en la caza.

   Estuvo conmigo seis años. Yo ya trabajaba en el Zoológico Municipal de Guadalajara y lo tenía en una instalación del vivero, en época de muda del plumaje, comiendo todo lo que quería y desprovisto de las pihuelas o correíllas que se les ponen en las patas para el manejo. Una tarde se formó una enorme tormenta y una rama rompió el techo, liberándose por accidente. Lo busqué durante días sin resultado. La última vez que lo vi estaba en un chopo de la orilla del río, con un abundante buche y sin hacer caso a mi llamada. Aquel azor ya no me necesitaba. Su facilidad para la caza le permitía vivir sin mí.

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Un día en los comienzos del Centro de Recuperación alguien me contó su historia. Este azor había nacido en Navas de Jadraque. Quien lo tenía después de unos meses lo dejó en el Safari. Quien sabe si regresaría a su lugar de origen y formó pareja y cuando vemos un azor por esta zona de la sierra es alguno de sus descendientes.