Pedro Gómez de la Serna. Apuntes bibliográficos

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'

Pedro Gómez de la Serna. apuntes bibliográficos

En su número correspondiente al 25 de diciembre de 1871, La Ilustración Española y Americana recogió la noticia de la muerte de don Pedro Gómez de la Serna y Tully, destacado jurista y político liberal, que desde 1869 era el presidente del Tribunal Supremo y había sido con anterioridad dos veces ministro (de Gobernación, en 1843; y de Gracia y Justicia, en 1854). En definitiva, un destacado personaje de la Historia de España durante el siglo XIX que traemos a estas páginas de La Tribuna del Guadalajara porque fue precisamente en nuestra provincia donde inició su destacada carrera política.

En su recuerdo y homenaje, la dirección de La Ilustración …, incluyó un magnífico grabado con el retrato del personaje, realizado por el grabador García Capuz sobre una fotografía oficial. Acompaña al retrato un breve texto en el que se realizan unos completos apuntes biográficos de Gómez de la Serna, firmado con una X, circunstancia que no nos permite precisar su autoría. Pero, como quiera que está escrito con aquella belleza literaria propia de la exquisitez decimonónica, me ha parecido conveniente reproducirlo en estas páginas para que queden recogidos en nuestra Bibliotheca guadalaiarensis vetus:

«A las ocho y media de la noche del 12 del corriente, entregaba el alma a Dios un varón justo, un pesador profundo, un sabio modesto, un político leal y consecuente, -un español ilustre, en fin, cuyo nombre ha sido celebrado por espacio de muchos años en las altas regiones oficiales, en el Parlamento, en los círculos políticos, en ls academias científicas y en las aulas universitarias-: Gómez de la Serna.

Y es natural que La Ilustración Española y Americana tribute un homenaje de respeto a la buena memoria del hombre esclarecido cuya pérdida deplora la patria; por eso publicamos estos incompletos apuntes biográficos -a bien humilde pluma encomendados- y el exacto retrato, copia de fotografía, que aparece en la página 612.

Nació Gómez de la Serna en la ciudad de Mahón, en 1807.

A la sazón era padre don Gaspar, comandante general de la isla de Menorca, uno de aquellos bravos españoles que respondieron patrióticamente al santo grito de independencia lanzado por Daoiz y Velarde, y cúpole bien pronto la triste gloria de dar su sangre toda por la patria, muriendo como un héroe en el campo de batalla de Molins del Rey.

     –¡No caeré yo prisionero! –había dicho algunos días antes, como si presintiese su fatal destino.

La desconsolada viuda, doña Ana de Tulli, se trasladó con sus hijos a la Corte, y el joven Pedro comenzó en seguida su educación literaria en las Escuela Pías de San Antonio, y continuóla con perseverante aplicación en la célebre universidad de Alcalá de Henares, hasta recibir la borla de doctor en derecho, sobresaliendo entre todos sus condiscípulos, y aún entre los doctores más reputados, por su clarísimo ingenio y erudición extensa.

Poco tiempo después fue nombrado catedrático; luego corregidor de la ciudad, y en seguida rector de las famosas escuelas que fundara el gran Cisneros.

Afiliado desde bien joven en el bando liberal, obtuvo el nombramiento, en 1836, de jefe político de la provincia de Guadalajara, y en 1840 de la de Vizcaya, granjeándose en ambas el afecto de los habitantes, hasta de sus adversarios políticos, y la estimación del gobierno supremo; por eso talvez, y por la grande stima en que se tenía su instrucción y talento, fue elegido, en 1842, para desempeñar la Subsecretaría del Ministerio de la Gobernación, y a su iniciativa se debe el núcleo, por decirlo así, de no pocas reformas administrativas.

Amigo y partidario del regente del reino, no le abandonó ni un momento en la época de la desgracia, cuando el ilustre Duque de la Victoria, el ídolo de 1840, era derribado por la famosa coalición «salvadora», y se veía rodeado de amargas decepciones: con él huyó a Inglaterra en el Malabar, y a él se debe la memorable protesta del general Espartero. 

En Londres se entregó de lleno al estudio de la ciencia, y publicó bien pronto, como primer fruto de sus vigilias, Los Prolegómenos del Derecho, y luego el Curso histórico y exegético del Derecho Romano, libros ambos adoptados en breve tiempo por todas las universidades de España, para la enseñanza de la ciencia jurídica.

Vuelto a la patria, fue diputado, en 1846, por la provincia de Orense; ministro de Gracia y Justicia en 1854, en el efímero Gabinete del Duque de Rivas; fiscal del Tribunal Supremo en 1855, y Consejero de Estado y senador del reino en 1860.

Cuando la implacable muerte ha venido a arrebatarle a su familia, a sus amigos y a la patria, Gómez de la Serna desempeñaba el alto empleo de Presidente del Tribunal Supremo de Justicia.

Era caballero del Toisón de Oro, Gran Cruz de Carlo III, académico de la Historia y de Ciencias morales y políticas, Presidente de la Comisión de Códigos, etc., etc.

Gómez de la Serna ha muerto; pero su nombre ilustre escrito está, con caracteres indelebles, en una página de los anales de la patria. - X».

Como puede apreciarse, un sentido homenaje, con los datos fundamentales de la biografía de nuestro personaje, que puede completarse con la realizada recientemente para el Diccionario Biográfico Español, de la Real Academia de la Historia, firmada por el profesor y jurista José María Castán Vázquez: http://dbe.rah.es/biografias/14573/pedro-gomez-de-la-serna-y-tully.