La capilla o ermita del castillo de Zorita de los Canes

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'

La capilla o ermita del castillo de Zorita de los Canes

La Ilustración Española y Americana volvió a ofrecer años más tarde otro dibujo del castillo de Zorita. Fue en el reportaje titulado Apuntes artísticos de la provincia de Guadalajara, publicado el día 29 de febrero de 1884. 

En aquella ocasión, junto a la imagen del exterior de la iglesia del castillo calatravo que ofrecemos hoy, se reunieron en un mismo grabado otros cuatro dibujos de otros lugares de la provincia, también obra del dibujante Isidoro Salcedo: uno de la calle de la iglesia de Almonacid, dos de Bolarque y uno de Pastrana, de los que hablaremos en una próxima entrega.

Hoy nos centraremos sólo en el correspondiente al castillo de Zorita, que nos ofrece una muy detallada vista del exterior de la fachada sur de su iglesia. Es una imagen que por la fecha de su publicación cobra, así mismo, un valor fundamental para el estudio y el conocimiento del monumento. Fechada en 1884 creemos que muy posiblemente sea la primera imagen de la iglesia que los calatravos construyeron en el castillo a partir de 1174, año en el que el castillo y la villa entraron en el señorío de la Orden.   

El grabado de Salcedo nos ofrece detalles muy interesantes sobre esta parte del edificio, que en la actualidad presenta un aspecto muy transformado a como lo vio y dibujó de forma muy realista nuestro pintor.

Por un lado, a los pies de la iglesia aparece su atrio prácticamente completo, lo que nos permite confirmar que sus arcos de acceso eran ya ojivales, frente a los elementos románicos del resto de la iglesia. Además, por como dibuja su parte superior, podemos intuir que ya había perdido su cubierta. En este sentido podemos recordar que cuando Juan Catalina García López visitó la fortaleza pocos años después deja consignado que el atrio había perdido su techo. 

Hoy la totalidad del atrio ha desaparecido hasta sus cimientos.

Lo mismo ocurre con la espadaña del templo, que, afortunadamente, Salcedo dibujó completa: sencilla, almenada y con un único hueco para la campana.  

El grabado es también imprescindible para saber cómo era en origen el conjunto de la fachada sur de la iglesia, la que da al llamado Corral de los Condes, pues tras hundirse el templo casi en su totalidad en los años cuarenta del siglo XX, se restauró prácticamente liso y utilizando en demasía el cemento. 

Salcedo nos ofrece una imagen en la que, además de reproducir los dos lucillos que albergaban los enterramientos de los comendadores o los caballeros principales muertos en el castillo (que hoy pueden verse aún en el muro), dibujó el hueco de una puerta tapiada y dos ventanas, de las que se pueden intuir sus formas románicas. Detalles que contrastan con la situación actual en la que, en dicho muro, además de los lucillos, sólo se abre el hueco de la ventana que estaba más próxima al ábside, pero no la que estaba hacia los pies del templo. También pueden apreciarse con claridad los canecillos románicos del alero del tejado, que en la reforma del siglo XX fueron sustituidos por meros extremos de las vigas que soportan la cornisa del techo.

Desgraciadamente, Salcedo no dibujó el interior del templo y las imágenes que tenemos son bastante más tardías. Por ello sí cobra en este caso interés el texto con el que acompañó al grabado el señor Martínez de Velasco.

Aunque en los datos históricos que nos ofrece sobre la población aún sigue recogiendo algunas noticias por entonces ya desechadas tras los estudios de don Juan Catalina García López, el reportero de La Ilustración… nos dejó una breve descripción de las portadas y el interior del templo de mucho provecho: 

«El núm. I representa la capilla o ermita del famoso castillo de Zorita de los Canes. Esta pequeña población, gran ciudad en la época romana, donde el pretor Quinto Fulvio derrotó a los celtiberos en el año 181 antes de la era cristiana, y cuyas murallas, asentadas sobre alta roca y «fechas de piedras de Rocapel», según cuenta el moro Radsis, conserva todavía robustos muros y torreones del castillo de los caballeros de Calatrava, aunque los vecinos de Zorita hacen lo posible por destruirle, con mengua de la moderna cultura, sin que nadie se lo estorbe. La iglesia o capilla tiene un arco de ingreso del estilo románico más puro, y ha sido mutilado recientemente; las molduras de los capiteles, en las columnas de la nave están cubiertas con gruesas capas de cal y yeso; el ábside semicircular, dos graciosas puertas interiores y una escalera de caracol que trepa hasta el torreón del Homenaje, son las partes del edificio mejor conservadas».

Para finalizar, como quiera que la publicación de este artículo coincide con la noticia de la caída, debido a las lluvias torrenciales de los pasados días, de una parte de la plataforma de acceso al castillo desde la villa, quiero dejar constancia que en la actualidad la actitud de los vecinos y el ayuntamiento de Zorita es radicalmente diferente a la que reflejaba el periodista madrileño a finales del siglo XIX («aunque los vecinos de Zorita hacen lo posible por destruirle, con mengua de la moderna cultura»). 

A lo largo de las últimas décadas en las que esta fortaleza ha sido uno de los objetos prioritarios de mis investigaciones, he sido testigo del gran interés y esfuerzos desarrollados por los zoriteños, siempre con sus últimos tres alcaldes a la cabeza, para cuidar del emblemático monumento. 

Creo que es de justicia dejar constancia de ello en estos momentos en los que se han de enfrentar con el reto que supone el desgraciado suceso acaecido en los últimos días.