Recuerdos de Pastrana

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'. (29 de febrero de 1884 y 30 de abril de 1888)

Recuerdos de Pastrana

Completa la lámina con dibujos de Isidoro Salcedo titulada Apuntes artísticos de la provincia de Guadalajara, publicada en La Ilustración Española y Americana el día 29 de febrero de 1884, que nos ha ocupado las semanas pasadas, una vista parcial de la plaza de la Hora de Pastrana en la que se recoge la fachada principal completa del Palacio Ducal, que ofrecemos hoy.

Se trata, como puede observarse, de una atrayente composición de trazos lineales muy sencillos, que además de su belleza tiene la importancia de ser la primera obra en la que se nos presenta el Palacio en su entorno. Porque, si bien es cierto que no podemos dejar de señalar que pocos años antes, en 1868, había aparecido en las páginas de la Crónica de la Provincia de Guadalajara, escrita por José María Escudero, el dibujo más antiguo que conocemos del Palacio pastranero; en aquel primer grabado, firmado por Serrano, se nos ofrece sólo la fachada. Circunstancia que sumada a los trazos más rudos de aquel primer dibujo hacen destacar, a mi juicio, mucho más la obra de Salcedo.

Comparando ambas obras, frente a la representación meramente académica del monumento por parte de Serrano, en la que la llamada popularmente "ventana de la Hora" no recibe ninguna atención especial y es un hueco más de la fachada; yo creo percibir la fascinación imbuida de romanticismo que nuestro pintor debió sentir por la tristemente famosa ventana a la que según la tradición se asomaba la célebre princesa de Éboli encarcelada en su Palacio. Con la perspectiva dada a su composición no sólo consigue presentarnos de forma destacaba la ventana en la torre derecha de la fachada, sino que, además, nos ofrece intencionadamente el limitado entorno urbano que doña Ana de la Cerda podía ver desde su encierro.

En cualquier caso, lo que está fuera de toda duda es la atracción que la comarca de la Alcarria Baja, cuya capital administrativa era Pastrana, ejercía sobre Isidoro Salcedo Echavarría. Cuatro años más tarde, el 30 de abril de 1888, La Ilustración … publicaba otra lámina con nuevos dibujos de Isidoro Salcedo, titulada precisamente Recuerdos de Pastrana.

En aquella ocasión en el grabado se reunieron seis imágenes en los que Salcedo dibujó del natural otros tantos recuerdos de la villa ducal y de sus alrededores. Tres correspondientes a Pastrana: una completa panorámica del interior del Panteón de los Duques de Pastrana, situado debajo de la capilla mayor de la iglesia parroquial, franqueado a izquierda y derecha por sendas vistas urbanas de las calles Ancha (en la que se destaca el llamado «Palacio viejo») y de la calle del Vergel (en la que se destaca la casa en la que según la tradición se hospedó Santa Teresa). Y otros tres de los alrededores de la villa ducal: uno del castillo de Anguix, un segundo de la llamada Boca del Infierno de Entrepeñas y el tercero del puente de Auñón, situado precisamente a la salida de aquel desfiladero.

Como todos los grabados con obras de Salcedo, el reportero encargado de contextualizar las imágenes fue el periodista e historiador Eugenio Martínez de Velasco, que nos dejó el siguiente texto introductorio:

«La villa de Pastrana (Guadalajara), antigua Paterniana, perteneció a la orden de Calatrava desde 1174, hasta que el emperador Carlos V, gran maestre de aquella insigne milicia, vendió la encomienda de Zorita de los Canes, y con ella Pastrana, Escopete y Sayatón, a la noble señora Dª Ana de La Cerda, mujer de D. Diego de Mendoza, conde de Mélito, en 24 de Diciembre de 1541, mediante bulas pontificias de Clemente VII y Paulo III, fechas en 1526, 1536 y 1538, y consentimiento expreso del comendador de Zorita y del clavero D. Frey Hernando de Córdoba, e importando la venta cerca de 20 millones de maravedises, a razón de 16.000 por cada vecino, inclusos los clérigos.

Adquirióla después, en 27 de marzo de 1569, el célebre Ruy Gómez de Silva, gran favorito de Felipe II, casado con la no menos célebre Dª Ana de Mendoza y La Cerda, hija de los Condes de Mélito; y su nuevo propietario, que obtuvo del Rey el título de Duque de Pastrana, procuró ennoblecer y dar prosperidad a la villa, acogiendo en ella a muchos moriscos dispersos de Granada que establecieron fábricas de tejidos de seda, terciopelos y brocados, a la vez que maestros flamencos tejían magníficos tapices de haute lisse que rivalizaron con los de Bruselas y Lieja. 

La iglesia parroquial fue reedificada por D. Pedro González de Mendoza, hijo de los Duques, primero arzobispo de Granada y de Zaragoza, y luego, por singular anomalía, obispo de Sigüenza; el Papa Pío V la erigió en colegiata, con el título de Nuestra Señora de la Asunción, en 1573, siendo inaugurada solemnemente en 1º de febrero; en virtud del Concordato celebrado en 1851 entre la Santa Sede y el Gobierno de España, nuevamente quedó reducida a iglesia parroquial en 1852».

Del análisis del contenido de estos párrafos, que poco aportan al conjunto de la historiografía de nuestra provincia, se deduce de manera clara que, aunque no lo cite, los datos concretos que ofrece el reportero sobre los momentos claves del pasado de la población los recogió fundamentalmente de la Historia de Pastrana de don Mariano Pérez Cuenca, publicada en 1858, cuya segunda edición había aparecido en 1871.