Sangre morada

Antonio Herraiz
-

Abonado número 28, forma parte de la propia historia del Deportivo Guadalajara. Durante muchas temporadas, acompañó al equipo en la mayoría de desplazamientos fuera de casa. Como el propio club, merece el ascenso

Sangre morada - Foto: Javier Pozo

Me imagino a Óscar Esteban (Guadalajara, 1977) con 18 años. Sin grandes esfuerzos porque entonces ya nos conocíamos de alguna batalla. Eran los tiempos de Juan José Laso en la presidencia del Deportivo Guadalajara. La prehistoria futbolística para la mayoría. Estaba a punto de comenzar la temporada 95-96 y Óscar acudió a las oficinas del club. «Quiero hacerme socio», le dijo al señor que le atendió y que resultó ser el propio presidente del equipo. Laso le entregó su carnet de abonado, una cartulina de color amarillo que le daba derecho a ver los 19 partidos de liga que el Dépor iba a jugar en casa más el encuentro del Trofeo Alcarria. «Pagué 10.000 pesetas que había conseguido ahorrar y cuando me dio el abono me puse tan contento». 

No era la primera vez que este joven acudía al Escartín. Ni mucho menos. Llevaba más de diez años viendo todos los partidos que el equipo de fútbol de la ciudad jugaba en casa. «Mi tío Noni y mi tía Tere me metieron la afición en el cuerpo». Al principio, con siete años se juntaba con otros chavales de su edad a dar pelotazos en el espacio que quedaba detrás de la antigua grada de socios. «Éramos pequeños y no prestabas mucha atención al partido. Si metían gol y escuchabas jaleo te asomabas a ver lo que pasaba, pero poco más». El veneno deportivista había entrado y a partir de ahí la pasión por el Dépor no paró de crecer. 

Vamos a dar el salto a la temporada 2002-2003. Ese año, Óscar y su hermano Alberto no solo vieron todos los partidos del equipo en casa. Se desplazaron también a la mayoría de encuentros en el campo del rival. «Sólo nos faltó Manzanares, que antes de salir cayó una tromba de agua impresionante, y Cebolla, en Toledo, donde se disputó el último partido de la liga regular contra al Torpedo 66 y ya no nos jugábamos nada». Recorrieron más de 8.000 kilómetros en coche particular. «Ese año había un señor equipo. Estaba Rafa Cobos, Pablo Lozano, los gemelos Dimas y David Carrasco… Jugaban de maravilla. Si no es porque nos cruzamos con el Marbella, habríamos ascendido». Era ya la época de Germán Retuerta al frente del equipo y al año siguiente la directiva entregó a los hermanos Esteban un diploma reconociendo «su apoyo incondicional al club siguiendo al equipo en todos sus desplazamientos». 

27 años ininterrumpidos de un deportivismo militante dan para mucho. «Cuando salíamos fuera, lo organizábamos para comer antes del partido. Bien de camino o ya en el lugar del partido. Nos gusta comer bien. En Tarazona de la Mancha iba con mi hermano y otro amigo con el que compartimos afición, Carlos Ciprián, y el dueño del restaurante donde paramos nos confundió con el trío arbitral. Además de reírnos le contestamos que, si en lugar de acudir al fútbol hubiéramos ido a los toros, podíamos haber sido los picadores». Otro domingo, de vuelta de Valdepeñas, donde el Deportivo Guadalajara había ganado 0-3 en un encuentro por la mañana, decidieron parar en Alcázar. El equipo local se enfrentaba al Tomelloso y si ganaba le hacía un favor al Dépor. «Empezamos a animar al Alcázar como locos y la gente no paraba de mirarnos. Al terminar el encuentro, cuando les dijimos de dónde éramos, nos dieron una ovación. No se lo creían». También han hecho de conductores de los propios jugadores. «En Puertollano, un miembro de la directiva nos pidió que acercáramos a parte de la plantilla a la estación del AVE después del partido porque no había muchos taxis y perdían el tren. Otro encuentro, de camino a Almansa, un jugador viajó en nuestro coche porque tenía a su madre enferma en el hospital y no pudo salir con el resto de la plantilla». 

La alegría de los ascensos en Las Palmas y en Miranda; la decepción del descenso administrativo que llevó al equipo al borde de la desaparición; y ahora la ilusión de este nuevo proyecto que ha conseguido aglutinar ya a más de 2.000 abonados. Con Óscar Esteban puedes recordar cada uno de los momentos que ha vivido el club durante el último cuarto de siglo. Tiene una memoria privilegiada que le permite acordarse de plantillas, de encuentros y de resultados. Es parte de la historia viva del equipo, también como miembro de la peña la Zorra Alkarreña. ¡Aprendimos a quererte en el grupo XVII! Además, llegó a ser delegado del equipo filial. 

La temporada acaba de empezar y las vibraciones no pueden ser mejores. «Las cosas se están haciendo muy bien y el equipo tiene que conseguir el premio del ascenso». Lo merece el club, también la ciudad de Guadalajara y, por supuesto, aficionados tan incondicionales como Óscar Esteban.