El santuario del vinilo

Antonio Abril
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Ubicada en el número 4 de la calle Doctor Benito Hernando fue un santuario de la música allá porlos años setenta y ochenta. Hoy, con unos servicios distintos, sigue ahí. Todo un reducto para melómanos y nostálgicos de un tiempo pasado

El santuario del vinilo - Foto: Javier Pozo

Se accedía a la tienda por un ancho pasillo de unos cuatro o cinco metros de largo. En dos amplias vitrinas a cada lado de éste se mostraban distintos instrumentos musicales y aparatos y equipos de música de los utilizados en aquellos años. Al fondo del pasillo, a la derecha, un pequeño mostrador y tras él la caja. También desde el pasillo, al fondo a la izquierda, se accedía a la tienda propiamente dicha. Una amplia sala como de unos sesenta metros cuadrados. 

Al centro de la sala una gran mesa ocupaba la mayor parte del espacio. Una especie de pasillo la circundaba y permitía a los clientes ir rodeándola a la vez que iban examinando los distintos LP (del inglés long play, en castellano discos de larga duración) que estaban distribuidos por hileras y en cajones encima de la misma. Clasificados alfabéticamente, por autores y por temas y estilos, el cliente localizaba  fácilmente lo que iba buscando. Todo lo que cabía en la música cabía allí. Desde lo más antiguo hasta lo último que acababa de lanzarse al mercado. 

«Había más de diez mil referencias y de algunas de ellas, las que tenían más salida, dos, tres e incluso más unidades», me cuenta Pablo. Junto a su hermano Félix son los que están ahora al frente de la empresa.

La mayoría de los que hoy caminamos entre los sesenta y setenta años hemos comprado música allí. Como quien dice media Guadalajara de aquellos años fue cliente de López. «Era la manera de escuchar música. O por la radio, y si podías la grababas, o comprarla aquí. Había clientes que todas las semanas pasaban por la tienda, nos cuenta mi padre. Recuerdo ver de pequeño como en Navidades se formaban colas para entrar», rememora Pablo.

La figura de Félix emergía entre tanto disco. Gafas, pelo liso y largo al estilo de la época, al igual que los pantalones vaqueros campana. Siempre solícito y dispuesto a echarte una mano. Fue el que apostó por introducir la música en una empresa que montó su padre, también Félix de nombre. En sus inicios era de muebles de cocina y más tarde cambió a electrodomésticos. «Mi padre –prosigue Pablo– no tenía ningún tipo de relación con la música, fueron los representantes que en aquellos años pasaban de manera habitual por el comercio, los que le aconsejaron que metiera música y sonido, que era el futuro. Es incalculable llegar a saber el número de discos que se han podido vender aquí. Muchísimos. Incuantificable».

Félix liquidó como pudo los vinilos, nombre que hoy se da a los LP de entonces, y el resto los almacenó para dejar sitio al nuevo formato en el que llegaba la música: el CD, que todavía se siguen ofreciendo al público. Aunque «la llegada de internet lo cambió todo. Ya no se paga por la música. Hoy la música es una canción, te gusta y te la bajas de internet. Antes la música era una trayectoria. Al que le gustaba Extremoduro tenía todos sus discos», comenta Pablo a modo de reflexión.

«Aun así –prosigue– se puede decir que el vinilo ha vuelto, como lo hará el CD. Con Bohemian Rhapsody se ha ido vendiendo Queen hasta que se han agotado las existencias. La gente hoy viene buscando vinilos de AC/DC, los Rolling, Elvis, Beatles, Iron Maiden… pero viene buscando los grabados y editados en aquellos años. Es lo primero que miran, la fecha de edición. En la actualidad hay grupos o cantantes que siguen grabando vinilos, pero los nostálgicos, los melómanos, vienen buscando algo más genuino. Hemos tenido que recuperar las cajas que mi padre guardó hace veinticinco años». 

Félix se jubiló hará unos cinco años. Dos de sus hijos, Pablo –clavado a él– y Félix –heredero de esa tradición musical que anidó en su padre– se habían incorporado a la empresa como un par de años antes. «Hoy la empresa vive de las venta de electrodomésticos, equipos HI-Fi, instrumentos, máquinas de coser y de la reparación y de la venta de accesorios», apunta Pablo.

Tuvieron que adaptarse y, si es preciso, lo seguirán haciendo porque nadie como López ha sabido adaptarse y sobrevivir a los vaivenes del mercado.