«En agosto presentaré mi renuncia como obispo»

Belén Monge Ranz
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Hace nueve años que Atilano Rodríguez Martínez es Obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, un cargo que anuncia dejará en breve

«En agosto presentaré mi renuncia como obispo» - Foto: Javier Pozo

Cumple sus bodas de plata como obispo y el pasado año cumplía las de oro como sacerdote. Atilano Rodríguez Martínez (Asturias, 1946) fue primero obispo auxiliar de Oviedo, luego lo fue de Ciudad Rodrigo y desde el 2 de abril de 2011 lo es de la diócesis Sigüenza-Guadalajara. Si la situación de la pandemia lo permite, el sábado 19 de junio la catedral seguntina acogerá una eucaristía para conmemorar esta efeméride.

El testimonio creyente de sus padres, el maestro de la escuela donde estudió y el cura del pueblo que le vio nacer jugaron un papel vital en su decisión de ser sacerdote.

¿Es este año uno de los momentos más duros en sus 25 años como obispo?

Esta pandemia está suponiendo muchísimo dolor y sufrimiento. Cada día te comunican que alguna persona cercana a ti ha contraído la enfermedad o que ha muerto como consecuencia del virus. Pero pese a la dureza del momento, hemos de sacar lecciones positivas como la solidaridad de la gente. Todos vamos en la misma barca y de esta situación hemos de salir juntos.

¡Habrá habido luces y sombras?

Cada día tengo que arrepentirme de muchos pecados e incongruencias. Desde mi fe no entiendo la vida sin este reconocimiento. He vivido estos veinticinco años con la convicción de que la misión de obispo, sin la ayuda de los presbíteros, religiosos y seglares, hubiera sido una misión imposible. Estoy profundamente agradecido a todos por ayudarme a llevar adelante los proyectos pastorales.

¡La crisis sanitaria habrá conllevado un terremoto de cambios en la labor pastoral y habrá afectado a las arcas de la diócesis?

En este momento, quien quiera puede participar en las celebraciones litúrgicas atendiendo siempre a las limitaciones marcadas por Sanidad. También mantenemos la catequesis y la actividad caritativa. Sin embargo, debemos reconocer que ha habido un descenso de la práctica religiosa durante este tiempo de pandemia pero no lo atribuyo a un enfriamiento de la vida religiosa o de la espiritualidad sino a razones externas como el miedo a la enfermedad o al contagio. También hemos tenido que reinventar nuevas formas de participación en el culto.

Los ingresos han disminuido por la dificultad de los fieles a realizar aportaciones en las colectas dominicales o de días festivos, pero no debemos de angustiarnos porque ha crecido la generosidad de la gente y quienes han podido colaborar, lo han hecho de forma más generosa. En todo caso, hemos de ver la actividad de la Iglesia más allá de la parroquia porque hay sacerdotes que están en hospitales, en residencias y distintas actividades de la vida pública en las que intentan hacer más llevadero el día a día a las personas necesitadas. Donde hay un cristiano, allí está la Iglesia.

¿Han tenido que sumarse a las nuevas tecnologías para llegar a muchos fieles recluidos por la Covid?

A través de la campaña Yo dono a mi Iglesia, cualquiera que quiera colaborar con su diócesis o con cualquier parroquia de cualquier provincia, solo tiene que entrar en este programa en Internet, y de forma muy fácil podrá realizar una aportación general o para una necesidad concreta. Hay una gran generosidad de la sociedad para atender las necesidades de la Iglesia a través de Cáritas, no solo en dinero sino en alimentos. Las personas con necesidades se han triplicado prácticamente durante esta pandemia.

¿Han sufrido muchas bajas en conventos y residencias?

Ha habido algún fallecimiento de religiosas y religiosos y también de curas de la Casa Sacerdotal. Y no se puede negar que se nos plantea una situación nueva como consecuencia de estas muertes inesperadas que afecta a la convivencia dentro de los conventos, a las relaciones y al servicio pastoral de la Iglesia.

¿Han perdido muchos fieles en los actos religiosos?

En las ciudades hemos multiplicado las celebraciones religiosas con el fin de evitar aglomeraciones y que las personas que quieran venir puedan hacerlo. La participación en los actos religiosos a través de las redes está pensada más para casos de enfermedad.

¿Una Semana Santa nuevamente atípica este año?

Habrá actos de culto y los templos estarán más tiempo abiertos pero no habrá procesiones. Los miembros de las cofradías tendrán la posibilidad de organizar encuentros de oración que ellos mismos podrán orientar desde las parroquias.

Creo que los obispos presentan su renuncia por jubilación al Papa a los 75 años. Le queda menos de un año para ello. ¿Cómo y dónde ve su futuro?

Si Dios quiere, por edad, para el mes de agosto tendré que presentar la renuncia como obispo de la diócesis. Así está estipulado en el Código de Derecho Canónico y el Papa puede aceptarla inmediatamente o considerarla el tiempo que estime oportuno. Aún no he tomado ninguna decisión, lo haré cuando llegue ese momento. Ahora prefiero trabajar tranquilamente en la actividad que el Señor me pide y cuando llegue ese día, empezaré a pensar qué hago de mi vida. Cuando el Papa acepte mi renuncia como obispo y mientras las fuerzas físicas me respeten, me veo colaborando en el servicio pastoral de alguna parroquia.

¿En esta diócesis o en su sus raíces?

Es difícil, lo haré cuando llegue el momento.

¿Suenan nombres para sucederle?

No nos corresponde a nosotros. Cuando el obispo presenta su renuncia, desde Roma se pide al Nuncio del Papa en España que piense en posibles candidatos para el relevo. A partir de ahí se inicia un periodo de consultas y, finalmente, se presenta al Pontífice una terna de posibles candidatos para que elija uno. Tras el nombramiento hay unos meses para tomar posesión.

¿Se mantiene la tradición de que el obispo entre en borriquilla?

Aquí se mantiene la tradición. De hecho, yo entré en una yegua en Sigüenza (risas).

¿El estudio sinodal también se estará retrasando por la pandemia?

Es un impás en el que hemos tenido que frenar la actividad de los grupos pero no se ha dejado de trabajar en el Sínodo.

¿Cómo ve el futuro de las vocaciones sacerdotales?

Tenemos tres seminaristas pero es difícil el surgimiento de nuevas vocaciones. He pedido a los sacerdotes que no dejen de orar y hay que trabajar con una nueva visión y con un estilo nuevo en la acción pastoral y evangelizadora tanto infantil como juvenil y en la familiar. Las vocaciones tienen que salir de la familia. Llevamos unos años sin ordenaciones pero no tenemos dificultad para atender la diócesis porque contamos con sacerdotes de otros países que vienen a estudiar y nos ayudan en las parroquias rurales.

¿Prosiguen los robos en los templos?. ¿Cuál es el estado del patrimonio de la diócesis?

Hay solo pequeños hurtos pero tenemos dificultades económicas para el sostenimiento de todos los templos porque nuestros ingresos no llegan para todas las necesidades que hay en la diócesis. Vamos dando respuesta gracias a la colaboración de las instituciones civiles, de ayuntamientos y a las aportaciones de la poca gente que queda en los pueblos. Sin embargo, se necesita mucho dinero porque una cosa es mantener los templos y otra distinta, restaurar, que de momento no podemos por falta de medios.

¿Tienen casos de inmatriculaciones de la Iglesia que se puedan reclamar?

Hemos hecho las inmatriculaciones de templos, ermitas, cementerios y de alguna casa rectoral o finca porque la ley lo permitía. Hemos actuado conforme a la ley. Cualquier sospecha que pueda surgir de estas inmatriculaciones es malévola en el sentido en que no solo se sospecha de la Iglesia sino que parece que los registradores de la propiedad a la hora de inmatricular las fincas en toda España estaban engañados por parte de la Iglesia y por lo tanto lo han hecho todo mal y a mí me merecen todo el respeto y reconocimiento. No queremos ocultar los bienes que hemos inmatriculado. Figuran en la página web de la diócesis para que todo el mundo pueda verlos. La mayor parte son templos parroquiales que la Iglesia viene utilizando desde tiempo inmemorial para la celebración del culto. Además, la inmatriculación supone garantizar a la comunidad cristiana que viene celebrando el culto, que pueda seguir haciéndolo en el futuro y que no venga alguien que inmatricule ese templo a su nombre y lo pierda la comunidad cristiana.

¿Esperan tener algún problema?

No sé que reacciones habrá, pero no tenemos nada que ocultar. Hay dos años para que si una persona se cree propietaria de algunos de los bienes que la Iglesia ha inmatriculado, pueda reclamarlo. Si alguien acredita la propiedad de un determinado edificio, la Iglesia no tiene interés en mantener algo que no es suyo.

¿Cómo van las clases de religión?

Desde la Iglesia pedimos que en el desarrollo de la nueva ley se garanticen y respeten los derechos de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos.

¿Los guadalajareños son creyentes y practicantes?

Ha habido un enfriamiento de la fe y es algo que tenemos que tener muy presente a la hora de evangelizar. Hay que ver cómo llegamos a estas personas que se han alejado de la Iglesia. En esta diócesis, en general, hay una religiosidad madura y los fieles participan en el culto y viven el encuentro con Dios en la vida familiar y en la parroquia, sobre todo en las zonas rurales,

Por último, ¿está ya en marcha en la diócesis la oficina de denuncias para casos de pederastia y abuso de menores?

Si, ya se ha creado y hasta el momento, que yo conozca, no tenemos ningún caso en la diócesis. De cara al futuro, vamos a pensar no solo en los casos que puedan venir de posibles denuncias sino a trabajar en la prevención y formación ante este tipo de casos con monitores de campamento, profesores de colegios y catequistas. En cuanto a posibles denuncias, hay que realizarlas por escrito y a partir de ahí se iniciará un proceso de investigación que podría llegar a juicio.

Estas oficinas pueden ser importantes de cara al futuro para que nadie sospeche que pueda haber ocultamiento por parte de la Iglesia, y para la diócesis, la seguridad de que los sacerdotes y consagrados estamos intentando vivir consecuentemente con nuestra vocación, porque si bien los casos que ha podido haber son lamentables y condenables, no llegan al 2% de la población y los únicos que hemos puesto medidas ha sido desde la Iglesia. Queremos ser claros y transparentes y poner los medios para desterrar este tipo de situaciones de la Iglesia.