En venta una gran explotación de vacuno de Guadalajara

Belén Monge Ranz
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El relevo generacional cada vez es más complicado y tras el fallecimiento de su socio Emilio, Paco abandona una profesión que ama pero está en "peligro de extinción" por las trabas que encuentran en el camino.

En venta una gran explotación de vacuno de Guadalajara

Paco García ama el campo y todo lo que tiene que ver con él. Lleva desde muy joven trabajando en una explotación y con 63 años a sus espaldas está cansado de seguir padeciendo los sinsabores del día a día. A los cada vez más frecuentes ataques del lobo al ganado se suman los altos costes de los piensos y lo mal que se paga la carne. También los saneamientos ganaderos, de los que más del 99% de los animales que se sacrifican están sanos, y a ello añade la falta de relevo generacional.    

Y la gota que ha colmado el vaso ha sido el reciente fallecimiento de su socio en el negocio y amigo durante los últimos 36 años, Emilio. Ya no puede más. La decisión está tomada y ya tienen en venta la explotación porque, además, las dificultades puestas en este camino han conllevado que Virginia, hija de Emilio, haya decidido también no seguir el oficio de su padre pese a que inicialmente si lo contemplaba.

Con lo cual, una de las explotaciones con más cabezas de ganado vacuno de la provincia, situada en Campillo de Ranas, con exactamente 447 reses, ya está en venta. Son prácticamente todas de raza autóctona y, de ellas, 146 declaradas en peligro de extinción, pero la familia de Emilio y Paco se ven obligados a vender y mucho se teme que la profesión ganadera está "en peligro de extinción".

Paco es también el presidente de la Agrupación de Ganaderos de la Sierra Norte de Guadalajara, pero ya no se siente con fuerzas para seguir luchando en solidario contra tantas dificultades. Le duelen las rodillas y está cansado, ha señalado a La Tribuna. “Tengo 63 año y el fallecimiento de Emilio me ha dolido en el alma. Los ganaderos tenemos un problema muy grande, no hay relevo generacional y eso favorece la despoblación del medio rural”, afirma con dolor y nostalgia de tiempos mejores.  

Por su parte, Virginia, que tras el fallecimiento de su padre está ayudando estos días a Paco, realizó los cursos de incorporación para ser ganadera, pero ha renunciado a ello porque no le ve futuro. Tiene 38 años, es hija de transeúnte e hija de ganadero y cree que el sector está “en peligro de extinción”.