Héroes en Afganistán

Belén Monge Ranz
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Jaime, policía del GEO, recuerda con paz y ternura el abrazo del pequeño vestido de Messi al que rescató. Militares como Francisco, Antonio y Santiago ven a sus familias como los verdaderos titanes

Héroes en Afganistán

La encomiable labor realizada en Afganistán por parte del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional, con sede en Guadalajara, así como del Ejército -algunos de ellos militares asentados en la provincia alcarreña-, ha propiciado que hoy miles de afganos evacuados precipitadamente de un país, tras ser tomado a la fuerza por los talibanes, puedan rehacer su vida en España. De ellos, varias decenas se encuentran asentados en distintos municipios de Castilla-La Mancha como es el caso de Sigüenza.

Entre los agentes del cuerpo de élite de la policía que vivieron los momentos más duros de los últimos días en Kabul se encuentra el guadalajareño Jaime C.S. Llegó el 5 de agosto con la previsión de permanecer en Afganistán unos tres meses y dar protección al embajador de España y al cuerpo diplomático pero los acontecimientos se precipitaron. Era la quinta vez que regresaba al país afgano y nada hacía prever la situación de caos que se avecinaba.

Este geo recuerda cuando recibieron órdenes de su superior para la repatriación del personal afgano que había mantenido relación con España (trabajadores de la Embajada, militares que habían sido traductores, etc.). La operación de evacuación arrancó con fuerza, pero pronto se vieron obligados a recurrir a ciertos códigos que les facilitaran la identificación del personal que tenían que evacuar. En este caso, deberían portar pañuelos con los colores de la bandera española. Pero el sistema de rescate se propagó y colapsó de nuevo. Fue el momento de sacar al mayor número de gente posible a través de las alcantarillas. El fin era evitar los controles de los talibanes. 

Héroes en AfganistánHéroes en Afganistán«Todo el mundo estaba desesperado por entrar en zona española» señala Jaime. «Había masas de gente. Algunos estaban a menos de tres metros pero llegar a ellos suponía quince horas de avance. Era impresionante», detalla mientras rememora como uno de los momentos de mayor ternura y satisfacción el rescate de un niño que iba equipado con la camiseta de Messi. «Le saqué de toda esa masa y recuerdo que me agarró como si fuera su padre. Se me pone la piel de gallina. Sentí una tremenda sensación de paz. Me dije: ya está, lo hemos conseguido».  

 

Jaime asegura que todos irían «con los ojos cerrados» a sacar a más gente «de ese infierno»

En los once años que lleva en esta unidad de élite, este policía de la unidad de élite ha participado en la liberación de rehenes, el asalto a barcos y la protección de otras embajadas, pero asegura que el hecho de sacar de «ese infierno» a tantas personas, algunas de las cuales habían dado parte de su vida por España, es lo mejor que ha hecho. «Era lo mínimo que podíamos hacer...», declara a La Tribuna.  

A menudo le viene a la cabeza que ellos habían estado «horas y horas» en el lugar donde ese 26 de agosto tuvieron lugar las explosiones. Rememora con sensación agridulce su participación, junto a los militares, en la evacuación de más de 2.200 personas pues «se quedó mucha gente sin poder salir», manifiesta. En todo caso, tiene muy  claras sus prioridades. Si mañana le pidiesen volver al país afgano, lo haría. «Todos iríamos con los ojos cerrados si fuera para salvar a más gente de ese infierno», declara.

Como otros compañeros, este policía pertenece a un grupo especial de operaciones que desde el 2015 tiene presencia en Afganistán. Precisamente, a raíz del atentado registrado en la embajada de España en Kabul en el que murieron dos agentes. Junto a equipos militares, fueron los últimos en abandonar el territorio afgano en aviones del Ejército del Aire. «El último en salir es el embajador y la policía sale con él», detalla el jefe del GEO, Javier Nogueroles, tras explicarnos que no queda ninguna representación diplomática allí porque debido a la situación de conflicto se vieron obligados a marcharse.  

Para el comisario principal, recién nombrado jefe superior de la Policía en la ciudad autónoma de Ceuta, lo más duro de este tipo de misiones es, sin duda, el sufrimiento que se ve. El siguió la operación desde Guadalajara y se siente muy orgulloso de sus agentes así como de la «hermandad» que se entabla entre los miembros de seguridad de los distintos países. Pronto dejará la jefatura del GEO, donde lleva desde 2017, para asumir otra responsabilidad y se irá con la satisfacción de saber que este grupo de élite contará en unos años con unas nuevas instalaciones en la ciudad que vio nacer y crecer. 

 

La presencia militar en el país afgano en los últimos años se centró en la ayuda humanitaria

Junto al GEO, en Guadalajara, entre el personal del Acuartelamiento Capitán Arenas, más conocido como el  Parque Central de Mantenimiento de Material de Ingenieros, se encuentran  el comandante Francisco Pifarré, el subteniente Antonio Prieto y el cabo mayor Santiago Rodríguez. Tres militares que también han dado su vida por salvar la de otros. En su caso, participando en labores humanitarias en un país en conflicto. También en su caso se muestran dispuestos a volver a Afganistán si así se les requiriera. «Lo haríamos con mucho orgullo», afirma Pifarré.

Coinciden en que «lo peor, lo más duro, es la separación de la familia, especialmente para ellos. Nosotros sabemos dónde estamos y a lo que vamos y hacemos piña», dice Prieto. «Si hay que hablar de héroes, los verdaderos héroes son nuestras familias», asevera Rodríguez mientras admite que ellos están acostumbrados a afrontar situaciones en  las que el miedo se asume y se supera aunque siempre con el máximo respeto.

Sienten verdadera vocación por su trabajo. Prueba de ello es que dejan a su familia en España para ayudar a desconocidos que, sin embargo, «nos devuelven más de lo que les ofrecemos solo con lo que tienen, una sonrisa», subraya el cabo mayor. En su caso, viajó a Afganistán en el 2007 con el batallón de helicópteros de transporte, como jefe de cargas. Lo hizo para ayudar a las tropas nacionales y allí participó en labores humanitarias en zonas de orografía muy compleja.

El comandante Pifarré ha estado en el país afgano en tres ocasiones. Ninguna de ellas en la última etapa. No obstante, al igual que sus compañeros, vive con «enorme pena» el retroceso «de décadas» que se ha sufrido el país con la llegada de los talibanes. «Se han perdido muchas vidas trágicamente. Allí la población está acostumbrada a la mera supervivencia del día a día», asevera con tristeza.

Para el subteniente Prieto, que estuvo en una misión de la OTAN, encargándose de la conservación de la munición, «ver que todo el esfuerzo realizado durante años no ha servido para nada porque el país ha retrocedido cincuenta años,causa un enorme dolor». Sin embargo, no niega que al menos se ha logrado «lo que antes era inimaginable», ver a las mujeres manifestándose, declara.

Pifarré, Prieto y Rodríguez han dado su vida al Ejército y siguen dispuestos a regresar a este país en conflicto si un día se les requiere. Les gustaría acabar con la angustia y la congoja que se vive en territorios como el afgano, donde, en general, la ayuda del Ejército siempre ha sido bien recibida, asienten.