La Diócesis permitirá celebrar romerías y procesiones

B. Palancar Ruiz
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Aún así, la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara recomienda que no se organicen este tipo de actos con motivo de las fiestas patronales de los pueblos para evitar aglomeraciones

La Diócesis permitirá celebrar romerías y procesiones - Foto: Javier Pozo

Hace pocos días, concretamente el 29 de junio, la Vicaría General de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara publicaba unas nuevas disposiciones preceptivas para el culto y a tener en cuenta para evitar la propagación del Covid-19 entre fieles. 

Se trata de cuatro normas, que sustituyen a las aprobadas el 19 de mayo tras el fin del Estado de Alarma, y que buscan acercarse un poco más a la normalidad dada la buena situación epidemiológica que mantiene la provincia de Guadalajara hasta el momento. Entre las pautas publicadas, se mantiene la obligatoriedad del uso de la mascarilla en el interior de los templos, así como las distancias de seguridad y medidas higiénicas o de limpieza adoptadas hasta ahora.

El aforo de las iglesias o ermitas se calculará en función de la distancia de seguridad necesaria entre personas, desapareciendo el porcentaje de limitación que hasta ahora establecía la Junta entre sus medidas de control.

La Diócesis permitirá celebrar romerías y procesiones La Diócesis permitirá celebrar romerías y procesiones - Foto: Javier Pozo«La principal diferencia está en el punto en el que se prohibía toda actividad en el exterior que llevara movimiento de culto, procesiones y romerías. No lo teníamos claro por la evolución de la pandemia, pero ahora que nos metíamos en el verano, y parece que la cosa no está muy mal, permitimos que en el exterior haya procesiones y romerías pero siempre contando con la autoridad civil porque las disposiciones de la Junta dicen que hay que preparar un plan de contingencia, un protocolo de actuación, y la autoridad civil es la que nos tiene que pedir ese protocolo», explica el Vicario General de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, Agustín Bugeda, que aclara que los ayuntamientos tienen competencias para autorizar esas procesiones y romerías siempre que esté acompañado del visto bueno de Sanidad, con ese plan de contingencia, para evitar aglomeraciones.  

Aún así, en esta misma norma se aconseja evitar este tipo de celebraciones religiosas por las dificultades que existen para garantizar el cumplimiento de las medidas sanitarias en muchos casos. Por eso, por último, la cuarta disposición reitera la recomendación para los fieles de vivir este tiempo como una vivencia profunda de la fe. 

«Pienso que alguien se animará viendo las circunstancias a hacer procesiones, aunque aconsejamos que no se hagan. Hay que tocar los banzos, los pasos, no se pueden tocar las imágenes. No pasa nada porque expresemos el cariño de otra manera. Aprovechemos estos momentos para vivirlo más en silencio, en la iglesia. Las pandemias siempre han traído mucha creatividad. Antes, las misas siempre habían sido en las iglesias, gracias a una pandemia, surgieron los altares portátiles. En Semana Santa, hubo actos muy bonitos dentro de las iglesias con devoción y con participación. Aunque el aforo es más limitado, el que va, como hay menos espacio, va de verdad. Hay menos gente, pero hay mayor recogimiento, más devoción», asegura el Vicario General, Agustín Bugeda.

La Diócesis permitirá celebrar romerías y procesiones La Diócesis permitirá celebrar romerías y procesiones - Foto: Javier PozoDesde la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara se entiende que habrá pueblos pequeños que se beneficiarán del levantamiento de esta prohibición con motivo de sus fiestas patronales, pero que existen celebraciones en el exterior tradicionales, como la de la Virgen de la Antigua, que no puede convocarse. 

«La procesión de la Virgen de la Antigua, con esa masa de gente, no se puede realizar. Vamos a ver con la Cofradía y el Ayuntamiento qué tipo de acto se puede hacer esa tarde. Un acto de cariño, en el que se mantengan las distancias y no se cree una masificación. La procesión como la conocemos es un acto demasiado multitudinario para este año. Al año que viene, ojalá que podamos volver a la normalidad», comenta el también párroco de la concatedral de Santa María. 

Agustín Bugeda advierte que estas disposiciones estarán en vigor mientras que la situación epidemiológica no obligue a establecer nuevas restricciones: «En la Iglesia, seguimos con mucha cautela y prudencia porque no hay que correr.  Queremos ante todo la vida. El Señor nos ha creado y somos cautelosos desde el respeto y el amor a la vida. Hemos intentado cuidarnos mucho para cuidar. Hemos sido prudentes y queremos seguir siéndolo dentro de la libertad y el respeto a todos», dice el Vicario.

La Diócesis permitirá celebrar romerías y procesiones La Diócesis permitirá celebrar romerías y procesiones - Foto: Javier PozoEn cuanto al aforo de cada templo, la Diócesis permite a cada parroquia que organice los espacios permitidos de la manera que consideren más oportuna, así lo argumenta Agustín Bugeda: «Estamos muy acostumbrados al tema de controlar el aforo después de tanto tiempo. Después del Estado de Alarma, la autoridad civil no puede controlarlo ni legislarlo porque la libertad de culto es un derecho fundamental de la persona. Nosotros vamos a disponer el aforo manteniendo las distancias de seguridad. Hay parroquias que las unidades de familia las tienen juntas y otras que separan a los convivientes. Ya no hay que dar cuentas del aforo como antes. Hay que guardar las medidas de seguridad que establezca cada parroquia».

Precisamente, el control del aforo adecuado en cada momento, como atestigua el Vicario General, «ha sido lo más difícil de gestionar en momentos y circunstancias que quería entrar mucha más gente y ha habido que decirles que se quedaran en la calle. Ha habido que dividir celebraciones o retransmitir la misa», por lo que Agustín Bugeda valora que la pandemia «ha servido para acercar las Nuevas Tecnologías a los fieles. Pero tenemos que aprender mucho porque lo hemos hecho sin preparar, sin formarnos, por la rapidez del momento. Ahora, estamos planteándonos formarnos. Eso no quita la presencialidad. No es lo mismo una misa por televisión a una misa presencial. La de la televisión es para casos extraordinarios».

ADAPTACIÓN. Desde que empezó la pandemia, la Iglesia ha ido acatando las disposiciones establecidas por las autoridades sanitarias y adoptando cambios en muchos de los ritos religiosos para evitar la propagación del coronavirus.

El día anterior al confinamiento domiciliario, el Obispo publicaba los decretos de dispensa de la obligación de cumplir con el precepto dominical y de suspensión de la celebración pública de la misa.

Con la ‘nueva normalidad’, los fieles regresaron a las iglesias. A la desaparición del agua bendita de las pilas de las iglesias o la ausencia del gesto de estrechar las manos o besarse para dar la paz, le han seguido otros cambios en la administración de los sacramentos que aún se mantienen. En todos los casos, se aconseja que los ritos sean breves, se evita el contacto con los que reciben esos sacramentos y, para ello, en las unciones se utilizan bastoncillos de algodón de un solo uso. 

En la celebración del matrimonio, las arras y los anillos solo los manipulan los contrayentes. 

«Los cambios fundamentales son de no tocar. Creo que como está en el sentir social, no deja de ser extraño, pero ante estas circunstancias nos hemos amoldado todos. En los bautizos, me gusta coger a los niños en brazos, ofrecerlos a la Virgen, hacerles la señal de la cruz, y todo eso no se puede hacer. Y con la gente no hemos tenido ningún problema porque todos estamos en esta conciencia social. Lo que más ha costado a algunas personas es la comunión en la mano. Hay personas que, por devoción, por respeto al Señor, por cariño, comulgaban en la boca. Sobre todo, gente mayor. Nunca habían tocado la forma, pasar a ello, les ha costado. Si alguien quería mantenerlo, se le daba la comunión el último para que no hubiese problema de contagio», dice Agustín Bugeda. 

Sin duda, lo más difícil para los sacerdotes sigue siendo atender las necesidades en el final de la vida,  todo lo relacionado con la unción de enfermos y exequias de difuntos: «Muy duro. Sobre todo, en los momentos más difíciles de la pandemia cuando se veían familias que no tenían compañía de nadie. El momento del cementerio era el único momento del duelo. Rezamos con dolor y hemos llorado con ellos. Había que suplir toda esa parte social, humana, de cariño, que esas personas no tenían», señala el Vicario General de la Diócesis.

La Diócesis seguirá ofreciendo facilidades para programar bautizos, bodas y comuniones de los fieles, unos sacramentos y también eventos sociales que en 2021 se han duplicado para celebrar todos los que se suspendieron en 2020.