Bosques interminables que en este tiempo al amanecer puedes encontrar cubiertos de esa leve bruma, húmeda y aromática que despierta los sentidos. Es lo que sucede cuando captamos el olor a monte de los pinos y de las muchas pequeñas plantas aromáticas donde el sol las deja crecer evitando la permanente sombra de las coníferas. Silencio absoluto solo roto por el lejano graznido de las madrugadoras cornejas negras que ponen en guardia al resto de la fauna, o por la carrera de los corzos que sorprendidos en alguno de estos barrancos que  nos lanzarán una breve mirada antes de perderse en lo más profundo de la espesura.

En la misma que habita el zorro, el tejón, el jabalí en un buen número y el gato montés. aquí viven algunos ejemplares de esta especie, el gato montés, que como ya se sabe puede hibridarse con los gatos domésticos asilvestrados, lo que le  pone en peligro, haciéndolo desaparecer por completo como ha ocurrido en algunas zonas. Por ello sería conveniente tener un mayor control de los domésticos pues también son los responsables de la captura de muchas aves.Son cientos de ellas al año que puede cazar cada gato según muchos estudios, la mayoría aves protegidas insectívoras muy útiles para mantener la buena salud de los bosques.

Caminando por sus caminos y senderos se pueden hacer múltiples rutas. Todavía los días son largos, antes del cambio de hora, pues las tardes quedan muy mermadas y más si nos adentramos por la alfombra de hojarasca, musgo y pinocha en busca de alguna de las cárcavas de arcilla roja descarnada o simplemente para ver las aves de invierno que ya están entre nosotros. Incluso se puede llegar al cercano embalse de Beleña y ver en sus aguas alguno de los escasos y llamativos ejemplares de somormujo lavanco y otras aves acuáticas llegadas del norte. Hace unos días estas aves hicieron parada de descanso un nutrido grupo de ánsares, también llamados gansos, antes de continuar posiblemente a las marismas del sur.

La MierlaOtra opción es seguir el curso de los arroyos, como el del Vallejo o el Valdemierla, pues se pueden observar aves y setas de diferentes especies, ahora en pleno apogeo antes de que lleguen los fríos que paralizan su crecimiento o simplemente campo a través para ver y fotografiar muchos de los árboles y arbustos que con la llegada del otoño cambian de color del verde al rojo, amarillo y ocres diferentes y mostrando sus vistosos frutos.

En una de estas rutas junto al pantano se llega a la ermita de Peñamira y cerca del pueblo a la de la Soledad. La Mierla está a unos 950 metros sobre el nivel del mar, entre los ríos Jarama y Sorbe. El origen parece ser que es del siglo XI y no siempre estuvo habitado ya que en el siglo XIV gran parte de su población desapareció a causa de la peste. Se refundó de nuevo en 1420 por los hermanos Juan Fernández Merino y Martín Merino.

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