Como hemos visto a lo largo de las últimas semanas, varias fueron las excursiones a diversas localidades de nuestra provincia organizadas conjuntamente por la Sociedad Española de Excursiones y la Casa Regional de Guadalajara en Madrid durante los años 1934, 1935 y 1936 hasta el estallido de la Guerra Civil. En todas ellas el guía de las mismas fue don Francisco Layna Serrano, nombrado Cronista Provincial de Guadalajara en 1933.

De aquellos viajes nos han quedado dos testimonios diferentes. En primer lugar, las crónicas de cada excursión publicadas cada trimestre en el Boletín de la Sociedad, escritas por alguno de los excursionistas madrileños participantes en las mismas, que hemos ido dando a conocer en estas páginas y que, como la que hoy publicamos, nos ofrecen unos retratos entrañables de cómo eran nuestros pueblos por aquel entonces y en qué situación se encontraban sus principales monumentos. 

Por fortuna para los estudiosos de la Historia del Arte y todos los amantes de nuestro Patrimonio, junto a aquellos textos de carácter evocador, en todos los viajes organizados en colaboración con la Casa de Guadalajara en Madrid, don Francisco Layna Serrano, además de ejercer de desinteresado guía para los excursionistas, aprovechó la ocasión para preparar espléndidos trabajos sobre los monumentos u obras de arte más destacadas de las localidades visitadas, que posteriormente publicó en las páginas del Boletín.

En el caso concreto de la excursión del 30 de mayo de 1935 a los pueblos de la encomienda calatrava de Zorita, el objeto de estudio preferente de nuestro cronista fue el retablo que por entonces existía en el antiguo Convento de monjas calatravas de Almonacid de Zorita, ocupado entonces por monjas franciscanas.

Se trataba, y escribo en pasado porque ya no se conserva allí, de un retablo en el que destacaban, mucho más que las pinturas, las esculturas situadas en sus zócalos y nichos que representaban la Sagrada Familia, la Ascensión y un Calvario, así como la Virgen de la Paz que lo presidía. En su conjunto, constituían una de las obras cumbres de la escultura del Renacimiento en España, a juicio de los principales historiadores del Arte peninsular, dado a conocer por el señor Layna Serrano en su estudio titulado La parroquia de Mondéjar; sus retablos y el convento de Almonacid de Zorita, aparecido en el número correspondiente al cuarto trimestre de 1935 del Boletín de la Sociedad Española de Excursiones. 

En él, tras describir de manera pormenorizada ambos retablos, nuestro autor, tras una investigación minuciosa consiguió documentar su autoría, identificando al escultor que realizó las espléndidas tallas con Juan Bautista Vázquez, personaje al que, muy posteriormente, la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Margarita Estella Marcos, en una monografía publicada en 1990 define como uno de los mejores artistas de la escultura castellana del siglo XVI.

Desgraciadamente para el Patrimonio provincial, como hemos adelantado más arriba, el retablo ya no se conserva en Almonacid, aunque no se ha perdido para el conjunto del Patrimonio castellano. En 1952 fue vendido a unos particulares quienes lo desmontaron y se lo llevaron de Almonacid. Posteriormente, la parte principal del mismo fue regalado a una comunidad religiosa que lo puso en la iglesia del convento de monjas agustinas descalzas de Oropesa, en la provincia de Toledo, donde hoy puede verse. Otras partes fueron a parar a la Colegiata de Torrelaguna, en la provincia de Madrid. En un sitio y otro puede admirarse la obra de Juan Bautista Vázquez, analizada en profundidad por la señora Estella Marcos en su estudio.

Pero hoy, para terminar, les invito a que lean las páginas que nuestro cronista provincial le dedicó a finales de 1935, tras visitarlo en la primavera de aquel año acompañado por entusiastas excursionistas madrileños y guadalajareños, accesibles en la siguiente dirección de la web que contiene la publicación digital del Boletín: https://ddd.uab.cat/pub/bolsocespexc/bolsocespexc_a1935m12v43t4.pdf.

Las fotografías que ofrecemos son del propio señor Layna Serrano, tomadas en aquella excursión y publicadas en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones.