Directa, ácida y mordaz. Así podría definirse ‘Delparaíso’, la última novela de Juan del Val que retrata la vida en una urbanización de lujo a través de un buen número de personajes que hablan de sus aciertos, sus miserias, sus propósitos, sus tragedias y su día a día con una vecindad sin problemas de dinero. Es el quinto proyecto del escritor y periodista que está seduciendo a miles de lectores. La literatura de Juan del Val engancha, intriga y deja con ganas de más. Nada es lo que parece en una urbanización de lujo.
‘Delparaíso, un título sugerente en estos tiempos de tanta incertidumbre’, aunque es muy engañoso, ¿no?
Es un juego de palabras porque en principio parece que estás hablando de un lugar idílico, pero se trata del nombre de una urbanización y allí pasan cosas y casi todas tienen muy poco que ver con lo que es un paraíso. Hay muchas urbanizaciones de lujo que suelen tener nombres idílicos y salió un nombre muy bonito, donde uno podría querer ir, pero no se trata de un sitio ideal.
Una de las características de la novela es la gran cantidad de personajes con sus historias, como si se tratase de un enjambre. ¿Es un guiño a ‘La Colmena’ de Cela a pesar de que los tiempos no coincidan porque una narra la posguerra y otra la actualidad?
Me apetecía mucho ponerme ese reto como autor porque casi todas las novelas han sido de un personaje y sobre él giraba el resto, pero quería contar muchos personajes y que fuera una novela coral. Tanto como inspiración de Cela, no, aunque hay gente que la ha comparado. Soy un admirador de Cela y si tuviera algo que ver, salvando las distancias, sería por el número de personajes. Me apetecía contar la vida a través de personajes muy distintos y a los que les pasaban cosas muy diferentes.
La contraportada de la novela es la mejor manera de resumirla: Delparaíso es un lugar seguro, vigilado 24 horas, lujoso, inaccesible, pero sus muros y su seguridad no protegen de la vida’.
Es así y hay urbanizaciones concebidas sobre la seguridad y las cámaras, pero al final de lo que te pasa dentro no puede protegerte nadie. Parece que no puede entrar nada malo, pero por sus grietas se filtra todo de lo que no puedes huir.
Me llama la atención uno de los personajes, quizá por la actitud caprichosa, ya que a Eli consigue que le programen la cesárea de sus mellizos el mismo día de su cumpleaños.
En cierto modo estaría ya a término y al tener que programarla lo hizo así. Pero no he pretendido tener ningún ajuste de cuentas con la gente con dinero en absoluto. No creo que la gente que tiene dinero sea peor que la gente que no lo tiene. He conocido pobres muy miserables y malas personas y ricos que son buena gente, y al revés. Es algo que no tiene que ver con el dinero. Respecto a los caprichos, la gente que tiene más dinero se puede permitir más caprichos, pero tanto como para programar un parto... Es porque está muy cerca.
¿Qué hay de Juan del Val en la novela? En principio, resides en una urbanización de lujo y muy conocida de Pozuelo, ‘La Finca’.
En la novela hay personajes que viven en esa urbanización de lujo, otros viven fuera, hay gente que tiene muy poco dinero y lo tiene muy difícil... Están las tres clases sociales, baja, media y alta. Es cierto que he estado en las tres y vivo en una urbanización que no está mal, aunque no es como la de la novela. No es algo que me defina el lugar donde vivo porque he vivido en tantos y he trabajado en tantos lugares buenos y malos que al final procuro hablar de lo que sé. Cuando hablo de los obreros rumanos sé de lo que hablo porque he trabajado en obras, por ejemplo. Pero no tengo que desprenderme de nada y mirar desde fuera. Vivo de la observación y para ello siempre te tienes que salir un poco fuera de ti mismo y lo hago esté en lugar que esté.
Hay una reflexión curiosa del filósofo Sopenhauer que podría encajar en la novela. ‘La riqueza es como el agua salada, cuanto más se bebe más sed da’. ¿Coincides con ello?
Sí. Me parece que tener dinero es mejor que no tenerlo. El dinero no da la felicidad y es una obviedad, pero es mejor tenerlo que no y lo sabe cualquiera, también que cuánto más se tiene más se quiere. Pero otra cosa es que sobre el dinero pivote tu vida y tu existencia y es un error tremendo porque no te lleva a nada bueno. El dinero es algo fabuloso, pero no puede ser lo mejor de tu vida y si lo consideras así, tu vida es una mierda.
Desde hace meses te has hecho muy conocido para el gran público, quizá ese que aún no le ha leído, por su colaboración con ‘El Hormiguero’, donde también es guionista. ¿Pesa a la hora de sentarse a escribir el hecho de ser un personaje televisivo?
No. Divido muy bien cada una de las cosas que hago. En ‘El Hormiguero’ soy como soy y no hay un personaje. A mí que la gente me conozca más o menos me da igual y soy muy mayor ya para que estas cosas me afecten. Con veinte años te puede confundir un poco, pero he tocado la fama muy de cerca a través de Nuria Roca, y de muchos amigos y sé lo que es, sé que va y viene y la miro con cierta frialdad. Cuando me siento a escribir me da igual ser más o menos famoso, escribo con las tripas y no se ven. Que la gente te mire por la calle es algo anecdótico y cuando deje de salir en la tele dejarán de mirar.
Muchos lectores te definen como un escritor cautivador. ¿Te ves reflejado de esta manera?
No lo sé, pero encantado. Dicen que cuando empiezas un libro mío engancha y cuesta mucho soltarlo, pero me gusta mucho, aunque no sé si me siento reflejado.
¿La pandemia te inspiraría para una novela? En ocasiones, te he escuchado comentar que sueles narrar dramas, pero siempre con algún toque de humor.
No. La pandemia me impidió escribir una sola línea. Me parece muy triste como para escribir. Es cierto que escribo de cosas tristes muchas veces, alegres otras, e intento sacarle el sentido del humor a todo lo que sucede y procuro reírme mucho de mí mismo. Pero la pandemia me bloqueó. Además, yo escribo de gente que se toca, se abraza, se besa y comparte fluidos y es la gente y el mundo que me interesa, así que cuando no te puedes tocar y vas con una mascarilla me parece todo muy mal.
¿Y de la fama y la tele? Podría escribirse un buen retrato, quizá.
Todo es susceptible de contar, la tele, un despacho de abogados, un estudio de arquitectos.... Lo que me gusta escribir es de personajes. Cuento de las personas y a partir de ahí la vida. Por eso, los escenarios y las tramas me parecen una excusa para contar los personajes.
¿Crees que la política vive encerrada en una urbanización de lujo como ‘Delparaíso’?
No lo sé. A mí la política me interesa bastante. Creo que la política y la ideología hacen que la sociedad avance de una manera o de otra. Los políticos actuales me gustan un poco menos. Los respeto, pero me parece que falta cierto nivel intelectual. Aun así, la política es necesaria.
Estarás contento porque se va a rodar una serie de la novela.
Sí. Se está trabajando en ello, pero no sé en qué plazos porque en ficción suelen ser bastante largos. Estoy contento con todo lo que está pasando con ‘Delparaíso’ y es maravilloso hacer algo que gusta tanto a la gente, pero reivindico la novela. A partir de ahí me encanta que pueda llegar a una serie y voy a participar en ella, pero es algo distinto.
¿Alguna novela en mente?
Siempre estoy dando vueltas y pronto me tendré que sentar a escribir. Lo haré cuando tenga vacaciones.