Aprendiendo a vivir cada día con el coronavirus

Hilario L. Muñoz
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Un grupo de afectados crea la primera asociación de COVID persistente de Castilla-La Mancha. María, una ciudadrealeña afectada, relata la vida imposible que dejan las secuelas del virus

Profesionales sanitarios en la provincia de Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Cualquiera de los casi 47.000 ciudadrealeños, según los datos oficiales, que han padecido el coronavirus sabe lo que el virus hace al cuerpo. La fiebre, la falta de respiración o la pérdida del olfato son unos síntomas del momento de lucha contra el virus a los que sigue la niebla mental, el cansancio o el dolor muscular. Se trata de síntomas que duran apenas dos semanas en la mayoría de los casos y que al dejar el virus atrás quedan en el olvido. Sin embargo, hay un grupo de personas, cada vez más visible, que viven desde el contagio con esos síntomas, algunos durante más de un año, sin que nadie sepa exactamente qué les diferencia de los demás y sin que nadie les reconozca una enfermedad que se encuentra ya en boca de muchos: el COVID persistente. 

«Una de las cosas que aparece es niebla mental, dificultades para respirar, dolores musculares, falta de memoria o déficit de atención». Se trata de los síntomas de María, un ciudadrealeña que se ha unido a la organización de COVID persistente de Castilla-La Mancha, una entidad surgida desde los propios afectados y que busca el reconocimiento de esta enfermedad, que además de esos descritos suman aspectos intestinales como diarrea, incontinencia, caída del pelo o cefaleas que no tienen final. «Es imposible trabajar con estos síntomas» y, mientras, la baja se le acaba sin que haya recibido un diagnóstico de ninguna enfermedad. «Queremos que nos reconozcan» y que se cree «una consulta de COVID persistente», ya que la intención es que no sea necesario esperar para las pruebas y especialistas, de tal modo que haya un estudio único y un tratamiento que les permita recuperar la rutina o su vida laboral. 

La relevancia de estos pacientes queda reflejada en que 48 sociedades y asociaciones científicas, médicas y de pacientes han desarrollado una guía interdisciplinar para hablar del COVID persistente, denominado como una sintomatología que permanece tras la considerada fase aguda de la enfermedad, pasadas cuatro o doce semanas, persistiendo los síntomas en el tiempo. «La idea es que la atención primaria tenga un protocolo de actuación con nosotros», señaló Estefanía Callejas, una de las coordinadoras de la entidad surgida en Castilla-La Mancha, y que cuenta con medio centenar de afectados.

consulta monográfica. «Yo me contagié en marzo del año pasado, soy sanitaria y pensaba que haría una cuarentena de unos días en casa, con la medicación y demás», pero como el resto de afectados por COVID persistente, vio que los síntomas perduraban. Se convirtió «en la patata caliente» de los médicos, pasando de unos a otros con un recorrido que arranca en la consulta de psicología, al achacar los síntomas a la ansiedad, para después pasar por neumología o cardiología, por la falta de aire o por las cardiopatías que existen, y acabar en medicina interna, sin que nadie dé respuestas. 

Ese apartado de ir de un médico a otro implica que no haya una codificación de la enfermedad como COVID persistente, con lo que en el caso de la portavoz complica su baja por coronavirus, que podría estar reconocida como laboral, por ejemplo. 

La coordinadora señaló que «no son secuelas» sino «síntomas», ya que a ella no se le ha diagnosticado ni nada, y desde el colectivo se entiende que están como «el primer día» en que se contagiaron. En este sentido, desde el colectivo señalan que un buen momento para ponerse en contacto con ellos es después de los tres o cuatro meses de haber pasado el coronavirus. «Si en lugar de mejorar cada día estás peor, es que está pasando algo raro». El modo de contactar es covidpersistentecastillalm@gmail.com para buscar ese apoyo entre afectados.

«Las olas han ido pasando y los hospitales han tratado a la gente que estaba más grave, mientras nosotros nos hemos quedado atrás», algo que comprenden, pero ven necesario empezar a entender y estudiar a este colectivo, conformado por personas entre 30 y 60 años.