El obispo Narciso Martínez Izquierdo

Plácido Ballesteros
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Un político clave en los inicios del periodo de la Restauración

El obispo Narciso Martínez Izquierdo

En las páginas de La Ilustración Española y Americana del día 22 de junio de 1876 se daba cuenta de que el artículo 11 de la Constitución elaborada por Cánovas del Castillo, que en esos momentos era debatida en las Cortes, fue aprobado por 113 votos a favor y 40 en contra. Dicho artículo reconocía la tolerancia religiosa en la práctica privada de las religiones, si bien establecida el catolicismo como religión oficial del Estado.

El reportero, José Fernández Bremón, destacó la importante intervención durante los debates de don Narciso Martínez Izquierdo, senador y obispo de Salamanca, contraponiéndola a la de don Pedro José Carrascosa, obispo de Ávila: «Sabido es que en el solemne debate promovido últimamente en el Senado español con motivo de la base 11ª (religiosa) del proyecto constitucional, tomaron parte los Excmos. Sres. D. Pedro José Carrascosa, obispo de Ávila, y D. Narciso Martínez Izquierdo, obispo de Salamanca (…)

Los dos han combatido con sus discursos la base religiosa, pero desde distinto punto: el Sr. Carrascosa, animado de un espíritu de benevolencia digno de loa, defendía la tolerancia en la práctica y condenaba que esa misma tolerancia se consignase en la Constitución del país; el Sr. Martínez Izquierdo, cuyo discurso fue escuchado por todos los concurrentes, amigos y adversarios, con grandes muestras de satisfacción y respeto, dando por sentado que la religión católica, apostólica, romana es la única verdadera, combatía la base 11ª y la tolerancia religiosa, porque la verdad y el error se excluyen mutuamente. (…)

Esta circunstancia daba interés a su palabra, daba naturalmente más energía a sus ataques: dialéctico consumado, domina con facilidad el lenguaje, que obedece siempre al pensamiento: sus argumentos y razones convencen desde luego, y en vez de desvanecerse en la lectura, persuaden también en el papel. No es la voz o la entonación, escasa aquélla, la que produce el efecto, sino la lógica y la profundidad del raciocinio. No es de aquellos oradores que cruzan triunfalmente como navío empavesado sin dejar huella ninguna».

No es este el lugar para extendernos en la biografía de don Narciso, suficientemente analizada en la magnífica monografía que el profesor Francisco Rodríguez de Coro publicó sobre él en 2016: Martínez Izquierdo: Diputado, Senador y primer Obispo de Madrid-Alcalá (1830-1886): viaje a la España sorprendente del siglo XIX. En esas páginas podrá encontrar el lector todas las noticias que le interesen sobre nuestro personaje. 

Hoy, para nuestra intención, baste con recordar los hitos más sobresalientes que jalonaron su brillante trayectoria. Natural de Rueda de la Sierra, pueblo del Señorío de Molina, tras realizar su formación básica en Molina y en el Seminario de Sigüenza, terminó sus estudios en la Universidad de Madrid y en Toledo, alcanzando los grados de bachiller y licenciado en Derecho Canónico y doctor en Teología. En una brillante carrera religiosa desempeñó diversos cargos en las diócesis de Sigüenza y Granada, hasta ser nombrado con tan sólo 44 años obispo de Salamanca en 1874. 

Diez años después, en 1885, su gran prestigio hizo que fuera nombrado como primer obispo de Madrid-Alcalá, diócesis recién creada para darle la importancia religiosa que la Corte merecía, separando a la capital del amplísimo arzobispado de Toledo al que hasta esos momentos pertenecía. De este importante acontecimiento también se hizo eco La Ilustración..., en las páginas de su edición correspondiente al día 8 de agosto de 1885.

Pero, de toda esta sobresaliente trayectoria hoy sólo quiero llamar la atención sobre el aspecto que a mi juicio merece la pena ser más destacado: su participación activa en la política del periodo. Hombre profundamente conservador, participó en la campaña promovida para oponerse a la medida de libertad de cultos que las Cortes constituyentes de 1869 pretendían adoptar. Dos años después, en 1871 fue elegido diputado a Cortes por la circunscripción de Molina de Aragón, adscribiéndose al grupo carlista. 

Con fervientes partidarios y muy respetado por sus adversarios políticos por su brillantez oratoria, dentro de los difíciles equilibrios que el Gobierno de la Primera República Española (1873-1874) mantuvo con la Santa Sede, el presidente Emilio Castelar lo propuso como obispo de Salamanca, siendo nombrado obispo el 31 de enero de 1874.

En los años siguientes, mantuvo su actividad política compaginándola con una destacada labor pastoral, de manera que en 1876 fue elegido senador por Guadalajara.

Fue en aquel contexto en el que el Gobierno de Cánovas lo eligió, junto a los obispos de Orihuela y Ávila, como representantes de la jerarquía eclesiástica para los debates en el Senado sobre el artículo 11 que consagraba la tolerancia religiosa en la nueva Constitución. Los dos últimos defendieron la tolerancia, nuestro protagonista de hoy, no. Así las cosas, parece que el propio Cánovas tuvo que intervenir posteriormente en el debate para asegurar que el artículo saliera adelante.

 Al año siguiente, en 1877, fue elegido al Senado por la provincia de Valladolid, circunscripción por la que fue reelegido en 1881. Hasta que renunció en 1882 en protesta por la aprobación de la que fue primera ley española de Matrimonio Civil por el gobierno de Sagasta.

Como se ve, una trayectoria política brillante, en la que nuestro personaje jugó un destacado papel de contrapeso conservador en aquella España de la Restauración que empezada a abrirse a las corrientes liberales europeas. El retrato que ofrecemos fue el que publicó La Ilustración… para ilustrar los debates del Senado en 1876, prueba del destacado papel desempeñado por don Narciso.