El Palacio del Infantado (1872, 1874 y 1899)

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana

El Palacio del Infantado (1872, 1874 y 1899)

«Tres veces llevó a sus páginas La Ilustración Española y Americana imágenes del Palacio del Infantado. Diferentes en cada caso. La primerea, en su número del 8 de agosto de 1872 en que publicó un magnífico grabado que recoge con mucho detalle la galería superior del patio central. Un grabado, nos informan, realizado a partir de una fotografía del ya por entonces famoso Laurent. Lamentablemente el dibujo no aparece firmado, por lo que desconocemos quien pudo ser su autor.

Acompaña a la imagen un brevísimo texto, también sin firmar, en el que simplemente se indica que el monumento había sido mandado construir por don Diego Hurtado de Mendoza, duque del infantado; y que en esos momentos era propiedad del duque de Osuna, heredero de aquel título. Limitándose a destacar a continuación que la belleza del patio principal recogido en el grabado, que por desgracia no aparece firmado, le hacía merecedor de aparecer en las páginas de la revista, con el «propósito de dar a conocer las bellezas artísticas que atesora nuestra patria». Explicación que une la aparición de la imagen de nuestro Palacio con la línea editorial de la revista de ofrecer bellas estampas de monumentos en su campaña de promoción del Arte.

Transcurrido poco más de año y medio, el 8 de abril de 1874, el Palacio volvió a ser objeto de atención en las páginas de la revista ilustrada. En esa ocasión, el nuevo grabado, obra del dibujante y grabador Andrés Ovejero, tampoco es un apunte del natural, sino que también se realizó a partir de una fotografía de Laurent. En él se recoge la puerta principal del Palacio. 

Esta vez la imagen sí va acompañada de un texto, firmado por el periodista y escritor, autor de numerosas obras en su mayoría de carácter histórico, Eusebio Martínez de Velasco (1836-1893). Si bien es cierto que el señor Martínez de Velasco se centra casi en exclusiva en la historia de la ciudad, sin detenerse apenas en el edificio. No obstante, como quiera que utilizó correctamente todas las fuentes conocidas en aquellos momentos sobre los principales hitos de la historia local de Guadalajara, me ha parecido justo incorporarlo, junto con el grabador Andrés Ovejero, como autores en mi Bibliotheca guadalaiarensis vetus.

La tercera vez que los editores de La ilustración Española y Americana decidieron ofrecer una imagen de nuestro emblemático Palacio fue en el número correspondiente al día 8 de enero de 1899 para ilustrar la información de las importantes obras de adaptación realizadas en él para ampliar el Colegio de Huérfanos de la Guerra, Institución que se había instalado allí unos años antes.

La imagen elegida fue una vista de la fachada principal del Palacio. Se trata de un fotograbado, firmado por Francisco Laporta Valor (1850-1814), pintor, grabador y fotógrafo que unos años antes, en 1880, a su regreso de Paris, había instalado en Madrid el primer taller de fotograbado.

En esta ocasión el texto que acompaña a la imagen presta toda su atención al edificio. Su autor, el periodista, poeta y dramaturgo Carlos Luis de Cuenca (1849-1927), realizó una detallada descripción de la portada principal del monumento, que por su sencillez y acierto para acercar a sus lectores la esencia de aquella imagen, aún a los que nunca hubieran visto el monumento, nos ha parecido conveniente reproducir íntegramente:  

«El segundo Duque del Infantado, D, Íñigo López de Mendoza, erigió a fines del siglo XV, en Guadalajara, un suntuoso palacio, con más riqueza y lucimiento que pureza de estilo y gusto artístico. En su fachada, que reproduce nuestro grabado, se advierte «aquel género indeciso y caprichoso en que los últimos alardes del gótico se dan la mano con los primeros ensayos del Renacimiento, y en que, descarriada la fantasía en busca de nuevas formas, sustituyó el refinamiento a la belleza». Lo acertado de estas frases del inteligente don José María Quadrado, se comprende al contemplar la vista que del edificio publicamos. 

En medio de dos columnas esculpidas de cuadritos resaltados y ceñidas con trenzado anillo, describe la portada su grande ojiva, cortada casi en su mitad por un arco rebajado, bordando el macizo testero ricos arabescos sobre fondo de jaqueles. Encima del dintel hay cuatro escudos con las armas de la familia; en las enjutas otros dos sostenidos por grifos, y sobre el vértice de la ojiva descuella un yelmo con un águila por enseña.

Toda la fachada está sembrada de cabezas de clavos en punta de diamante: a las antiguas ventanas han sustituido dos órdenes de balcones sencillos, y sobre el doble del centro se notan vestigios de gótica crestería y un gentil grupo de blasones por dos colosales y velludos salvajes sustentados.

Corona la fachada una galería sobre saliente cornisa de estalactitas que interrumpen los segundos balcones, y entre cuyos arcos pareados avanzan unos cubos bajo labrado doselete gótico. 

Cuando terminó la guerra carlista se creó el colegio para los huérfanos de militares muertos en campaña, y en 1879 se estableció esta fundación en el palacio del Infantado.

Las recientes guerras que España ha tenido la desdicha de sufrir han aumentado de tal suerte los candidatos, que es objeto preferente del piadoso celo de S. M. y de su Gobierno el atender a desarrollar y mejorar todo lo posible la institución, y al efecto so están haciendo en el citado colegio muy importantes obras. CARLOS LUIS DE CUENCA