Cerco a las cabañas ganaderas

Vidal Maté
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Los incrementos del coste de los piensos en una media del 15% y los bajos precios en origen amenazan la viabilidad de más de 300.00 explotaciones

Cerco a las cabañas ganaderas

Tras la crisis provocada por la pandemia con la caída de ventas y de precios por el cierre de la restauración, ahora los problemas para las cabañas ganaderas vienen de la mano de los precios de los piensos por la subida de las cotizaciones de las materias primas en los mercados exteriores. Y, para cerrar el círculo, los ganaderos deben afrontar los precios de oferta que han lanzado los grandes grupos de la distribución en las carnes y productos derivados para aumentar ventas en la cuesta de enero.

En los últimos meses, según los datos manejados por los operadores del sector, los precios de las principales materias primas para la alimentación animal en los mercados mundiales han experimentado un incremento espectacular con subidas entre un 20% y un 50%. A pesar del aumento discreto de las cotizaciones en origen de la producción nacional de cereales que, para el agricultor, se han mantenido estabilizadas o solo con muy ligeras subidas, los precios medios de los piensos al ganadero han registrado crecimientos de entre un 10% y un 15%, según el empleo de unas u otras materias primas. Los más elevados se han producido en la avicultura por el mayor uso de soja y maíz con subidas en el entorno del 15% y menos en vacuno o porcino con una media del 10%. El gasto en piensos supone una media para todas las explotaciones intensivas o semiintensivas de entre un 60% y un 70% de los costes de producción.

Esta es la situación que atraviesa la mayor parte de las cabañas ganaderas y que pone en peligro la viabilidad de una parte muy importante de las 300.000 explotaciones con las que cuenta el sector si a corto plazo no cambia el signo de los mercados. Ante esta difícil coyuntura, por el momento, la Administración guarda silencio.

En opinión de los fabricantes de piensos, el actual escenario ha sido el resultado de la combinación de diferentes factores como la mayor demanda china en su estrategia de seguridad alimentaria, la existencia de stocks cortos y las medidas adoptadas por diferentes países como Argentina o Rusia limitando ventas en el exterior o aplicando aranceles a la exportación. Por el contrario, en medios del sector, además de esas razones, la subida de los precios de las materias primas en los mercados exteriores se asocia fundamentalmente a las actuaciones especulativas de los fondos de inversión.

En el caso de China, se esperan unas importaciones récord de soja con 100 millones de toneladas, que suponen un 30% de la producción mundial, y 20 millones de toneladas de maíz consecuencia de su estrategia para recuperar la cabaña de porcino diezmada en los dos últimos años por la peste porcina africana. En China se estima que con la peste se pudieron cerrar más de 100.000 explotaciones que el gobierno ha vuelto a poner en marcha para evitar las importaciones masivas de carne de las que, hasta la fecha, España ha sido uno de los países más beneficiados. El resultado de todo ello ha sido un incremento medio de los precios de la soja en un 50%, pasando de 350 a 495 euros por tonelada; 40% en el caso del maíz, de 175 a los 248 euros por tonelada; o 29% en los trigos blandos, de 195 a 252 euros. La colza casi un 46%, de 230 a 335 euros; el girasol casi un 53%, de 216 a 330 euros, o la cebada un 26%, de 178 a 225 euros por tonelada

España cuenta con una de las cabañas ganaderas más importantes de la Unión Europea y una producción media de cereales de unos 23 millones de toneladas. En la campaña 2019, con una cosecha récord de 27 millones de toneladas, la producción fue de cuatro millones de toneladas de maíz, siete millones de toneladas de trigo blando y 12 millones de toneladas de cebada, frente a una demanda solo para alimentación animal de 26 millones de toneladas. Esta situación supone una fuerte dependencia externa de materias primas para la fabricación de piensos que, en una campaña con cosecha corta como la de 2019, llegó a una importación solo de cereales de 17 millones de toneladas, nueve de maíz y 5,4 de trigo blando, a las que se sumaron otros casi seis millones de toneladas de soja.

La fuerte dependencia de las importaciones para el mantenimiento de los actuales niveles de producción es uno de los talones de Aquiles que tiene el sector, razón por la que en algunas cabañas, desde las autoridades comunitarias, se trata de impulsar nuevas políticas basadas en la extensificación y el mayor uso de los recursos naturales, lo cual supondría además un paso positivo para la fijación de población en el medio rural. Sin embargo, hasta la fecha, se mantiene la apuesta por las producciones intensivas que en este momento podrían tener más dificultades para mantener su competitividad en los mercados exteriores.

El sector ganadero espera para seguir vivo que la situación se reconduzca con buenas cosechas de maíz y soja en Brasil y Argentina y con aumento de siembras en Estados Unidos. Caso contrario, el sector teme una fuerte reducción de explotaciones y de censos, especialmente en la avicultura de puesta (1.000 granjas y una producción de más de mil millones de docenas de huevos) y las 5.500 explotaciones dedicadas a la cría de pollos y otras especies (1,7 millones de toneladas de carne).

En España, el conjunto de las cabañas ganaderas, desde la carne a la leche o los huevos, implican unas ventas en origen superiores los 20.000 millones de euros y suponen la base para el mantenimiento del territorio, de la actividad agraria, de miles de pequeñas industrias de la carne y de la fabricación de piensos y juega además un papel muy importante en el comercio exterior con unas exportaciones por encima de los 7.000 millones de euros, de los que unos 5.000 corresponden al porcino.