El claustro del Monasterio de Lupiana (8 de abril de 1884)

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'

El claustro del Monasterio de Lupiana (8 de abril de 1884)

Seis años después de incluir los dos dibujos de Salcedo que acabamos de comentar en el grabado que ilustraba el reportaje titulado “Paseo artístico por la provincia de Guadalajara”, que recogía también reseñas de la fuente de Fuentenovilla, del convento del Carmen de Pastrana y de los castillos de Torija y Pioz, los responsables de La Ilustración Española y Americana decidieron volver a llevar a sus páginas otro dibujo del monasterio de San Bartolomé de Lupina de nuestro pintor. Esta vez dedicándole a dicho monasterio un reportaje en exclusiva, que apareció el día 8 de abril de 1884.

Para aquella ocasión, como quiera que el objeto de la información era únicamente nuestro monasterio, el reportero acudió para realizar su reseña a la obra que entonces mejor historiaba y describía San Bartolomé de Lupiana. Nos referimos a la Historia de la Orden de San Geronimo, escrita por fray José de Sigüenza, publicada en varios volúmenes aparecidos entre 1600 y 1605. 

De sus páginas tomó el señor Martínez de Velasco los datos claves de la fundación y de las sucesivas fases de construcción y ampliación del monasterio, que resumió en los breves párrafos que ofrecemos a continuación:

«La antigua villa de Lupiana está situada a unos diez kilómetros de Guadalajara, en el camino de Cuenca y en la parte más pintoresca de uno de esos deliciosos valles de la Alcarria, que están alfombrados de flores en el interior y ceñidos a lo lejos por ancha cintura de rocas: allí está, cerca de la villa, el ruinoso monasterio de San Bartolomé, en cuya sala capitular se congregaban una vez en cada periodo de tres años los priores de todos los monasterios de la orden de San Jerónimo, de la Península, o sean 54, tomando asiento a derecha e izquierda del presidente del capítulo por rigorosa antigüedad, para la elección del prelado superior o general.

Hacia el año 1330, el caballero Diego Martínez de la Cámara, palatino del rey D. Alfonso XI, mandó construir la capilla del monte Lupiana , dedicada a San Bartolomé, para enterramiento suyo y de su mujer; medio siglo más tarde, el obispo de Jaén don Alonso de Pecha, natural de Guadalajara, edificó a sus expensas, alrededor de aquel pequeño templo, el primer monasterio de Lupiana; a mediados del siglo XV, la Condesa de Arjona Dª Aldonza de Mendoza hizo ensanchar la iglesia y labrar un magnífico retablo y la sillería del coro ; en 1472, por último, el turbulento arzobispo de Toledo D. Alonso de Carrillo y Acuña edificó el suntuoso claustro, «según la arquitectura gotico-germánica (dice el buen P. Sigüenza, historiador de la orden de San Jerónimo) heredada de godos o de moros.»

Este claustro reproducimos en el segundo grabado de la página 220 (según dibujo del natural, por Salcedo), y en él aparece en primer término la preciosa galería que, con el salón capitular inmediato, fue ejecutada en 1598 por el célebre arquitecto Francisco de Mora.

Observando detenidamente el conjunto, compréndese, por la disposición general de las líneas y los detalles más salientes del decorado, que corresponde al estilo del Renacimiento en España, con no pocas reminiscencias del gusto gótico-arábigo, en los intercolumnios del piso principal; los arcos semicirculares del primer cuerpo y rebajados en el segundo tienen lindos medallones en sus enjutas, y florones en su arquivolta; los de abajo están cerrados con balaustrada de piedra, y los de arriba, con calado antepecho, el cual, aunque pertenece al estilo ojival en su conjunto, presenta decorado bellísimo del Renacimiento; las espaciosas galerías tienen rico pavimento de mármol y techos de labrado alerce.

Este claustro es todo magnificencia y buen gusto; parece propio de un palacio de príncipes, más que de un asilo de monjes. EUSEBIO MARTÍNEZ DE VELASCO».

La reseña no deja de ser interesante, pues nos muestra el grado de conocimiento que se tenía de los elementos más significativos del monasterio en aquella fecha de finales del siglo XIX, cuando aún no se había abordado su estudio sistemático por los especialistas en la historia del Arte de los que hoy disponemos, y que en las últimas cuatro décadas han corregido diversos aspectos de lo escrito por nuestro reportero. 

Así las cosas, lo más importante, a mi juicio, de la publicación de La Ilustración… no es el texto de Martínez de Velasco sino el magnífico dibujo de Salcedo que acompaña al reportaje. 

No sólo por su calidad artística, que la tiene y mucha como ustedes podrán observar. También como fuente de información sobre el claustro principal de San Bartolomé ya que nos muestra su estado original antes de la desaparición del cuarto piso. Un valor que aumenta si lo comparamos con la otra imagen que recoge una vista parecida en la que aparece el cuarto piso del claustro. Me refiero a la conocidísima litografía que Genero Pérez Villamil dio a conocer años antes, en 1842, en su España Artística y Monumental.

En este sentido quiero recordar aquí la opinión sobre ambas imágenes de Luis Zolle Betegón, posiblemente el autor que mejor conoce la cronología de la construcción y las sucesivas reformas que sufrieron la iglesia y los tres claustros con los que contó San Bartolomé. El citado autor en su documentadísimo estudio El monasterio de San Bartolomé de Lupiana. Precisiones en torno a su construcción: 1504-1612, publicado en el número 59 (1996) de la revista Archivo Español de Arte, afirma que el grabado de Salcedo es mucho más veraz que la obra de Pérez Villamil, que desde su concepción romántica del arte se permitió más licencias al dibujar el claustro.

Ya para terminar, centrándonos en la obra de nuestro pintor, resta por indicar que su dibujo, tras aparecer en el número correspondiente al 8 de abril de 1884, fue comercializado a parte como grabado xilográfico acuarelado a mano, del que se conservan rarísimos ejemplares.