El bloqueo se perpetúa en Israel

Agencias
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Lapid insiste en crear un nuevo Gobierno «para todos» mientras Netanyahu continúa con su plan de romper la coalición

El dirigente centrista aspira a que la alianza opositora pueda tomar posesión cuanto antes. - Foto: RONEN ZVULUN

A pesar de haber conseguido aglutinar el apoyo de ocho partidos de muy diferente ideología política para configurar una coalición «del cambio» que acabe echando a Benjamin Netanyahu del poder, el líder centrista Yair Lapid sigue a la espera de que su trabajado acuerdo pueda salir adelante. Y es que el tiempo corre en su contra y la ajustada mayoría obtenida tras duras negociaciones puede irse al traste si Netanyahu consigue -como está intentando intensamente en los últimos días- que alguno de los diputados de derecha inscritos en el pacto acaben desertando.

Por eso mismo, Lapid, impulsor de ese consenso, instó ayer de nuevo a la «unidad» y a crear un Ejecutivo «para todos los israelíes», incluidos los simpatizantes del todavía primer ministro.

«Quiero hablar a los partidarios de Netanyahu: sé que la formación del Gobierno de unidad supone una crisis para algunos de ustedes, pero verán que este Ejecutivo no se está creando en su contra», aseguró el dirigente opositor en una reunión de su partido, Yesh Atid.

La nueva coalición -pendiente de ratificarse en un acto de toma de posesión del que aún no hay fecha clara y que podría posponerse hasta la semana que viene- «se está formando porque» representa a «la mayoría», agregó Lapid.

Está previsto que el dirigente centrista se ponga al frente del nuevo Gabinete en la segunda mitad del mandato, tras un pacto para rotarse en su Jefatura con Naftali Benet, líder del partido ultranacionalista Yamina, que debe encabezar el Gobierno los dos primeros años. De este modo, se evitarían unas quintas elecciones en Israel en menos de dos años y medio.

Sin embargo, todo ello se produce en una situación muy tensa, con Netanyahu atacando cada vez más fieramente a la oposición y, según los medios, maniobrando para conseguir que diputados derechistas de Yamina se pasen a su bando y acaben con la coalición.

Y es que el Gobierno «del cambio» tiene una frágil mayoría, la mínima -61 escaños en una Cámara Baja de 120-, por lo que la pérdida de un solo parlamentario frustraría la creación del nuevo Ejecutivo.

Según prensa y analistas, esto es lo que intenta Netanyahu, que aprovecha hasta su último recurso para evitar perder el poder. 

El líder del Likud acumula 15 años como primer ministro, los 12 últimos seguidos, y el pasado domingo reiteró su oposición a lo que tachó como un «peligroso Gobierno del fraude y la rendición», al que apeló a «derrocar rápidamente» en caso de que se finalmente se forme.

Durante los últimos días, los críticos al premier conservador en funciones han acusado a su entorno y a sus simpatizantes derechistas de incitación para impedir la creación del Gabinete consensuado, y de hostigar a diputados derechistas del bloque opositor como medida de presión.

En los últimos días, ha habido protestas frente las casas de diputados de Yamina, a los que el Estado reforzó la protección.

La polarización de los últimos días en Israel ha sido comparada por los expertos con la atmósfera tensionada que derivó en el asesinato del primer ministro laborista, Isaac Rabin, en 1995, tras una fuerte campaña de incitación en su contra por parte de la derecha israelí, que condenaba que hubiera firmado los Acuerdos de Paz de Oslo con los palestinos.

Beny Gantz, ministro de Defensa en funciones, instó a Netanyahu a aceptar «los resultados democráticos» y «respetar el proceso» de cambio de Gobierno. «Si Netanyahu decide dejar tierra arrasada» antes de su partida, «dañará su legado y su país», advirtió