'El golpe de Estado de Jadraque'

Plácido Ballesteros
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Víspera de Nochebuena de 1714

‘El golpe de Estado de Jadraque’

Como hiciera en su crónica de la visita a Hita que vimos la semana pasada, don Enrique Lafuente Ferrari utilizó profusamente las investigaciones de don Juan Catalina García López para reseñar los sucesos más relevantes del pasado de Jadraque. En este caso los Aumentos con los que el académico alcarreño había completado en 1903 la edición de la Relación Topográfica de Felipe II correspondiente a la nuestra villa.

Como quiera que son aspectos de sobra conocidos por los aficionados a la historia de nuestra provincia, hoy les propongo que centremos nuestro interés en lo que ocurrió la noche del 22 al 23 de diciembre de 1714 en una de las casonas de la Plaza Mayor jadraqueña. Un acontecimiento que, aunque recogido en todos los estudios que analizan el reinado de Felipe V, la mayoría de los historiadores españoles abordan muy someramente. Prácticamente ninguno entra en detalles de la escena protagonizada por las dos mujeres que marcaron la política del reinado, centrando toda su atención en las consecuencias políticas que se derivaron del grave incidente. 

No ocurre lo mismo en la historiografía francesas. El señor Lafuente Ferrari en sus notas a pie de página nos pone sobre la pista de varias obras en las que los estudiosos franceses abordan con mucho detalle todo lo sucedido en Jadraque aquella noche. Tanto que los historiadores galos llegan a calificar lo acaecido como «golpe de Estado».

Pongámonos en situación. Mariana de La Tremoïlle (1642-1722), aristócrata francesa casada en segundas nupcias con el príncipe romano Flavio degli Orsini, ejerció importantes funciones diplomáticas en Italia a favor de los intereses del rey Luis XIV de Francia, incluso tras enviudar en 1698. Por ello, cuando se pactó el matrimonio del joven nieto del poderoso monarca francés, elegido rey de España como Felipe V a la muerte sin descendencia de Carlos II, Luis XIV decidió que la veterana Mariana de La Tremoïlle acompañara a España a la futura reina, Luisa Gabriela de Saboya, para ocupar el puesto de Camarera mayor de Palacio. Su encargo era que tutelara a la jovencísima reina.

Nuestra protagonista, a la que pronto en España se le castellanizó su título italiano como Princesa de los Ursinos, cumplió con creces el encargo. Muy pronto desde su llegada a Madrid a finales de 1701, Mariana de La Tremoïlle se convirtió en la persona de más confianza y que más influyó no sólo en la reina Luisa Gabriela, sino también en Felipe V. 

A comienzos de 1714, a la muerte de la reina Luisa Gabriela, el rey se refugió en un círculo muy reducido de personas controladas por la Princesa de los Ursinos, de manera que cuando poco después el monarca manifestó su intención de volver a casarse, la experimentada cortesana fue quien se ocupó de buscar candidata.

Aconsejada por Giulio Alberoni, abate que había llegado años antes a España como secretario del Mariscal Vendôme, uno de los héroes del bando borbónico en la Guerra de Sucesión Española; y que en esos momentos era el embajador en España del Ducado de Parma, la Princesa de los Ursinos eligió como esposa de Felipe V a Isabel de Farnesio, sobrina del Duque de Parma. En la elección fueron determinantes dos circunstancias: la primera, Parma era un pequeño estado italiano, por lo que el enlace no suponía alteración alguna en el equilibrio de poder geográfico entre las potencias europeas; y, la segunda, el embajador había presentado a la candidata como una mujer insignificante, simple y sumisa, que toleraría que la influencia de la Princesa de los Ursinos sobre Felipe V continuara. 

Hecho este último que no era cierto, pues Isabel de Farnesio era una mujer de fuerte carácter, dispuesta a participar en el Gobierno de la monarquía, como se comprobó muy pronto. Además, la Princesa de los Ursinos había tomado la decisión de quien sería la segunda esposa de Felipe V sin consultar a la Corte de Versalles, lo que supuso su caída en desgracia en Francia y la decisión de Luis XIV de alejarla del rey de España. 

Así las cosas, y desconocedora la Princesa de estas circunstancias, el matrimonio se realizó por poderes. Luego, en la Corte de Madrid se organizó la llegada a España de la nueva reina, decidiéndose que el encuentro de Felipe V e Isabel de Farnesio para refrendar el matrimonio tuviera lugar en Guadalajara, a donde se trasladaría el Rey a esperar a su nueva esposa. Dentro del plan, la Princesa se adelantó a Jadraque para esperar y recibir a Isabel de Farnesio como Camarera mayor. 

La reina llegó a nuestra villa ya anochecido el 22 de diciembre en medio de una tremenda tormenta de frio y nieve. Tras una breve entrevista entre ellas, celebrada nada más llegar la reina a Jadraque, Isabel de Farnesio dispuso el destierro inmediato, esa misma noche, de la Princesa ordenando a la Guardia real que la acompañara a la frontera. Es lo que recogen todas las historias del reinado, indicando que no se conoce con precisión lo que allí aconteció entre ambas.

Afortunadamente contamos con una monografía escrita por una autora francesa, Madeleine Taillandier, titulada muy significativamente La princesa de los Ursinos, una gran dama francesa en la Corte de España bajo Luis XIV, publicada en 1926, y que en pocos años alcanzó 20 ediciones dado lo bien que aborda la biografía de nuestra protagonista. Aunque desgraciadamente no ha sido traducida al castellano. En sus páginas el denominado Golpe de Estado de Jadraque sí recibe una atención prioritaria, abordándolo a la luz de los documentos oficiales que hacen referencia a lo acontecido en nuestra villa esa terrible noche de invierno de 1714.

El documento más directo que aporta es la carta que Felipe V envió a su abuelo Luis XIV de Francia el 29 de diciembre justificando el destierro de la Princesa, en la que ofrece la versión de la Reina:

«Mi alegría, sin embargo, se ha visto perturbada por lo ocurrido en Jadraque, donde la Reina se vio obligada a despedir a la Princesa des Ursins por lo que pasó allí, que fue lo siguiente: 

La Reina recibió a la Princesa al conocerla por primera vez con mucha amabilidad, aunque disimulando ya su enfado de que sólo había bajado [la Princesa] la mitad de la escalera para encontrarse con ella, y había subido el resto a su lado, sin hacerle todas las demostraciones por su rango. Después, habiendo cerrado las puertas para conversar juntas, la Princesa comenzó desaprobando la decisión de la Reina de llegar como yo deseaba al día siguiente a Guadalajara, donde la esperaba con mucha impaciencia, porque dijo, el vestido de la Reina no era adecuado para la solemnidad de un día como éste, y aunque era sólo un vestido de viaje, la Princesa insistió con fuerza en él, diciendo que no era digno de una persona de su rango. A partir de ahí procedió a darle a la Reina otras lecciones sobre su conducta, las cuales aunque creo que se debieron a su apego a mí, fueron dichas en términos que desagradaron enormemente a la Reina, llegando a tal punto que aunque sabía lo mortificada que estaba, ante la demora del viaje, ella se lo reprochó severamente, gravándola con falta de respeto y amistad hacia mí. 

Ante estas palabras la Reina no pudo contenerse más, y atacada en su punto más tierno, se indignó tanto que ordenó al oficial al mando de los guardias que la acompañaban, que la sacara de su presencia y la enviara fuera de España».

Otras versiones, de personajes cercanos a la Princesa de los Ursinos, si bien coinciden en el incidente de Jadraque en términos parecidos, dejan constancia de que la nueva Reina ya venía predispuesta contra ella. Añadiendo los detalles de que el hecho de no bajar toda la escalera para recibir a Isabel de Farnesio se debió a que la Princesa, ya de 72 años, tenía muy doloridas las piernas por el viaje; y que sus comentarios sobre lo inadecuado del vestido y de la hora para viajar hacia Guadalajara al encuentro del Rey fueron una simple advertencia cariñosa para que la Reina se acicalara. Circunstancias que fueron aprovechadas por la nueva Reina, dentro de un plan preparado por el abate Alberoni, para anular la influencia de Mariana de Tremoïlle sobre Felipe V. Una maniobra seguramente consentida también por el poderosísimo Luis XIV al sentirse traicionado por la Princesa de los Ursinos al preparar la boda de su nieto sin haberle consultado antes a él.

Lo cierto es que lo sucedido en Jadraque la víspera de la Nochebuena de 1714 cambió por completo el elenco de protagonistas del gobierno del Reino de España a partir de ese mismo momento. Los principales colaboradores de la Princesa de los Ursinos fueron apartados de los cargos más relevantes. Además, con el apoyo de Isabel de Farnesio, que se convirtió en la principal consejera del Rey, Alberoni protagonizó una carrera política meteórica, nombrado pronto y sucesivamente Grande de España, Consejero del Rey, obispo de Málaga, y, en 1717, Cardenal. Cargo conseguido gracias a las presiones de la Corte de Madrid ante el Papa Clemente XI.

Como era de esperar, un acontecimiento tan apasionante como lo sucedido en Jadraque aquella noche sí ha atraído mucho la atención de los autores de novela histórica. A mí personalmente me encantó el relato del también francés Claude Pujade-Renaud titulado La nuit, la neige, con una alusión a la noche tormentosa en todos los sentidos vivida en Jadraque, que en su edición en castellano en 1999 se tituló también muy significativamente La noche de las Reinas.

No han faltado tampoco escritores españoles que han novelado el suceso, entre los que no puedo dejar de citar a Manuel Fernández González quien publicó por entregas entre 1864 y 1865 una larguísima novela titulada La Princesa de los Ursinos, con grabados que recreaban las escenas fundamentales y los personajes principales, que culmina su relato con la escena de Jadraque. Se trata de una obra de la que se han realizado numerosísimas ediciones. Hecho que posiblemente motivó que la vida de la Princesa fuera llevada al cine por Luis Lucía en 1947 protagonizada por Ana Mariscal y Fernando Rey. 

Más recientemente, la escritora Ángeles Caso ha recreado también aquellos convulsos primeros años del primer Borbón español, destacando el papel de la Princesa de los Ursinos en su obra Donde se alzan los tronos, publicada en 2012. 

Junto a la vieja fotografía de Jadraque, conservada en Colección Camarillo del CEFIHGU de la Diputación Provincial, que documenta el escenario donde ocurrieron los hechos, acompaño el grabado de la Princesa de los Ursinos con la que se abría la novela de Manuel Fernández.