Una asignatura pendiente

Maricruz Sánchez (SPC)
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Mayor visibilidad, igualdad y conciliación son para las mujeres los retos de un sector de la gastronomía dominado por hombres

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La brecha de género en el mundo de la gastronomía continúa vigente en pleno siglo XXI. Tanto, que continúa siendo una realidad contra la que luchan numerosos colectivos en distintas partes del mundo, en su empeño por cambiar las cosas en el sector. Mujeres en Gastronomía, en España; Equity At The Table, en Estados Unidos; y Parabere Forum, en Francia, son ejemplos de ello. Muestras del esfuerzo por dar mayor visibilidad al trabajo femenino en restaurantes, cocinas, barras, bodegas y demás eslabones de la cadena gastronómica, como la producción de alimentos.

En vísperas del Día Internacional de la Mujer, cuando a los mayores referentes gastronómicos se les pregunta por las medidas que han adoptado en sus negocios para reducir la brecha de género, las respuestas de la mayoría resultan tibias. A pesar de la desigualdad en este campo donde, por ejemplo, los restaurantes liderados por mujeres representan una minoría, muchos chefs aún sostienen que no tienen en cuenta el sexo a la hora de contratar empleados y que, por eso, no cuentan con políticas específicas para cuidar la paridad.

Las trabajadoras del sector señalan la maternidad como uno de los principales motivos por los cuales hay menos profesionales que se decanten por este tipo de empleos. También los horarios, complicados y a veces nocturnos, y las largas jornadas actúan como barreras que desalientan a las mujeres a dedesarrollar una carrera gastronómica.

Solo un puñado de prestigiosas cocineras destaca en los listados que abarcan a decenas de restaurantes a nivel internacional. En el esfuerzo por denunciar esta situación, al recibir el reconocimiento como Mejor Chef Femenina del Mundo en 2019, Daniela Sotto-Ines, a cargo de los multipremiados Cosme y Atla, en Nueva York, sostuvo: «Como mujer mexicana, liderando un equipo diverso, cada día, con cada comida, con cada servicio, podemos combatir la ignorancia y el prejuicio que nos dice que nuestras voces no deberían ser escuchadas, que nuestra felicidad y nuestros sueños no importan» .

Pero no solo las chefs sufren la falta de paridad en este campo. Son muchas las profesionales que tienen historias de lucha detrás. Relatos a veces invisibles, en un mundo dominado por hombres.

Si a Alicia González Valero, valenciana, le hubieran augurado hace algo más de una década que cambiaría la luz del Mediterráneo por la Sierra de Cantabria, habría escuchado con cierta incredulidad. Pero, si a aquella entonces empleada del Departamento de Atención al Cliente de una empresa de saneamientos le hubiesen dicho que cambiaría sus 45 minutos de trayecto diario en coche, y sus zapatos de tacón, por una vida en Laguardia (Rioja Alavesa), destino que incluiría nieve, una granja, un rebaño de 340 cabras malagueñas y unas botas limpias puestas antes del amanecer y embarradas al atardecer, su perplejidad hubiera sido más que mayúscula.

Ella garantiza la leche de cabra de calidad que permite elaborar un buen queso. «Nuestra vida es una vida de madrugadores. Los martes, jueves y sábados son los días que el Camión de Lácteos Martínez-Queso Los Cameros viene a recoger la leche. Estamos en el corral desde las 06:30 de la mañana».

Las labores de esta ganadera se centran en el ordeño, la limpieza y alimentación de los animales, así como el mantenimiento diario de las instalaciones que los albergan. También está muy pendiente del control de vacunas y la desparasitación. Una vida dura con rostro femenino, pero como asegura feliz.