Campisábalos se encuentra en las cercanías de la solitaria y poco alterada Sierra de Pela, lo que supone un gran atractivo para hacer una visita a éstos apartados rincones de nuestra provincia, muy cerca de la de Soria y Segovia. El pueblo se asienta a una altitud de casi 1.400  metros sobre el nivel del mar, por lo que el clima reinante en todo el año es fresco, con largos y duros inviernos, viéndose la nieve en varias ocasiones, y agradables veranos. Con relativa frecuencia se deja sentir el viento del norte encontrando poca resistencia en estas extensas parameras.   

    Por algo se dice que aquí es uno de los lugares del mundo donde se puede disfrutar del aire más puro. es solo comparable a otras dos localidades ,una en Finlandia y otra en Canad. Esto solo ya bastaría para desplazarnos, ahora que tanto se habla de la contaminación atmosférica con todos los problemas que acarrea para la salud y de tan difícil solución.

El terreno despejado, con ondulaciones, permite el cultivo de cereales con grandes praderas para el ganado.Son las dos actividades principales de su población. Los montes cercanos están tapizados con variada vegetación arbustiva en donde se pueden ver diferentes especies de árboles diseminados, sobre todo en las laderas más pedregosas. También cuenta con bosques de pinos, refugio de la fauna del lugar, sobre todo de los mamíferos que permanecen en ellos hasta la noche, momento en el que se sienten más seguros para salir a campo abierto. Es el caso sobre todo de zorros, jabalíes y  tejones, habitantes de estos parajes. Como el corzo, que en estas fechas frota las cuernas con las ramas de los arbustos para desprenderse de la fina piel que las ha protegido durante el crecimiento a lo largo del invierno. Lo hace en escasos tres meses ya que este cérvido se desprende de ellas en el mes de noviembre, periodo de tiempo en el que su pelaje es de color gris, tornándose rojizo con el inicio de la primavera.

CampisábalosEl terreno despejado nos ofrece múltiples posibilidades de hacer senderismo o rutas más o menos largas por praderas, arroyos como el de la Dehesa o Cabeza la Sima, caminos y montes de extensos paisajes en los que no faltan muchas de las aves típicas de la sierra. Pero también es terreno de zonas agrícolas y pastizales y forestales. Un ave que en los últimos años ha incrementado su número después de superar el dramático descenso que sufrió hace unos años por el uso de productos para controlar la población de topillos es el milano real. Es un ave fácil de identificar por su tamaño y estilizada silueta en vuelo y, sobre todo, por la cola ahorquillada de tonos anaranjados. Es frecuente en terrenos ganaderos, al alimentarse de pequeños roedores, carroña, insectos y ranas.

 Su pariente el milano negro, un poco más pequeño y de colorido oscuro, hace su aparición en estos días procedente del continente africano, donde ha pasado el invierno. Es muy insectívoro, como el halcón abejero, y está especializado en extraer los avisperos de la tierra y de tamaño similar. Cruzan el termino de Campisábalos para dirigirse al norte de la península y parte de Europa para reproducirse. Ver buitres  sobrevolando estos terreno es frecuente. Como lo es el águila real, a pesar de la escasez de caza menor. Nada que ver con tiempos pasados cuando el conejo y la liebre fueron tan abundantes. La prueba la tenemos  en una magnífica talla en piedra de su iglesia, en la que se muestra una escena de caza del conejo con palos. Otra de ellas la veremos en la cenefa de la capilla de San Galindo representando la caza del jabalí con perros.