Simulacro de combate

Plácido Ballesteros
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Ejecutado por el Cuerpo de Ingenieros de Guadalajara

Simulacro de combate

El 15 de diciembre de 1880 La Ilustración Española y Americana publicó un amplio reportaje sobre un simulacro de combate que el Cuerpo de Ingenieros había realizado en el Campo de maniobras que el entonces Ministerio de la Guerra tenía en las márgenes del río Henares. Eran unas amplias instalaciones complementarias de su Academia, instalada desde hacía décadas en nuestra ciudad. El reportaje estaba firmado por Manuel Bosch y Reyes (1848-1890), escritor y periodista, encargado de comentar en ocasiones destacadas la sección titulada «Nuestros grabados»; especialmente en las que participaba el rey.

Como ya he destacado en diversas ocasiones a lo largo de las últimas entregas, La Ilustración … fue la cabecera más destacada de toda la prensa gráfica española a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Por ello jugó un papel destacadísimo en los primeros años del periodo de la Restauración. Los estudiosos del proceso de consolidación de Alfonso XII en el trono ponen de manifiesto como uno de los instrumentos utilizado para ello fueron las reseñas de todos los actos y ceremonias a las que acudía el monarca, prestándoles una atención especial a los actos de acceso al poder en 1874 y, tras ellos, a los que marcaron los hitos fundamentales de su trayectoria vital: bodas, nacimientos de sus hijos, etc. etc. Todos ellos reseñados por Manuel Bosch y Reyes.

Eco amplísimo tuvieron también aquellos actos institucionales relacionados con el Ejército a los que el joven monarca acudía con un importante séquito para dejar constancia del apoyo que la Corona prestaba a la institución militar; al mismo tiempo que se mandaba un mensaje claro a la opinión pública del respaldo que el nuevo rey tenía de las fuerzas armadas.

Una de las mejores pruebas de lo que venimos diciendo es el artículo que reproducimos a continuación, titulado Guadalajara: Gran simulacro de combate, ejecutado por el Cuerpo de Ingenieros, que como hemos indicado al principio de esta entrega, se publicó el 15 de diciembre de 1880 junto con un grabado a doble página de gran calidad:

«En distintas y recientes ocasiones se ha ocupado nuestro periódico del loable celo con que el brillante Cuerpo de Ingenieros se ocupa de adoptar y poner en práctica los progresos que el arte militar realiza en las naciones más adelantadas. El gran simulacro que con asistencia de S. M. el Rey y de sus augustas hermanas tuvo lugar el día 9 del actual en el campo de maniobras de Guadalajara, nos suministra una nueva ocasión, que no debíamos dejar pasar desapercibida, para unir nuestros elogios a los que la prensa de Madrid ha tributado en estos días a aquel instituto científico, que tanto honra al ejército y a la patria.

A las ocho de la mañana llegaba a Guadalajara el tren Real, salido de Madrid una hora antes. Ya en la estación S. M. y Altezas, con las personas de su numerosa y lucida comitiva, dejaron la vía general para tomar la militar, construida por el Cuerpo de Ingenieros para poner el campo de maniobras en comunicación con la ciudad. S. M. recorrió detenidamente los campamentos de los dos ejércitos que habían de tomar parte en el combate, simulando uno el ataque y otro la defensa de sus posiciones. Estas tropas se componían del 2° regimiento de ingenieros militares, batallón de alumnos de la Academia del Cuerno, regimiento de pontoneros y telegrafistas, tres baterías de artillería de montaña, y regimiento infantería de Canarias.

El material del campamento, construido en su gran mayoría por el mismo Cuerpo, es de los mejores y más completos. Barracas, tiendas y hornos de campaña de distintos é ingeniosos sistemas, cocinas, etc.; todo hace honor a los ingenieros militares.

Las obras de defensa de los sitiados asumían todos los adelantos de la ciencia militar en este ramo. Perfiles franceses, prusianos, austríacos, ingleses, belgas y españoles; zapas de todos los sistemas conocidos; reductos, debidos a entendidos oficiales del Cuerpo; galerías de minas, fogatas de proyección, y otros cien recursos inventados por el arte de la guerra, conquistaban los elogios de los inteligentes, solicitando la atención de los profanos.

Terminada la visita a los campamentos, las Reales personas, su comitiva y un gran número de invitados, entre los que se contaban muchos militares de alta graduación, damas de la buena sociedad y representantes de la prensa, almorzaron en unas mesas de campaña, dispuestas en el punto que se ve marcado (núm. 10) en la vista panorámica que ocupa las págs. 360 y 361 del presente número, según dibujo de nuestro especial artista D. Domingo Muñoz. Terminado el almuerzo, que fue espléndido y bien servido, el señor general Trillo, director de! arma, previa la venia de S. M., pronunció un elocuente brindis, haciendo patentes los esfuerzos del Cuerpo de Ingenieros para mostrarse a la altura de su importante misión; se lamentó de que el instituto no contara con un abundante material propio, para la construcción de ferrocarriles, elemento tan necesario en el moderno arte de la guerra, y dio gracias a las compañías particulares que patriótica y desinteresadamente habían facilitado elementos para construir !a línea militar que unía el campamento con la ciudad. Vivas a S. M. y a la familia Real acogieron las palabras del general Trillo.

El Monarca contestó tributando el testimonio de su agradecimiento al Cuerpo de Ingenieros y a su digno Director; manifestó su complacencia ante los progresos que realizaba tan importante instituto del ejército, y agregó que todas sus aspiraciones se encaminaban a que tanto el Cuerpo de Ingenieros como todos los demás de aquél fuesen dotados de cuanto hicieran necesario los adelantos de la ciencia; S. M. terminó brindando por el Cuerpo de Ingenieros, por el ejército español y por sus generales, guardadores del orden interior, y defensores decididos, si llegara el caso, de la honra nacional.

Las aclamaciones se repitieron cuando S. M. puso fin a su discurso.

Cerca ya de las dos de la tarde ocupó S. M. el pabellón Real, marcado también en el dibujo del Sr. Muñoz, y desde el cual se dominaba en toda su extensión el campo de maniobras. Acto seguido dio principio el simulacro, cuya primera parte consistía en el ataque y defensa de la cabeza del puente, posición señalada con el núm. 1. El objetivo del ataque era apoderarse de la plaza de Guadalajara, situada a la extrema izquierda del rio. Quinientos hombres del regimiento infantería de Canarias y cinco piezas de artillería de campaña defendían la posición, que fue atacada por el batallón de alumnos y los ingenieros formados en columnas de ataque, apoyados por una batería. Los sitiadores fueron rechazados; el puente de barcas sobre el Henares se hizo desaparecer en diez y ocho minutos, poniéndolo a cubierto de las tentativas del enemigo.

Repuestos los sitiadores, reanudaron el ataque, obligando a los sitiados a pasar el rio y a volar con dinamita el puente que hablan tendido; pero el enemigo estableció en veinticuatro minutos otro puente, por el cual atravesó el rio su artillería montada. Entonces los sitiados establecieron sobre unas alturas una segunda línea de defensa, fortificada con zapas y trincheras de varios modelos, de la que fueron desalojados, viéndose obligados a refugiarse en un reducto, no sin hacer estallar antes las seis fogatas (núm. 9), sobre los cuales se suponía que había fuerzas enemigas, y volar su batería para que los contrarios no pudieran utilizarla. Luego, aprovechando un momento de inacción de las fuerzas que atacaban, los sitiados consiguieron recuperar algunas de las posiciones perdidas, rechazando al enemigo hasta la orilla del río. Avanza el ejército sitiador por la llanura, apoyado por el fuego de sus baterías, y redobla sus esfuerzos para apoderarse de la altura fortificada, lo que hizo necesaria la intervención de la caballería. El batallón de alumnos de la Academia hizo el movimiento de resistencia por medio del repliegue de las guerrillas en pelotones, con una precisión y unidad irreprochables. Por último, á las cinco de la larde los sitiadores se hicieron dueños del reducto en virtud de hábiles maniobras, con lo que se dio por concluido el combate, sin que ningún accidente lamentable turbase el esplendor de esta brillante fiesta militar. MANUEL BOSCH"..