La Exposición Provincial de 1876

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'

La Exposición provincial de 1876

A mediados del siglo XIX se había consolidado en varios países europeos la celebración de las llamadas Exposiciones Nacionales, grandes eventos públicos organizados por los Gobiernos destinados a dar a conocer los adelantos y progresos de la industria, el comercio y las artes. 

La culminación del proceso tuvo lugar en 1851 en Reino Unido donde, por iniciativa del príncipe Alberto, el marido de la reina Victoria, se dio carácter internacional a la Exposición celebrada en Londres bajo el nombre de “Gran Exposición de los Trabajos de la Industria de Todas las Naciones”. A lo largo de las décadas siguientes son numerosas las exposiciones, bien de ámbito nacional, bien de carácter internacional, las que se celebraron en numerosos países: Francia, Estados Unidos, Reino de Cerdeña, India, Reino de las Dos Sicilias, Reino de Baviera, Australia, Irlanda, Portugal, Nueva Zelanda, Japón y un largo etcétera hasta llegar a más de 130 eventos celebrados hasta 1900.

En España, aunque el proceso de implantación del liberalismo fue lento y difícil, salpicado de graves enfrentamientos políticos con puntos de inflexión en las guerras carlistas, también empezaron a organizarse Exposiciones Nacionales desde 1853. Si bien en nuestro caso las muestras tuvieron un carácter específico, pues desde su origen fueron concebidas como Exposiciones de Bellas Artes, basadas en una proposición del pintor José Galofré y Coma en la que se argumentaba la importancia social del arte y su peso en el patriotismo, buscando que fueran didácticas y que contribuyeran al progreso de la Nación.

Es en esa tradición de la organización de Exposiciones buscando incentivar el progreso en la que hemos de explicar la celebración de la Exposición Provincial de Ciencias, Artes, Agricultura, Industria y Comercio organizada en Guadalajara en 1876.

Recién acabada la tercera guerra carlista, que había tenido una incidencia directa en la provincia, en febrero de ese año, el Gobernador Civil Antonio Alcalá Galiano Miranda, solicitó al Rey poder organizar una muestra que permitiera dar a conocer los productos de la tierra, así como las creaciones culturales de destacados intelectuales y artistas naturales de la provincia. 

Esta iniciativa regeneracionista no sólo tuvo el apoyo del Rey y del Gobierno, que concedieron una subvención para su organización, sino que contó con la colaboración decidida del conjunto de la sociedad local, sumando aportaciones de la Diputación, de los ayuntamientos de la capital y de las principales localidades, así como de diversas personalidades, que recibieron la iniciativa como una manera impulsar el desarrollo de la provincia. 

En este sentido destaca el testimonio de uno de los personajes más sobresalientes de aquella época, don Román Atienza Baltueña, doctor en Medicina y escritor, que fue concejal y alcalde de Guadalajara (1864-68) y diputado provincial (1875-1886), quien al apoyar la iniciativa dejó escrito: «En ninguna parte se ostenta con mayor esplendor la sólida y positiva civilización de una provincia que en esas Exposiciones de la agricultura, de la ciencia y de las artes. Ellas son, ciertamente, el espontáneo reflejo de su cultura, riqueza y progreso social. Ellas manifiestan sus verdaderos adelantos, su bienestar moral y material, lo que fueron en su pasado, lo que son en el presente y lo que pueden ser en su porvenir».

Conocemos todo el proceso de organización de la muestra, su reglamento, la creación de las diferentes comisiones organizadoras de cada sector temático, el programa de festejos preparado por el ayuntamiento capitalino para la víspera y el día de la inauguración, así como el desarrollo de las actividades a lo largo del mes que duró la exposición a través Crónica de la Exposición Provincial de Guadalajara, el periódico creado con motivo del certamen, promovido por Manuel Fernández de la Vega, entonces letrado de la Delegación de Hacienda en Guadalajara, que se publicó desde agosto de 1876 hasta febrero de 1878.

En sus páginas queda explicado como la Exposición quedó estructurada en cuatro grandes secciones, destinadas a reunir, además de estudios, publicaciones y obras de arte, un muy variopinto conjunto de objetos, productos, animales y materiales: 

1. Sección científica y literaria: Trabajos científicos, bibliográficos, paleográficos, arqueológicos y trabajos morales y sociales. 

2. Sección agrícola: Material de producción agrícola; industrias agrícolas, alimentos y bebidas; plantas de adorno; y ganadería, aves y animales domésticos. 

3. Sección industrial y comercial: Material aplicable a las artes liberales y a las ciencias; menaje y objetos análogos; telas, vestidos y demás útiles de uso inmediato a la persona; productos de industrias mineras, mecánicas y químicas; mecánica general; armas y utensilios de viaje. 

4. Sección artística y de adorno: Obras de arte y objetos de adorno.

Un verdadero esfuerzo colectivo que tuvo como recompensa, además de una alta participación y un gran número de visitantes, que los medios de la Corte se hicieran eco de su celebración. Numerosos periódicos, entre los que podemos citar a La Correspondencia, El Imparcial o Época, de entre las cabeceras madrileñas más destacadas, dieron amplia noticia de la inauguración del evento, que corrió a cargo del ministro de Fomento Francisco de Borja Queipo de Llano. 

También La Ilustración Española y Americana que en su número del día 30 de octubre le dedicó un amplio reportaje, firmado por el prestigioso periodista Eusebio Martínez de Velasco e ilustrado con grabados realizados por el dibujante y pintor seguntino Félix Badillo, del que entresacamos los siguientes párrafos:

«En la histórica ciudad de Guadalajara se ha verificado el 16 del actual, con asistencia del Excmo. señor Ministro de Fomento, la apertura de la Exposición provincial, artística, industrial y agrícola, iniciada hace poco tiempo por el digno señor gobernador civil de la provincia, Sr. Alcalá Galiano. (…)

La Exposición actual se halla reunida en los salones y galerías del espacioso convento de la Concepción, y el día de la apertura fue un día de júbilo y entusiasmo para los hijos de la culta ciudad: los balcones de las casas aparecían adornados con vistosas colgaduras; las músicas recorrieron las calles; en el paseo de la Concordia se celebró, a las ocho de la noche, una función de fuegos artificiales; más de 14.000 forasteros procedentes de los pueblos de la provincia y de Madrid, invadían calles y plazas, tomando parte en la animada alegría de la capital.

Se han presentado en el concurso muestras y objetos dignos de especial mención: trigo superior, de ciento diez libras de peso en fanega; ricos vinos y aceites superiores, premiados ya en el gran certamen de Viena; ceras y mieles, en panes y labradas, de superior calidad; más de sesenta y tres ejemplares de lanas, blancas y negras; una notable flora medicinal y otra industrial de la provincia, así como muchas flores de adorno, entre otras, unas preciosas dalias azules; piedra caliza, sales variadas, minerales de hierro y topacios en bruto, e igualmente notables objetos de barro obrado, como baldosas, semejantes a las célebres valencianas de Nolla; cueros, pieles, chagrines, badanas y baldeses perfectamente elaborados; hilados y tejidos de lana y de lienzo; numerosos objetos de arte, y una colección  escogidísima de labores de mujer; un ejemplar, en fin, de la Biblia Poliglota, que imprimió en Alcalá de Henares el célebre tipógrafo Arnaldo de Brocar, a expensas y bajo la dirección inmediata del insigne cardenal Jiménez de Cisneros.

La Academia de Ingenieros militares, establecida en la ciudad, ha presentado, en una sala especial, modelos de puentes levadizos, de ferro-carril y de faro, sistema Walde; y en el testero de la sala principal se ostentaba una bandera que fue ganada a los austríacos en la batalla de Villaviciosa.

Dos grabados figuran en las págs. 268 y 269 (según dibujo del natural, por el Sr. Badillo) alusivos a esta modesta fiesta de la inteligencia y del trabajo, interesante para la provincia, por conocerse así lo que tiene y lo que puede tener, y que se completará, no lo dudamos, en las Exposiciones sucesivas. EUSEBIO MAETINEZ DE VELASCO».