Tipos de Madrid: El Melero

Plácido Ballesteros
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Guadalajara en 'La Ilustración Española y Americana'

Tipos de Madrid: El Melero

La Ilustración Española y Americana dedicó la portada del número correspondiente al 10 de mayo de 1870 al homenaje celebrado días antes en todo el país en honor a las víctimas y a los héroes del 2 de mayo de 1808. En la efeméride, a pesar del ambiente de turbulencias políticas que se vivía en España desde hacía muchos meses tras el destronamiento de Isabel II en 1868 y la celebración de elecciones a Cortes constituyentes en enero de 1869, donde en esos momentos se elaboraba una nueva Constitución, habían participado todas las Instituciones y todos los sectores políticos del país. Así lo recogió el reportero: “Hace muy pocos días, moderados y carlistas, progresistas y republicanos, oposicionistas y ministeriales, todos en masa acudían a rendir el homenaje de su admiración ante el altar de la patria”.

El acto central en Madrid tuvo lugar en la iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, el templo que en los sucesos de 1808 se había convertido en hospital de campaña para atender a los heridos españoles y franceses durante el asalto de las tropas napoleónicas al vecino Parque de Artillería de Monteleón, defendido por los capitanes Daoíz y Velarde. Con tal motivo, delante del altar mayor se levantó un inmenso decorado que fue reproducido en la portada de “La Ilustración…”, descrito en sus páginas de esta manera: “Sobre dos pedestales se eleva una columna rota, símbolo de la inmortalidad, y sobre ella el reloj de arena y la parca, emblemas de la vida. En el primer pedestal hay una tumba o urna sepulcral con la inscripción DOS DE MAYO DE 1808”. La obra fue realizada al temple por el dibujante Antonio García; y por su alto valor simbólico nos ha parecido interesante reproducirla en estas páginas.

En la crónica política de aquella quincena de últimos de abril y primeros de mayo de 1870, su autor, Julio Nombella, también hizo referencia a las tensiones parlamentarias que en esos días protagonizaban los distintos partidos en la Cortes, donde se estaba decidiendo como régimen político entre República y Monarquía parlamentaria; y dentro de esta última opción entre los distintos candidatos al trono que se barajaron entones, que recordemos fueron varios, pues los progresistas proponían la candidatura al trono de Fernando de Coburgo, padre del rey portugués Luis I, mientras los unionistas proponían al duque de Montpensier. Ambos rechazados por el general Prim, que ofreció la corona al duque de Aosta (futuro Amadeo I), segundo hijo de Víctor Manuel II de Italia, y a Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen.

Tras la crónica de actualidad, que ocupaba las primeras dos páginas de la revista, aquel número acogió como artículo central un amplio reportaje sobre la vida y la obra del escritor francés Alejandro Dumas, de visita en esos días en Madrid. Completaban la sección literaria otras dos entregas. La primera sobre Manuel Fernández y González, al que los editores de La Ilustración definían como “el más popular de los novelistas españoles” del momento, del que destacaban sus colaboraciones en la revista francesa “Le Monde ilustré”, autor que semana tras semana venía ofreciendo en las páginas de la revista madrileña sucesivas entregas de su novela “La fe del amor”. La segunda sobre Manuel María Santana, editor y propietario de La Correspondencia de España, “el diario que más circula” en Madrid.

Y, junto a todo ello, varias noticias y otros sueltos, todos ellos acompañados con sus correspondientes ilustraciones. Así, cabe destacar los dedicados al atentado descubierto en París contra Napoleón III; un trabajo sobre el papel moneda; o la noticia de la inauguración del Puente de los Fueros en Bilbao. Además de diversas noticas científicas como la que abordaba la filtración y purificación de las aguas.

Entre todos estos trabajos menores debemos de prestarle una atención especial, como es obvio, a la magnífica ilustración del pintor Enrique Mélida de un melero alcarreño, cuya reproducción es el objetivo principal de la entrega de hoy.

Acompaña a la imagen, realizada en las páginas de la Ilustración por el grabador Capuz, un texto no firmado, titulado “Tipos de Madrid: el Melero”. Como pueden leer ustedes, se trata de un suelto, entre ameno y displicente, que nos da una visión interesantísima de lo apreciada que era la miel de la Alcarria en la capital del Reino:

“Todos los que hayan pasado siquiera un par de días en Madrid, habrán fijado su atención en un tipo que el lápiz del distinguido pintor don Enrique Mélida ha dibujado y reproduce hoy LA ILUSTRACIÓN en la página 152.

Célebre es en toda España esa parte de la provincia de Guadalajara que se llama la Alcarria, “donde hacen las abejas / la miel más blanca” según la letra de la famosa zarzuela el “Último mono”. Con efecto, en el espacio que comprenden los partidos de Brihuega y Sacedón hay las mejores colmenas de España, y allí las abejas constituyen la principal riqueza del país.

Las yerbas aromáticas que en aquellos campos y montes se crían, la mejorana y el romero, el tomillo y las flores silvestres, contribuyen a que la miel, además de ser más dulce, sea la más limpia, más blanca y mejor de todas cuantas se conocen.

Allí los zánganos representan un papel importante: ¡lástima que no se vayan a las colmenas del tío Perico en Alocén los muchos que tenemos en Madrid!

Pero dejando aparte estas consideraciones, vamos a decir algo del alcarreño que, dedicado a la venta de la miel, suele visitarnos en Madrid durante todo el año.

Muchas familias del país se dedican a este comercio, y al efecto salen de los pueblos después de haber comprado en las casas de los dueños de las colmenas gran cantidad de miel, que en cántaros conducen a Madrid en caballerías.

Paran en la posada de la calle del Mesón de Paños, y distribuyéndose la mercancía en pequeñas orzas, salen el marido, la mujer y los hijos, y recorren las calles gritando “Miel de la Alcarria, miel”. El jefe de la familia suele llevar la romana, estímulo de su pecadora codicia, y después de endulzar a los habitantes de Madrid, regresan a sus hogares con la miel convertida en monedas. Como todo se falsifica, no son solo alcarreños los que venden miel en Madrid: también los manchegos se dedican a esta industria, vendiendo al mismo tiempo queso y arrope. El tipo que nosotros reproducimos, es, sin embargo, el primitivo, el original, el auténtico”.