La plenitud de los campos de lavanda: del 7 al 20 de julio

Inmaculada López Martínez
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Este verano, la floración de la aromática más popular de la Alcarria llega con una semana de adelanto con respecto a años anteriores y los agricultores esperan una muy buena cosecha pero con precios más bajos

La plenitud de los campos de lavanda: del 7 al 20 de julio - Foto: Javier Pozo

Arranca una nueva temporada teñida de color púrpura en la Alcarria Alta de Guadalajara. La floración de la lavanda, ese maravilloso espectáculo sensorial que cada año seduce a miles de turistas, está a punto de alcanzar su punto álgido, esta vez, con unos días de adelanto respecto a años anteriores. Tal y como confirman los profesionales del sector, este verano, los campos de la ya conocida mundialmente como Provenza española vivirán su plenitud entre el 7 y el 20 de julio, aproximadamente. Por tanto, será durante ese breve periodo de tiempo cuando la visita a este cercano paraíso natural se presente más pintoresca y placentera. «Este año la floración de la lavanda va con una semana de adelanto en comparación con los últimos años, todo depende de la climatología», señala Juan José de Lope, productor y gerente de la destilería Alcarria Flora, ubicada en Cogollor.

Al margen de haberse convertido en un polo de atracción turística sin igual, la lavanda es un cultivo alternativo por el que cada año apuestan más agricultores locales. Tanto es así que la superficie destinada a esta aromática en la provincia se ha triplicado en los últimos cinco años, pasando de 900 hectáreas en 2016 a cerca de  2.000 en el presente 2021. «El número de hectáreas está aumentando considerablemente, la lavanda ya no es un cultivo complementario en la provincia de Guadalajara, es una realidad», asevera Juan José de Lope. De hecho, en apenas una década, Castilla-La Mancha se ha convertido en la principal productora de lavanda a nivel nacional gracias, sobre todo, a la pujanza de los campos guadalajareños. 

«In crescendo».

Por sus favorables condiciones tanto orográficas como climatológicas, son los pueblos de la Alcarria Alta y del Señorío de Molina aquellos donde más está proliferando esta planta lamiácea. El crecimiento exponencial de este cultivo también ha supuesto un crecimiento de la industria asociada al mismo, hasta el punto de que a las tres destilerías operativas hasta el momento en la provincia (dos en Brihuega y una en Cogollor) pronto se sumarán otras dos más, una en el municipio molinés de Tortuera y otra en la localidad alcarreña de Escamilla. «Sin duda, es un negocio que va in crescendo y eso es una magnifica noticia para la economía provincial», reconoce el gerente de Alcarria Flora.   

A nivel de producción, los agricultores de la provincia esperan una «muy buena cosecha» de lavanda, lavandín y espeliego esta temporada, con cotas de producción similares a las de 2020. La recolección dará comienzo a partir de mediados de julio y se prolongará hasta finales de agosto.

No obstante y por segundo año consecutivo, los efectos de la pandemia tendrán un efecto negativo en los precios. Juan José de Lope explica que la reducción del consumo en el ámbito de la perfumería (un 70 por ciento) y de la aromaterapia (un 50 por ciento) a raíz de la crisis del Covid-19, especialmente por la caída drástica de la actividad de los aeropuertos donde se adquiere el 30 por ciento de la perfumería a nivel mundial. Esto ha producido una «enorme acumulación de stock» al que todavía no se ha logrado dar salida. Así las cosas, la mayoría de las esencias de esta aromática, incluidas las de mejor calidad, se destinaron el pasado verano y, previsiblemente éste también, al mercado de la higiene (ambientadores, geles, champús, productos de limpieza, etc.), donde la demanda se ha triplicado desde el estallido de la pandemia. Sin embargo, esta circunstancia ha provocado un descenso de los precios en origen. «No es lo mismo los precios de los sintéticos que los de los aceites esenciales para perfumes o alta cosmética», indica el responsable de Alcarria Flora. No obstante, siente que los agricultores, productores y otros profesionales dedicados a la lavanda se han de sentir «unos afortunados» por el hecho de que la crisis del coronavirus no haya supuesto pérdidas económicas en el sector como sí ha ocurrido en otros ámbitos. «Es cierto que los márgenes de beneficio ya no son los que eran, pero estamos pudiendo sobrevivir a esta crisis por esa gran demanda que hay de productos de higiene», reconoce de Lope.   

Y es que, si en 2019 la lavanda se venía pagando entre 35 y 40 euros el kilo de aceite esencial, el pasado verano bajó hasta los 18-20 euros; una cantidad que se espera similar para la temporada que está a punto de arrancar. «Los precios han caído un 50 por ciento, pero a pesar de ello la lavanda sigue siendo un cultivo hasta dos y tres veces más rentable que los convencionales», concluye el gerente de Alcarria Flora.