Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


La princesa y el guisante

29/04/2021

La situación esperpéntica en la que vivimos, como resultado de la campaña electoral madrileña, con la cuestión de los envíos de sobres y demás, y la reacción de Pablo Iglesias y compañía, crispando el ambiente, al margen de cualquier planteamiento serio sobre las cuestiones importantes que puedan interesar a los madrileños, obliga a frotarse los ojos y hacer un verdadero esfuerzo para comprobar si estamos ya en una república bananera o si, por el contrario, todavía formamos parte del elenco de aquellas naciones privilegiadas donde la democracia se insertó en el Estado de Derecho.
En la tolerancia, la libertad, la igualdad, los derechos individuales y el imperio de la ley, después de todo un proceso evolutivo que vino a «disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón”», y que se ha truncado en España por la acción continuada de los que conjugan interesadamente la maldad con la ignorancia.
La realidad incuestionable de esta perversión del debate político, centrado en lo que se ha centrado, nos lleva a constatar la concurrencia de personalidades con una extraña visión de la realidad fundamentada en el extremismo y el populismo radical. O es eso, o es que el ‘Carvativir’, aquella medicación milagrosa venezolana que anunció Maduro, capaz de curar la infección del coronavirus en los pacientes contagiados, simplemente con diez gotitas cada cuatro horas, sí que tiene efectos secundarios y adictivos y que al menos Pablo Iglesias, Marlaska, Reyes Maroto y Adriana Lastra se lo inyectan en vena y van puestos todo el día hasta las cejas.
No es de extrañar que el filósofo y escritor Fernando Savater, ante lo que está pasando, apoye públicamente a Ayuso, recordando que la Transición se gestó entre los comunistas liderados por Santiago Carrillo y la derecha procedente de la dictadura franquista. Según Savater aquel milagro fue posible porque tanto ‘comunistas’ como ‘fascistas’ dejaron de serlo convirtiéndose en socialdemócratas o conservadores radicales pero democráticos. A Ayuso, dice Savater, le acusan de polarizar quienes consideran progresista al Gobierno de coalición de Pedro Sánchez formado por PSOE y Podemos. Un Ejecutivo sostenido por separatistas y bolivarianos de guardarropía cuya cima ideológica consiste en proclamar que la derecha nunca pasará.
Y lo mismo por parte de antiguos socialistas, como Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros, y tantos votantes madrileños, que ante la campaña de psicopatía populista, acaban viendo a Isabel Díaz Ayuso como la protagonista de ‘La princesa y el guisante’, la obra de Hans Christian Andersen, elegida para ser la futura reina; «una mujer lo bastante valiente para sobreponerse al viento y al naufragio, lo bastante fuerte como para imponerse al mar Báltico, con la bastante sangre real para no dejar de notar el guisante y lo bastante educada para no quejarse hasta ser preguntada».