Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Ha de marcharse

10/09/2021

Quedó contado en estas líneas hace algo más de dos años. La historia se situaba en esos relieves que asoman a la autovía A2 nada más salir de Guadalajara en dirección a Barcelona. Uno de los bastiones es el Pico del Águila. El otro, la Peña Hueva. Si en lugar de mirar al norte miras al sur, los días despejados, desde estos miradores, puedes divisar la sierra de Madrid o las cuatro torres, que, como hace tiempo que no paso, no sé si son ya cinco o lo serán en breve. Por la cercanía a la capital de todas las alcarrias, se ha convertido en un circuito para senderistas, cicloturistas y para los que acostumbran a correr, especialmente los fines de semana.
De todos los deportistas -o principiantes en las cuestiones del deporte-, el relato lo protagoniza un amante de la bici que tras bajar de la peña Hueva y guardar las cosas en el coche se dejó la bicicleta fuera. Cuando la encontró, un amable ciudadano recogió el vehículo de dos ruedas pensando que alguien la había olvidado. ¿Qué podía hacer? Primero, hacer llegar la bici a la policía. Segundo, publicarlo en las redes sociales por si tenía más efecto que las pesquisas de las fuerzas de seguridad. Y tercero, esperar. Así lo hizo. En la espera, a algún graciosillo de Facebook se le ocurrió añadir un mensaje: «Pues estará bien hecho, no digo que no. Pero el chaval que estaba cagando se ha tenido que volver andando».
Lo que era una anécdota sin más, se convirtió en motivo de chanza para cientos de usuarios en las redes sociales que, todavía hoy, siguen recibiendo y comentando ese mensaje. La chanza estaba asegurada, sobre todo, porque fue difundida e hiperventilada por algún periodista local con cierto predicamento, dando categoría a una noticia que, según se pudo comprobar, era sencillamente mentira. Nadie rectificó y todo se quedó en el cachondeo público de los que se escudan en Twitter, en Facebook o en Instagram con perfiles creados para difundir lo que sea menos un discurso constructivo.
La falsa agresión homófoba de Malasaña no tiene ningún elemento para la broma. Viendo la respuesta del Gobierno y de los que cargaron la suerte por un ataque que ha resultado ser mentira, este montaje tiene los elementos suficientes para retratar a todos los que el lunes saltaron como resortes, no para denunciar un delito, sino para buscar al responsable de algo que ha resultado ser una invención que flaco favor hace al colectivo LGTBI.
En el asunto de la bicicleta de la peña Hueva, no hubo rectificación alguna. Es más, aquellos que difundieron el bulo sin contrastar -hablo por los periodistas-, callaron, porque hubiera sido reconocer que ni en lo pequeño ni en lo grande son dignos de representar a la profesión. Ahora, eso se multiplica porque la broma ha pasado a un agrio debate político con señalamientos a determinados partidos que, en esta ocasión, pasaban por allí y se la han comido. No miren solo al ministro Marlaska, cuyo crédito de juez ha sido pisoteado por su negligente gestión al frente del Ministerio del Interior. Hay que mirar a los periodistas, sin generalizar, que han metido la pata hasta el corvejón. Hay que señalar a los tertulianos que han emprendido una campaña sin antes contrastar si la denuncia era falsa o no. La policía calló porque era su trabajo. Marlaska sabía que las dudas se multiplicaban y se dedicó a disparar contra un blanco que le ha vuelto a dejar en evidencia. No es la primera, ni -seguro- que será la última. No tiene otro camino que marcharse.