Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Regreso con expectativa de retorno

09/04/2021

Durante este último año he sido residente fijo en mi tierra natal de Guadalajara, siendo en realidad Madrid mi ocasional lugar de estancia. Como habrá quien busque pies al gato ya les adelanto que estaba allí antes de que se iniciara el primer confinamiento y que siempre me he movido, las escasas veces que lo he hecho, en estricto cumplimiento de la legalidad vigente y fluctuante. Ahora ya no he tenido más remedio que regresar y lo hago con algunas certezas. Siempre he estado muy aquerenciado a mi tierra, pero ahora si cabe lo estoy más que nunca. Sé que seguiré pasando allí tan largas temporadas como pueda.  Vamos que cualquier día hasta puede que me re-empadrone en ella.  
 Y ojo, que Madrid me encanta. Es más, cuando en el fragor de la batalla política hay quienes han querido convertir a los madrileños y a la propia ciudad en un pestífero símbolo no he dudado en enristrar la lanza. En mi caso siempre, la palabra en su defensa. Si Madrid es algo es abierta, libre, acogedora, tolerante, amiga y donde no importa procedencia. Acusarla de racista, machista, xenófoba y campo de concentración nazi, amén de insultar a todos cuantos la habitamos, vivimos o visitamos sólo revela la diarrea mental y el odio sectario de quien lo escupe.  
Tampoco, y aquí lo he escrito, me han gustado ni pizca las soflamas de algunos próceres alentando un antimadrileñismo oportunista y miserable. Hacerlo es, ante todo, una estupidez manifiesta.
 Pero de lo que quiero hoy es hablar bien de nosotros. Y creo que hay razones importantes para hacerlo. Es más, me parece que con motivo de la situación en la que seguimos sin salir, y aún a rastras, más de uno está descubriendo que hay muchas razones para vivir en esa España, en esta Castilla y en esta Mancha, que bien mirado resulta ser un lugar mucho más vivible que ciertas aglomeraciones urbanas. Que no falta de nada y resulta que de pronto nos damos cuenta de lo que nos estorba y mucho en otros lados. No es jauja, y menos ahora, pero puesto en la piel de un joven estos años me parece que no solo me quedaba, sino que buscaría la forma de ver cómo y de qué manera, si estaba fuera, me volvía.
 No solo es el factor campo, el medio agrario, el que se está ofreciendo como un valor refugio, que lo fue en la crisis anterior y lo está siendo en ésta, sino que más allá de eso, lo que emerge también es un plus de calidad de vida, de una forma de vida que está ganando enteros. Ojo también, de una vida de trabajo. Que no todos podemos ser Pablo Iglesias, que ha dicho el pollo que «solo un cretino se sentiría bien cuando tiene mucho trabajo». Lo dice quien, sin darle un palo al agua, de los de veras, en toda su vida, se ha forrado en tres años. La frase se las trae en un país con seis millones reales de parados. Pero hay gente que de lo que carece es de lo que más predica. Por fortuna, las gentes de Castilla-La Mancha, unos fachas claro, aunque hayan gobernado casi siempre y ahora lo hacen, los socialistas, tras verles el plumero, les dio una buena patada en sus electorales posaderas.
 Trabajo es, y en eso habría que estar y no en milongas, lo que haría falta en esta tierra. Esta que llaman vaciada, que también me j.… la palabrita, y que si lo hubiera estoy más que seguro que se llenaba.
Lo que he vivido, aún en el obligado aislamiento, ha sido una sociedad donde sigue prevaleciendo una armonía ciudadana que todavía no está del todo corrompida como en otros lugares por los odios políticos. ¿Qué hay bandos y banderías? Toma, claro. Que la cosa ha empeorado en estos últimos años. También es cierto. Pero que se mantiene en la mayoría de las gentes el poner por delante a la persona que al color, pues también resiste mejor que en otros lados. Uno de la diestra y otro de la zocata pueden ser pareja de mus y hacerse señas. Y eso ya es mucha convivencia y confianza.
Puede que me equivoque, que ese otro virus ya lo ha infectado todo. Pero me resisto a creerle y a aceptarlo. He vivido una España donde la rivalidad política no significaba criminalizar al contrario ni estigmatizarlo como si fuera la peor sabandija. Me niego a darla por muerta porque eso sería lo peor que puede pasarle a nuestra nación y a nuestro pueblo. Y tengo la impresión al hablar con las gentes de a pie, que ellos no están en eso. Que es nuestra llamada clase política, algunos mucho más responsables que otros, pero todos con alguna culpa quienes están instigando esas rancias y repulsivas pulsiones. Sin ir más lejos ese que le tiene tanto amor al trabajo.