Javier del Castillo

Javier del Castillo


¿Control al Gobierno o tomadura de pelo?

29/03/2021

Las sesiones de control al Gobierno en el Congreso son cualquier cosa menos lo que deberían ser: el escenario donde los responsables del Ejecutivo responden a las preguntas de los portavoces del resto de partidos representados en la Cámara y el lugar en el que se da cuenta de la gestión a los ciudadanos. Pues, todo lo contrario. Aquí ni se controla al Gobierno, ni se pregunta sobre la cuestión que se había anunciado por escrito, ni el Gobierno tiene la decencia de contestar sobre la pregunta formulada.

Es todo un disparate. En las sesiones de los miércoles la oposición dedica sus intervenciones a poner a caldo a Sánchez, y Sánchez no desaprovecha la oportunidad de llamarle de todo, menos bonito, al que cuestiona sus decisiones. Las conexiones en directo de los miércoles a las nueve de la mañana producen vergüenza ajena.

Son, por decirlo de alguna forma, una tomadura de pelo en toda regla. El mayor fraude que puede infringirse a los ciudadanos de este país, que hemos votado para que el Gobierno solucione problemas y no para que monte espectáculos. Nada es como debería de ser. Los miembros del Gobierno responden a quienes preguntan lo que les da la gana y casi siempre con alguna descalificación por delante.

Con la crisis económica que tenemos encima, con la gestión tan lamentable que se está haciendo de la pandemia – también desde las distintas comunidades autónomas – y con las arbitrariedades que se vienen cometiendo sin que nadie dimita o asuma sus responsabilidades, lo menos que puede pedírsele al Gobierno es que informe y aclare las razones ocultas de ciertas decisiones que está tomando.

En la sesión del miércoles pasado, Inés Arrimadas preguntó por la subvención con 503 millones de euros a las líneas aéreas Plus Ultra, una compañía en quiebra y sin aviones, a la que le ha tocado el gordo de la lotería sin echarle. Y no la pedrea que con cuentagotas reciben los autónomos españoles, a pesar de que se estén arruinando.

El presidente, después de contestarle en tono amable que acababa de dar un mitin – Ciudadanos vuelve a ser candidato a muleta del Gobierno -, habló de lo bien que va nuestra economía y de lo bien que van a gestionar los fondos de la Unión Europea. No dijo ni una sola palabra sobre Plus Ultra, la compañía agraciada con el gordo de José Luis Ábalos, el ministro que mejor se entiende con el régimen de Nicolás Maduro.

En estas sesiones de control al Gobierno tampoco hay tiempo para debatir sobre las preguntas que se plantean. Cada uno llega con su discurso preparado, en busca del titular más llamativo, convencidos todos de que lo más importante es dejar a la altura del betún al adversario. De criminales o delincuentes para arriba.

El diputado que formula la pregunta comienza además con un preámbulo que nada tiene que ver con la cuestión que plantea a continuación, sino con aquello que pueda hacerle más daño a su interlocutor. Considera que lo menos interesante de su intervención es la pregunta. Da por hecho que el titular se sacará de lo ingenioso que esté en las consideraciones previas.

Como además sabe que el presidente o el ministro encargado de contestarle le acusará de corrupto o de ser una desgracia para nuestra democracia, pues se le adelanta y le dice cuatro cosas bien dichas a su oponente.

La estrategia de nuestros políticos está cada vez más clara: la mejor defensa es un buen ataque.