La Comunidad de Madrid se dispone a celebrar unas elecciones que trascienden el mero marco autonómico y se consideran, no sin razón, una especie de primarias de unos comicios generales. Es mucho lo que está en juego. En especial, una forma de vida, un estilo de afrontar la existencia. Desde hace cinco lustros los madrileños eligen, una y otra vez, gobiernos liberales y conservadores para dirigir su región. No es pues un asunto anecdótico. Poco quieren saber de experimentos socializantes, que la izquierda disfraza con enunciados de espejismo, como ‘progresista’ y otras variantes.
Los sondeos anuncian una victoria de Isabel Díaz Ayuso, con posibilidades de formar gobierno si se apoya en Vox, una formación situada a su derecha que posiblemente reciba un reseñable apoyo en las urnas. No hay duda sobre los malos resultados que le esperan al PSOE, con un candidato que ha naufragado en todas sus intervenciones, y el avance de Más Madrid, una formación de extrema izquierda en la que recalan seguidores d muchas sensibilidades, desde marxistas a ecologistas, pasando por desencantados de Podemos y fatigados del PSOE. Pablo iglesias será el gran derrotado de la jornada, según los pronósticos.
Madrid, en efecto, parece que elegirá una vez más la libertad como forma de vida. La opción de elegir, de que nadie señale tu vida, tu camino. Libertad para elegir centro de enseñanza, hospital, comercio, horario. Libertad para montar una empresa, para entrar y salir, para expresarse, reunirse. Una forma de vida moderna, contemporánea, europea, en las antípodas de cuanto representan las tres formaciones de izquierda que concurren a la cita con las urnas. ‘estilo de vida madrileño’, repite Ayuso en su campaña. Algo de eso hay. Madrid muestra un camino que muy posiblemente resultará decisivo en el devenir político de la nación en los próximos meses y años.  De ahí los nervios en el PSOE. De ahí la inquietud en Moncloa. En Madrid puede empezar todo. El martes, de nuevo, la libertad.