Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


El rey descortés y el gobierno conciliador

03/02/2023

La primera lectura de que no se haya producido una reunión entre el rey de Marruecos Mohamed VI y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en el marco de la Reunión de Alto Nivel (RAN) que se ha celebrado en Rabat, es que el monarca alauí ha dado plantón al jefe del ejecutivo español y que con ello menosprecia a nuestro país que recientemente ha cambiado su posición tradicional de apoyo a las demandas de los saharauis por reconocer la solución autonomista de Marruecos hacia la excolonia española como la más seria, realista y  creíble, y que en respuesta, las relaciones entre ambos países van camino de alcanzar un nivel similar al que Marruecos mantiene con Francia y se habían acabado las acciones unilaterales que perjudican los intereses de la otra parte.  

Desde el punto de vista personal, el gesto descortés del rey de Marruecos es impresentable y dice muy poco de la capacidad de sus asesores y de los miembros de su corte para hacerle abandonar su retiro vacacional en Gabón, desde donde habló por teléfono con Sánchez, para acudir a Rabat y que cumpla con sus obligaciones de representación. Cada cual debe determinar quien queda peor si el descortés o el agraviado por la actuación de un monarca que dedica más tiempo al ocio que a la gobernanza del país. Que la reunión entre ambos mandatarios no haya tenido lugar es un error diplomático por ambas partes, por la marroquí  por no haber forzado el encuentro personal; y por la española, por haber generado unas expectativas que no se han cumplido, y tener que mostrarse conciliador, porque además de un encuentro protocolario tenía la significación política de consolidar la nueva fase en las relaciones bilaterales. Solo el anuncio de una visita oficial de Sánchez a Marruecos "en breve" matiza algo el fiasco, pero la forma en la que se miden los tiempos en Rabat no garantiza nada.    

Desde el punto de vista político la actitud de Mohamed VI, como máximo detentador del poder en el país reafirma la idea de que Marruecos es un socio poco fiable que no duda en causar problemas y zozobras y que utiliza todos los resortes para presionar al gobierno español con la dilación en desarrollar decisiones tomadas hace tiempo y que maneja la gestión de los movimientos migratorios como espada de Damócles en función de sus intereses. 

 La descortesía de Mohamed VI puede quedar como una nota a pie de página si los resultados de la RAN y la veintena de acuerdos que se han firmado suponen una normalización de las relaciones y sirven para establecer una nueva etapa en la que no haya sobresaltos. El compromiso de mantener "el respeto mutuo y evitar lo que ofende", a la otra parte  en sus esferas de soberanía, es decir, la españolidad de Ceuta y Melilla y los intereses de Marruecos sobre el Sahara, además del recurso al diálogo y no a los hechos consumados, puede ser un buen punto de partida  si, en efecto, Marruecos decide no vulnerar el clima de confianza creado con nueva presiones para que el Gobierno tenga una posición más ostensible a favor de las pretensiones marroquíes sobre el Sahara.   

Que la reacción del PP a la cumbre bilateral haya sido poner el acento en el ninguneo a Pedro Sánchez o la apelación a una política exterior sensata no aclara si revertirán la actual posición española respecto al Sahara y Marruecos. ¿Lo harán si llegan al gobierno?