Javier del Castillo

Javier del Castillo


Medallas como vacunas

12/04/2021

Las vacunas las compra la Comisión Europea y las administran los servicios sanitarios de las comunidades autónomas, pero las medallas de la vacunación las gestiona siempre el mismo: Pedro Sánchez. Y si surgen problemas, que miren para otro lado, especialmente para el lado de Ayuso.

A nadie se le oculta que la participación del gobierno central en la vacunación es meramente testimonial, pero Sánchez es pura propaganda. Le ha faltado tiempo para ponerse estupendo y dirigirse, sin el más mínimo reparo, a todos los españoles, anunciándoles que a finales de agosto estaremos vacunados 33 millones de ciudadanos y volveremos a salir “más fuertes y unidos” que nunca. Como se lo digo.

Nos espera “un horizonte de salida” a la vuelta de la esquina – palabras textuales de Sánchez -. Su impostura no tiene límites. Su optimismo, en medio de la tragedia, tampoco. El mismo Sánchez que hace casi un año nos invitaba a disfrutar de las vacaciones, dando por derrotado al virus; el mismo Sánchez que perdió hace mucho tiempo la cuenta de los fallecidos por la pandemia (cien mil muertos, más o menos), ha vuelto a comparecer ante los españoles para inyectarnos una vacuna de optimismo. Sólo le faltó finalizar su intervención diciendo: gracias a mí, estáis vivos.

Podía haber aprovechado también su preparado discurso para agradecer el trabajo y el esfuerzo de las distintas comunidades autónomas y para disculparse por los errores cometidos en la lucha contra el coronavirus, pero decidió apropiarse de otra nueva medalla que no le corresponde. Ni él ha conseguido las vacunas, ni él gobierno que preside tiene ninguna participación en la campaña de vacunación que se está llevando a cabo por las distintas autonomías.

La impostura de Sánchez no tiene fronteras. Le da lo mismo que la realidad no se ajuste a lo que dice. Sus asesores le ponen lo que interesa transmitir en ese momento y punto. Ahora estamos en vísperas de la campaña electoral en la Comunidad de Madrid y lo más importante para el Gobierno es subrayar que pronto estaremos todos inmunizados – incluso de las mentiras de su presidente – y que si algo no funciona es por culpa de la señora Díaz Ayuso.

La manipulación y la falsedad forman ya parte de nuestras vidas. Les pondré un ejemplo. El día de Viernes Santo me tocó vacunarme en el Hospital Isabel Zendal y lo hice en poco más de media hora, a pesar de la gran cantidad de gente que confluía por las inmediaciones. También fui testigo de la buena organización y del excelente trabajo que realizan allí los profesionales sanitarios. Durante el tiempo que estuve en esas instalaciones no escuché queja alguna, sólo palabras de agradecimiento y felicitaciones a los sanitarios que se encontraban en la puerta de salida.

Pues bien, al día siguiente, en las noticias de una televisión que presume de su liderazgo por el rigor y la credibilidad de sus informativos, hablaban de las grandes aglomeraciones y de las largas colas que se producían en el hospital Zendal. También leí en un medio digital, que no tiene pudor en reclamar la colaboración económica de los lectores para seguir ejerciendo su periodismo independiente, que el citado centro hospitalario no dispone de médicos que atiendan los ataques de ansiedad que pueda provocar la vacuna.

Nada comparable, en cualquier caso, con el “horizonte de salida” que nos acaba de vender Sánchez en una de sus últimas homilías.